Nazaret | Custodia Terrae Sanctae

Nazaret

Los recuerdos encontrados en esta ciudad hacen de Nazaret uno de los lugares más sagrados del mundo y, sin embargo, no son las únicas cosas memorables que se presentan ante los ojos o la mente del peregrino en estos lugares. Prácticamente no hay rincón que no recuerde algo de Jesús, el que vivió aquí.
Su infancia y juventud, su vida en la pobreza, en la alegría y en la custodia de la familia, y aquí aprendió, trabajó, oró.

La Historia de Nazaret

La raíz de la palabra Nazaret (Natzrat o Natzeret en hebreo; al-Nāṣira o al-Naseriyye en árabe) se refiere al significado de “brotar”, como observó San Jerónimo, pero también al de “estar en guardia”. La posición geográfica de la pequeña ciudad de la baja Galilea confirma su vocación en el lugar de observación. Nazaret se ubica a lo largo de la vertiente más meridional del complejo de colinas que desciende del Líbano, en posición elevada sobre la llanura delantera de Izreel, el valle mencionado más veces en la Biblia es conocido también en la pronunciación griega Esdrelón, a casi 350 metros de altitud.
Pero por siglos, Nazaret está en el corazón de los peregrinos y viajantes, la “flor de Galilea”, que protege la memoria de aquel diálogo entre el arcángel Gabriel y María. Con su “sí” la joven mujer hizo del desconocido pueblo la morada del “Verbo que se hizo Carne”, del Hijo de Dios que se hizo hombre, del fruto del seno de la Virgen que se hizo flor, así como proclamaba Bernardo di Chiaravalle en su comentario sobre el misterio de Nazaret.

La Nazaret antigua

Mencionada por primera vez en los evangelios sinópticos (el Evangelio de Marcos, que es el más antiguo, es situable inmediatamente antes o después del 70 d.C.), Nazaret falta en la lista de las ciudades de la tribu de Zabulón recordadas en el libro de Josué (19,10-15). El pequeño pueblo no es citado siquiera por Giuseppe Flavio, quien fue comandante de los rebeldes de Galilea durante la primera revuelta contra Roma (66-74 d.C).

En el 1962 se recuperó un fragmento de inscripción, en escritura hebraica cuadrada, de las excavaciones de la sinagoga de Cesarea Marítima. El texto enumera las familias sacerdotales, entre ellas la de Happizzez residente de Nazaretin: el epígrafe testimonio da testimonio pues de la existencia del pueblo desde el siglo II d.C. 

Los evangelios conservan dos informaciones puntuales sobre el pueblo: Nazaret era bastante poblado para presumir de una sinagoga en la que Jesús entró un sábado (el “Sabbat” hebraico) y, abrió el pergamino del profeta Isaías, lo leyó y comentó la profecía que lo protegía (Lc 4,16-27). La otra información, de carácter topográfico, y proporcionada por el mismo paso de Lucas, que recuerda el precipicio ubicado cerca al pueblo, en el que la multitud, llena de ira, quería lanzar a Jesús al terminar su discurso mesiánico en la sinagoga (Lc 4, 28-30).

La primera mención extra-evangélica pero indirecta de Nazaret está en algunas fuentes judaicas de fines del siglo I d.C., con referencia a la comunidad judeo-cristiana que creía en "Jeshua‘ Hannozrî" (Jesús de Nazaret), los "nozrím" – nazarenos – que junto a los "miním" – herejes – fueron incluidos en la doceava oración del rezo "Shemonè Esrè", anotación insertada durante el llamado “sínodo de Jamnia-Javneh”. 

La arqueología, no obstante, ofrece otro género de testimonios. Las excavaciones han diferenciado el área ocupada por el antiguo pueblo, que la urbanización medieval y moderna ha conglobado al interior de la amplia Nazaret actual. El antiguo pueblo se extendía de norte a sur en la cima de la colina hoy ocupada por la basílica de la Anunciación, por el convento franciscano y por la iglesia de San José. Los restos arqueológicos dataron de la primera forma de frecuentación del área en la edad del Bronce Medio (2000-1550 a.C.).

Las excavaciones realizadas en el siglo pasado por padres franciscanos en el área de los santuarios, han sacado a la luz los restos de un pueblo con carácter agrícola habitado en la edad del Hierro (900-600 a.C.), que poco a poco ha ido estructurándose en simples habitaciones construidas alrededor de grutas que servían para los trabajos domésticos y para refugio de los animales. Es en este ambiente simple que José y María realizaban su vida doméstica en la que Jesús pasó su infancia. 

