Solemne fiesta de la Anunciación en Nazaret

Solemne fiesta de la Anunciación en Nazaret

El “sí” de María, ejemplo de su confianza ilimitada en Dios

Celebrada generalmente el 25 de marzo, este año la solemnidad de la Anunciación se ha trasladado a los días 7 y 8 de abril.

La comunidad de los frailes franciscanos se reunió con la comunidad local en la basílica de la Anunciación de Nazaret, donde se conservan el lugar y la memoria del encuentro entre el Arcángel Gabriel y la Virgen María (Lc 1, 26-38) y de la Encarnación del Verbo.

Aquí el Verbo se hizo carne

Todos los testimonios judeocristianos, los relatos evangélicos, las excavaciones arqueológicas y la tradición se encuentran aquí, en esta localidad árabe-israelí, donde hoy se encuentra la basílica de la Custodia de Tierra Santa que alberga la gruta de la Anunciación, testimonio visible del “sí” de María, que permitió que el Verbo se encarnara.

La inscripción Verbum caro factum est” (el Verbo se hizo carne) está grabada en la fachada de la iglesia superior y en el altar dentro de la gruta, corazón del santuario.

La actual basílica, construida en los años 1960 y consagrada el 25 de marzo de 1969, está formada por dos iglesias superpuestas: la iglesia superior y la inferior. La primera, dedicada a la Virgen María, custodia el gran mosaico del ábside que representa a la “Iglesia, una , santa, católica y apostólica”, y pinturas y frescos muestran las diferentes representaciones de la Virgen en diferentes países del mundo. La iglesia inferior, en cambio, alberga la gruta de la Anunciación en la que, según la tradición, la Sagrada Familia vivió durante mucho tiempo hasta los años en que Jesús se alejó de ellos para empezar su labor de evangelización. El complejo exterior de la basílica está rodeado por un largo pórtico que contiene una serie de paneles con representaciones nacionales de la Virgen María.

La entrada y la celebración eucarística

El Patriarca Latino de Jerusalén, S.E. el cardenal Pierbattista Pizzaballa, invitado por los franciscanos a presidir las celebraciones de la solemnidad, fue recibido en primer lugar en los locales parroquiales de St. Anthony por los scouts y las comunidades de las iglesias cristianas locales, y por fray Ibrahim Sabbagh, párroco de Nazaret y sus consejeros.

A continuación, el largo cortejo se dirigió a la basílica, donde el Patriarca, su vicario monseñor Rafic Nahra, monseñor Adolfo Tito Yllana, nuncio apostólico en Israel y una delegación del Patriarcado Latino compuesta por varios seminaristas y algunos sacerdotes, fueron recibidos por una delegación de franciscanos encabezada por fray Wojciech Bołoz, guardián y rector de la basílica de la Anunciación y santuario de la Sagrada Familia de Nazaret.

Tras la aspersión y la incensación, la delegación se trasladó al interior de la basílica donde fray Ibrahim dio la bienvenida al Patriarca en nombre de los fieles locales.

La confianza: una de las principales víctimas de esta guerra

Durante la misa solemne, adelantada al domingo para facilitar la participación de los fieles locales, el Patriarca recordó que este año la fiesta de la Anunciación se celebra precisamente el día litúrgico de la Octava de Pascua: «¡En el mismo día – subrayó el cardenal Pizzaballa – se unen dos hechos principales de la historia de la salvación, la encarnación y la resurrección

«Con la Pascua – continuó – Jesús completará la obra iniciada con el “sí” de María: un “sí” a la fe y a la confianza incluso en lo que parece humanamente imposible, un “sí” a la escucha, a pesar de la turbación, un “sí” a la vida. Son pautas importantes para la vida, sobre todo en esta época en que la confianza es una de las principales víctimas de esta guerra. María nos enseña a decir “sí” con una confianza ilimitada en lo que está por venir, porque confía en Dios».

La procesión “Memoria de la Encarnación de la Palabra de Dios”

Antes de concluir, la liturgia de esta solemnidad incluyó la procesión final en el interior de la basílica superior, “Memoria de la Encarnación de la Palabra de Dios” (“Memoria Verbi Dei Incarnationis”) en la que se leyeron tres pasajes de los evangelios (Jn 1, 1-8; Jn 1, 9-18; Mt 1, 18-25) vinculados al misterio de la encarnación, seguidos de la oración del Ángelus. Finalmente, el Patriarca impartió la bendición apostólica con la indulgencia plenaria concedida por el papa Francisco con motivo de la fiesta.

«Sin la Encarnación no hay Resurrección – subrayó fray Wojciech al final de la celebración –. Las dos fiestas están unidas en el Misterio de Cristo: la historia de la salvación, que termina en el sepulcro vacío, comienza precisamente aquí. Y recordemos las palabras de Jesús resucitado que dice a los apóstoles “¡Volved a Galilea! ¡Allí me encontraréis!: significa volver a los orígenes, recomenzar desde el inicio, y significa también volver aquí, y desde aquí recorrer la historia de la salvación, para comprenderla cada vez mejor».

A la mañana siguiente, Su Beatitud Pizzaballa presidió la celebración eucarística de la Solemnidad. Gran participación en el interior de la basílica: los cristianos locales, religiosos, religiosas y peregrinos llenaron la basílica superior de la Anunciación.