Las “celadoras”: un vínculo espiritual entre la Tierra Santa y el mundo | Custodia Terrae Sanctae

Las “celadoras”: un vínculo espiritual entre la Tierra Santa y el mundo

The Custos of the Holy Land Br. Francesco Patton with the "zelatrices", during his first visit to Brazil (January 2018)
The Custos of the Holy Land Br. Francesco Patton with the "zelatrices", during his first visit to Brazil (January 2018)

Son principalmente mujeres y trabajan en todo el mundo para que la Tierra Santa llegue incluso a los hogares más lejanos: son las llamadas “celadoras”. “Estas mujeres son los brazos operativos de las comisarías y de los comisarios de Tierra Santa, que ejercen de puente entre la Custodia y las comunidades cristianas de varias diócesis de todo el mundo – explica fray Marcelo Cichinelli, responsable de las comisarías de Tierra Santa –. Las “celadoras” promueven el conocimiento de la Tierra Santa, las revistas y los medios de la Custodia, la recogida de donativos y de las intenciones de oración en los santuarios de Tierra Santa por vivos y difuntos. Como signo de su apostolado también están las estampitas de Tierra Santa que distribuyen, y así llegan a los hogares de miles de personas, muchas de las cuales ni siquiera han estado nunca en la tierra del Señor Jesús. El trabajo de las “celadoras”, incansable y silencioso, es muy importante”.

El nombre que han adoptado a lo largo de los siglos procede de la palabra “celadoras” (“colaboradoras” en español), que se impuso sobre otros términos ya que las “celadoras” estaban – y siguen estándolo hoy – muy extendidas en América Latina.

Su trabajo comenzó a la par que el de los comisarios de Tierra Santa, instituidos en 1421 por el papa Martín V. El personal laico que ayudaba a los comisarios de Tierra Santa estaba compuesto, en su mayoría, de mujeres que tenían una fuerte devoción por la Tierra Santa, trasmitida durante siglos. 

“No nos interesa la recaudación monetaria, sino el vínculo espiritual y el bien que hacen a las personas, llevándoles la devoción por Tierra Santa – continúa fray Cichinelli –. A nuestros ojos, sus donativos podrían aparecer como la “ofrenda de la viuda” del Evangelio, pero su trabajo es importante sobre todo para difundir el conocimiento de la Tierra Santa. Son como pequeñas discípulas de Tierra Santa”.

Esta devoción por la Tierra de Jesús surge como una “llamada” de Dios, que las impulsa a emprender una misión, trasmitida de generación en generación, de madres a hijas.

“Cuando en 2018 el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, visitó Brasil y Argentina, muchas “celadoras” viajaron en autobús durante dos días solo para ver al Custodio y hablar con él – afirma el responsable de los comisarios de Tierra Santa –. Conocí a una mujer que había estado realizando este servicio durante sesenta años y lo mismo hacían después de ella su hija y su nieta. Hablamos de personas que en la mayoría de los casos no han estado nunca en Tierra Santa, pero que tienen un inmenso amor por esa Tierra, aunque les resulte muy difícil pensar en viajar desde América Latina, también debido al coste.  El trabajo de las “celadoras” es muy hermoso porque mantienen la Tierra Santa conectada espiritualmente con el mundo”.

Muchas “celadoras” en la actualidad forman parte de la Orden Franciscana Seglar y, en cualquier caso, están ligadas a la Orden Franciscana a través de los colectores, frailes o laicos que viajan para intentar conseguir donativos que luego entregan a los comisarios de Tierra Santa.

Los grupos de “celadoras” actualmente están bajo la dirección del comisario de Tierra Santa, se reúnen periódicamente, rezan, se mantienen informadas sobre la situación de la Custodia y promocionan la colecta del Viernes Santo. Las “celadoras” también entregan certificados de oración desde Tierra Santa por los difuntos. “Se trata de una oración real, ya que en los estatutos de la Custodia está escrito que cada fraile de la Custodia debe decir cuatro misas al mes por sus benefactores – explica fray Cichinelli –. También las “celadoras” lo son, porque con su obra silenciosa han conseguido, por ejemplo, financiar la construcción de toda la comisaría de Tierra Santa de Belo Horizonte en Brasil, ladrillo a ladrillo”.

El número de “celadoras” es elevado en Sudamérica, alcanzando cientos de ellas en todas las comisarías de Brasil, Argentina, México y Colombia, donde se han registrado unas diez mil solicitudes de misas por los difuntos al año, cuyos donativos han revertido en Tierra Santa. En Colombia también hay un gran número de monasterios de clarisas franciscanas concepcionistas, que promueven las misas por Tierra Santa.

Además de en América Latina, las “celadoras” están también muy extendidas por otras zonas del mundo, como por ejemplo en el sur de Italia, donde hay varias que colaboran con la comisaría de Tierra Santa de Nápoles.

En el pasado, las “celadoras” y las comunidades religiosas se ocupaban también de promover la venta de objetos religiosos. Hoy, sin embargo, trabajan sobre todo recaudando donativos y distribuyendo imágenes sagradas de Tierra Santa. “Para un cristiano que vive lejos, quizá en el campo, tener en su casa una foto del Santo Sepulcro, de la Virgen de Nazaret, del Niño Jesús de Belén, es algo extraordinario, como me sucedió a mí – revela fray Marcelo Cichinelli, de origen argentino –. Desde pequeño, siempre veía colgada en el armario de mi abuela una imagen del Niño Jesús de Belén. Después de años comprendí que venía de Tierra Santa, gracias a los hermanos colectores y a las “celadoras”. La piedad popular mantiene vivo este vínculo espiritual con la Tierra Santa, para personas que quizá nunca verán la tierra donde nació Jesús”.

 

Beatrice Guarrera