Nazaret no se encontraba lejos de Séforis, capital administrativa y comercial de Galilea, que entre el 10 y el 20 d.C. el tetrarca Herodes Antipa hizo reconstruir. No se excluye que los nazarenos hayan contribuido a dicha reconstrucción prestándose como mano de obra. 

Se ha propuesto que ya en el primer siglo comenzó a distinguirse en Nazaret un grupo de judíos que daban testimonio de su fe en Cristo; parte de ellos eran parientes de Jesús, de quien habla muchas veces Egesippo (siglo II), Giulio Africano (ca. 250) y Eusebio di Cesarea (siglo IV). Los textos recuerdan a Judas con los hijos Zocer y Giacomo. Pero probablemente formaba parte también el Diácono Conone: martirizado en Asia Menor durante el reino de Decio (249-251 d.C.), él, de hecho, afirmaba en el tribunal de ser de Nazaret de Galilea y de descender directamente de la familia del Señor. 

En el siglo tres, Eusebio da Cesarea en su "Onomasticon", que consiste en una lista de nombres de lugares bíblicos, pronto traducido en latín y completado por San Jerónimo, afirma que “Nazaret” le dio el nombre de “nazorei” a los primeros cristianos, se encuentra en Galilea, a 15 km de Legio, el antiguo Megido, y cercano al Monte Tabor.

Edad Bizantina

En la edad bizantina aumentan las inforaciones sobre la historia cristiana del pueblo: Epifanio (siglo IV) describió el interés que el Conde José expresó al emperador Constantino a fin de obtener el permiso para construir algunas iglesias en Galilea, y también en la misma Nazaret. Un autor tardío, del siglo IX, en la vida de Sta. Elena afirmó que la madre de Constantino habría buscado personalmente en Nazaret la casa donde María recibió el anuncio del Ángel y que le habría hecho construir magnífico templo. 

San Jerónimo, que visitó Nazaret junto con los discípulos Paola y Eustoquio, no registra la presencia de un lugar de oración cerca de la casa de María, quizás porque estuvo administrado por judío-cristianos, en comparación con la iglesia de los gentiles de la cual provenía Jerónimo.

En el siglo VI las dos comunidades, hebraica y cristiana, de Nazaret poseían cada una un lugar propio de culto: los hebreos tenían la Sinagoga y los cristianos la iglesia de la Casa de María, como recuerda el diario de peregrinaje del Anónimo de Piacenza (570 ca.). La fuente habla de una basílica donde el peregrino vio los vestidos de María, que brindaban muchos “beneficios” a quien los tocaba.

Con la llegada de los persas, en el 614, la comunidad cristiana de Nazaret debió padecer terribles persecuciones por parte de la comunidad hebraica aliada con Cosroe II. En el 630, con la reconquista bizantina de Galilea, fueron los hebreos quienes sufrieron una dura persecución, que formalmente puso fin a la presencia de la comunidad hebraica en Nazaret. 

En el 670, el peregrino Arculfo encontró ahí dos iglesias, una de la Nutrición, la actual iglesia de San José, y la Casa de María, la de la Basílica de la Anunciación. El peregrino no nombra más la sinagoga perteneciente a la comunidad hebraica.

Pocas son las noticias relacionadas con el periodo árabe que precede a las cruzadas (638-1099). Willibaldo, en el 723-726, observa la iglesia de la Anunciación, recordada aún en el 943 por el historiador y geógrafo árabe al Mas'udi.

Edad Cruzada

En el 1099, establecido el reino cruzado de Jerusalén, Tancredi di Altavilla fue nombrado príncipe de Galilea y tomó a pecho la reconstrucción de las iglesias vinculadas a las antiguas memorias evangélicas, en especial en Nazaret, en Tiberiade y en el Tabor, como escribe Guillermo de Tiro, el historiador contemporáneo de las Cruzadas. 

Sewulfo, que visitó Nazaret en el 1102, habla de un pueblo en ruinas, pero también de un monasterio ubicado en el lugar de la Anunciación, a su criterio muy bello. Nazaret, en pocos años se volvió sede episcopal; en el 1109-1100 fue transferida de Escitópolis y la Basílica de la Anunciación, adosada a dicho monasterio, fue suntuosamente reconstruida y dotada de muchos bienes. 

Las crónicas de los peregrinos medievales se refieren a la existencia de muchos otros lugares santos que tienen iglesias o capillas: San José, San Zacarías llamada también Sta. María del Temblor, la Fuente de María no lejos de la iglesia de San Gabriel, la Sinagoga y el Abismo.
En la periferia de Nazaret los cruzados edificaron la iglesia de los Santos Joaquín y Ana cerca de Séforis, como recuerdo de la tradición apócrifa que ponía la casa de los padres de María. Además, en la cima de la colina que dominaba la antigua ciudad, se estableció una fortaleza, a vista de la llanura subyacente Zebulón. También en el Tabor, el monte que domina todo el Valle de Esdrelón, construyeron una fortaleza que protegía en su interior la Basílica de la Transfiguración con el monasterio contiguo. 

El terremoto que sacudió duramente Siria en el 1170 no perdonó tampoco a Palestina, creado destrucción y desórdenes que facilitaron los ataques de los Sarracenos contra los cruzados. El pueblo de Nazaret fue presa de asalto por los sarracenos. Como soporte de los cruzados, el papa Alejandro III pidió a los fieles franceses de conceder donaciones para la iglesia de Nazaret.

La primera parábola cruzada terminó con la derrota acontecida en los Cuernos de Hattin, el 4 de julio de 1187, que provocó la toma de Nazaret por parte de las tropas de Saladino y el asesinato de los cristianos que se refugiaron en el interior de la Basílica fortificada. Raúl de Coggeshall, que visitó la Tierra Santa en aquellos dramáticos años, describe las profanaciones que “los hijos de Sodoma” perpetraron en los numerosos lugares santos. El tratado de paz estipulado con los musulmanes en el 1192, otorgó a los cristianos el control de la Basílica de la Anunciación. De este modo, el flujo de los peregrinos no fue más obstaculizado hasta la anulación del tratado ocurrida con el Sultán Malik al-‘Adil en el 1211. 

La segunda fase cruzada se inició en el 1229, con el acuerdo decenal estipulado entre Federico II y el Sultán Malik al Kamil, que concedió a los cristianos la ciudad de Nazaret junto con Jerusalén y Belén. En dicho periodo retomaron los peregrinajes y la Gruta de la Anunciación también fue visitada por el rey de Francia Ludovico IX, quien participó en la Santa Misa, el 24 de marzo de 1251.

Los Mamelucos

A partir de 1260, los mamelucos provenientes de Egipto iniciaron una acción militar contra los cruzados y contra los últimos saqueos de poder ayubí de Siria y Palestina. En 1263, el Sultán Baibars ordenó a sus milicias ocupar y demoler definitivamente los lugares cristianos: la Basílica de la Anunciación y la del Tabor sufrieron la misma ruinosa suerte. 

Durante el periodo mameluco (1291-1517), que se inició en realidad después de la caída de Acco, última fortaleza cruzada, Nazaret se vuelve un pueblo despoblado y periférico: los aventureros peregrinos que llegaron ahí son testigos de la existencia de una pequeña capilla que protegía la Gruta de la Anunciación, a la que se puede acceder pagando una tarifa a los musulmanes. Los demás lugares cristianos observados por los peregrinos de esta época fueron la Fuente de María, al lado de la Iglesia de San Gabriel Arcángel, la iglesia en la Sinagoga, protegida por los griegos y la gruta en el Monte del Abismo (Ricoldo di Monte Croce, 1294; Iacopo da Verona 1335; Fray Niccolò da Poggibonsi, 1347; Fray Francesco Suriano, 1485). En el siglo XIV una pequeña comunidad de franciscanos se estableció en Nazaret pero fueron pronto obligados a abandonarla. 

Edad Otomana

Durante el largo imperio turco otomano (1517-1917), la iglesia griega se beneficiaba con mayor soporte y ventajes por parte de los Sultanes respecto a la latina, debido a su ubicación geográfica en el mismo imperio. En Nazaret, por ejemplo, la iglesia de San Gabriel era oficiada por el clérigo griego, como evidencia el Guardián Bonifacio da Ragusa durante su peregrinaje a los lugares santos.

En el 1620, gracias al emir druso de Sidón Fakr-el Din II, el Guardián Tommaso Obicini da Novara tomó posesión de la Gruta de la Anunciación, de las ruinas de la basílica de Nazaret y la de la Transfiguración en el Tabor. Los franciscanos reactivaron así el culto latino. A la llegada de los franciscanos siguió el de los Maronitas y los Melquitas, católicos de rito oriental que forman aún hoy la mayoría de la comunidad cristiana de la ciudad.

La prepotencia otomana contra los cristianos recayó también en los residentes de Nazaret: en el 1624, el pueblo fue saqueado por orden del Emir Tarabei y los franciscanos huyeron junto con los habitantes para no ser capturados. A la muerte del emir Fakr-el Din (1635), defensor de los franciscanos, se intensificaron las persecuciones contra los monjes. En el 1638, los habitantes del pueblo cristiano de Nazaret fueron atacados por los musulmanes de Séforis y, aunque el intento de defensa se hizo posible gracias a las potentes ruinas de la iglesia cruzada, la población fue conquistada, las habitaciones quemadas y los habitantes en fuga. Dentro de fines del mismo siglo, los franciscanos buscaron muchas veces hacer valer sus derechos contra las continuas devastaciones ordenadas por el jefe de Safed, quien hizo incendiar la iglesia y los alteres y asaltar repetidamente el convento en busca de dinero.

Finalmente, en el 1730 fue posible reconstruir encima de la gruta de la Anunciación una pequeña iglesia cuadrada, contigua al nuevo convento franciscano, que fue bendecida por el Padre Guardián Andrea da Montoro, el 15 de octubre del mismo año. A falta de una autoridad gubernamental, la comunidad franciscana, por buena parte del siglo, asumió también la carga de la administración civil y judicial en Nazaret y en otros pueblos alrededor por cuenta del Pachá de Sidón y del gobernante de Acco. En el 1789, Nazaret tuvo su propio Gobernante que residía en un palacio y era honrado como un príncipe. 
Durante el 800, el imperio Otomano comenzó a sufrir los impulsos nacionalistas árabes, que llevaron a la política más liberal y reformista del Sultán Abdülmecid I (1839-1861). También Nazaret se benefició de la mayor apertura y estabilidad económica que le permitió un rápido desarrollo. La comunidad estaba formada especialmente por cristianos pertenecientes a diversos ritos (4000 fieles cristianos y 2000 musulmanes).

Con el incremento del número de fieles la capacidad de la pequeña iglesia franciscana se volvió inadecuada, así en el 1877 se

decidió agrandar la nave. Esta iglesia fue usada hasta la construcción de la actual.

El último siglo

Cuando Nazaret, en el 1918, fue presa de las tropas británicas guiadas por el general Allenby, la población era de casi 8000 personas, de las cuales un tercio eran cristianos divididos en griegos ortodoxos, melquitas, maronitas y latinos. Los ingleses trajeron una discreta libertad y seguridad al país y Nazaret conoció una nueva era de prosperidad jamás antes conocida, volviéndose en el centro administrativo de Galilea. A fines del periodo (1948) el número de habitantes era de casi 18.000, más del doble.

Al final del mandato, los cristianos en Palestina eran 100.000: casi 10.000 residían en Nazaret. El 85% de los cristianos palestinos vivían de hecho al norte, divididos en 24 denominaciones diferentes: el 60% en centros urbanos entre ellos Nazaret y Haifa, y los restantes en los pueblos de Galilea. Nazaret, durante el Mandato, vio florecer diversas actividades caritativas, sociales y políticas respaldadas por varias iglesias. 

Después del nacimiento del estado de Israel, en 1948, a la que siguió la primera guerra árabe israelí, la ciudad entró a formar parte del nuevo estado. No fue sencillo para las iglesias locales, formadas por fieles de etnia árabe en conflicto con la hebraica, el pasaje a la nueva actitud estatal israelí.

La guerra por la independencia israelí cambió mucho la distribución de los árabes en el territorio: al final de la guerra, en Nazaret se establecieron aproximadamente 12.000 refugiados en los pueblos musulmanes palestinos, cuya presencia provocó un brusco vuelvo de los porcentuales, que continuará con los años, hasta hacer registrar, en el último decenio del siglo XVIII, una presencia de musulmanes que suma el 70% de toda la población nazarena. 

A inicios de los años ’60 del siglo XVIII, se contaba en Nazaret con algo menos de 60.000 habitantes; después de más de cincuenta años la población ha crecido enormemente a casi 307.000 del 2012. No obstante, hay un dato que contra distingue a la población respecto de las otras del Distrito del Norte, de la cual es parte: sobre el total de la población, sólo el 21,5% es de etnia hebraica. 

De hecho, para el resto del distrito, las estimaciones de la Oficina central israelí para las estadísticas son muy diversas: sobre una población de un millón y trescientos cincuenta mil habitantes cerca del 53% son árabes, el 44% hebreos y el 3% de otras etnias (datos del 2012). Nazaret confirma, por ello, su persistente fisionomía árabe.
Desde 1957, en la parte alta de Nazaret surgió un barrio residencial, de mayoría hebraica, llamado Nazaret Illit (“Alta”), que alberga el Palacio de Justicia y el Municipio. Además, en los últimos diez años la ciudad se ha extendido posteriormente en las colinas que la rodean, gracias a la construcción de nuevos barrios residenciales que alojan especialmente a familias árabes.

Sin embargo, aún se debe identificar la grandeza de la nueva Basílica de la Anunciación en la pequeña ciudad, que atrae cada año a millones de peregrinos locales y extranjeros. La Basílica fue inaugurada en el 1969, bajo el proyecto del arquitecto Giovanni Muzio.
Actualmente, la parroquia latina cuenta con casi 5000 fieles y es considerada entre las comunidades más dinámicas de la Tierra Santa.

Las excavaciones en la propiedad franciscana

El Fray Benedict Vlaminck fue el primero en investigar el subsuelo alrededor de la gruta sagrada. Publicó los resultados de sus descubrimientos en el año 119900 en su “A Report of the Recent Excavations and Explorations conducted at the Sanctuary of Nazareth” (Informa de las Recientes Excavaciones y Exploraciones realizadas en el Santuario de Nazaret). En 1892 descubrió una segunda gruta al fresco, llamada luego Conone, ubicada al oeste de la venerada y con los restos bizantinos de pavimentos en mosaico. En dicha ocasión se hizo el primer relieve del plano de la iglesia cruzada, que contenía los restos bizantinos.

En el año 1889 y luego entre 1907 y 1909, se realizaron otras investigaciones por parte del padre Prosper Viaud y los resultados fueron prontamente publicados en 1910, enriquecidos con bellas ilustraciones en el volumen “Nazareth et ses deux églises de l'Annonciation et de Saint-Joseph” (Nazaret y sus dos iglesias de la Anunciación y de San José). Los descubrimientos obtuvieron un inmediato eco gracias al hallazgo del mosaico con la corona y el monograma de Cristo, junto con los famosos capiteles cruzados que representa historias de los Apóstoles, escondidos dentro de una gruta bajo el pavimento del locutorio del convento. Parece cierto que los capiteles, quizás nunca puestos en obra, hayan estado escondidos hasta el fin del periodo cruzado para protegerlos de las depredaciones y destrucciones musulmanas.

Se practicaron otras excavaciones durante la construcción del nuevo convento franciscano en 1930, pero los diarios con las anotaciones se perdieron durante la segunda guerra mundial.

El proyecto de la construcción de la nueva Basílica de la Anunciación, inaugurada en 196, fue la ocasión para iniciar investigaciones más profundas y extensas sobre el pasado del pueblo y los restos antiguos. 

Las investigaciones arqueológicas fueron dirigidas por el padre Bellarmino Bagatti, uno de los padres fundadores de la tradición arqueológica del Studium Biblicum Franciscanum, experto conocedor de la antigüedad del país. 

En marzo de 1955 se derribaron las estructuras de la iglesia franciscana construida en 1730 y ampliada en 1877, del antiguo convento y de las escuelas. El espacio que se encontraba al norte de la Gruta sagrada, finalmente libre de estructuras, fue explorado entre abril y junio del mismo año, con ayuda de más de 120 obreros locales que excavaron diariamente, bajo la atenta mirada del p. Bagatti y de su colaborador p. Gaetano Pierri, limpiaron un área de aproximadamente 90 x 60 metros. Las investigaciones terminaron especialmente para conocimiento del pueblo, sus características materiales y su desarrollo en el tiempo.

Los trabajos permitieron explorar la zona en el este, sur y norte de la 

Gruta y sacaron a la luz los restos de la iglesia cruzada, la bizantina y del antiguo pueblo.
De la iglesia cruzada, más allá del muro norte y algunas otras estructuras ya bien documentadas en el pasado, se pusieron completamente a la luz los ábsides y los muros perimétricos, fue descubierto el cementerio que se extendía al este y al mismo tiempo se recuperaron muchísimos elementos de columnas de granito y bloques esculpidos que pertenecían a la decoración del próspero santuario. 

En el complejo de edad bizantina se investigaron: la iglesia, con los ábsides, las tres naves y la sacristía; el monasterio, con los restos de los pavimentos musivarios de los ambientes ubicados al sur de la iglesia; y, finalmente, el espacio reservado al altar donde se puso a la luz también una cisterna para agua. 

La excavación del pueblo, cuyos restos aún pueden ser visitados al interior del área arqueológica al lado de la Basílica, pone a la luz un sistema de grutas naturales y artificiales que fueron parte integrante de las habitaciones. Se encontraron también diversos silos para los granos y cisternas para agua, cuyo vaciado ha devuelto cerámica que da testimonio de una afluencia del sitio de la edad del hierro a la moderna. Se encontró también una serie de tumbas que datan del Bronce Medio.

Durante la construcción del nuevo santuario nació también la exigencia de coservar mejor los mosaicos bizantinos. Para ello, se retiraron y colocaron sobre una nueva base. Posteriormente, se aprovechó la ocasión para investigar también las áreas subyacentes a los mosaicos. Con suma sorpresa del p. Bagatti y de sus colaboradores, salieron a la luz los restos de un muy

El edificio pre-bizantino

En el año 1959, durante la construzione de la nueva Basílica, los mosaicos bizantinos fueron retirados para ser mejor conservados y vueltos a colocar al término de las obras. Una vez retirados, con gran sorpresa se descubrió que debajo del pavimento de la iglesia y del convento se encontraban diversos bloques de piedra con enlucidos pintados y grafitis que pertenecían a un edificio de culto muy antiguo. 

En especial, debajo del mosaico de la nave central, en el mismo espacio en el que se ilustran las pequeñas cruces y el monograma de Cristo, sale a la luz una tina cortada en la roca, de forma cuadrada, con lados de casi dos metros, una profundidad de 1,60 metros, con escalones pequeños en el lado sur. La tina presenta en el fondo, en el ángulo noreste, un pequeño pozo circular con una ulterior depresión cerca del ángulo. En el enlucido de las paredes se encuentran trazos de incisiones realizadas cuando el mortero aún estaba fresco e interpretadas por el P. Testa como ilustraciones de escalas (alusiones a la “escala cósmica”), cruces y barcas.

La tina fue cerrada y vuelta a llenar con diversos pedazos de piedra, cerámica que data de fines del siglo IV y, en la capa superior, con muchos fragmentos de enlucido blanco y de color que conservan trazos de escritos grafitos en idioma siríaco. Esta tina se asemeja, en la forma, a la cripta de San José, pero no está revestida de mosaico. El P. Bagatti, que pensó era inicialmente una tina para el vino, se convenció luego de que por el contrario sirvió para el culto. La semejanza con la de San José lo llevó a suponer que se trataba de una tina bautismal para la iniciación judeo-cristiana. No todos los estudiosos compartes esta interpretación. La Taylor, en modo especial, considera ambas tinas (la de San José y la de la Anunciación) mejor dirigidas a las actividades agrícolas del pueblo, para la recolección del prensado del vino.

También, debajo de la nave sur y en la zona del convento se han encontrado diversos materiales ediles, usados para realzar el nivel del pavimento: piezas de enlucido pintados y grafitis, cerámica, monedas ilegibles, fragmentos de tejas para el techo y fragmentos de lastre de mármol para revestimiento de paredes o de pavimentos. Se ha recuperado también, unas setenta piezas grandes arquitectónicas, también enlucidos, que debían pertenecer a un edificio de culto destruido: capiteles, rocas y bases de diversas columnas de piedra local llamada “nari”, bloques de donde partían los arcos de la nave (situados en doble arco), diversos marcos trabajados, parteluces de puerta y piedras cuadradas.

Los restos del antiguo pueblo

Las excavaciones realizadas a partir del año 1955 por el P. Bellarmino Bagatti han sacado a la luz parte del área ocupada por el antiguo pueblo, hoy incluso en la Nazaret moderna. Se investigó, en especial, el espacio que era ocupado, hasta 1930, por el convento franciscano, construido a su vez sobre el palacio obispal de la época cruzada. 

El poblado descendía a lo largo de la pendiente de la colina, en el espacio que hoy separa los dos santuarios franciscanos de San José al norte y de la Anunciación al sur. El pueblo estaba rodeado al norte por una especia de anfiteatro natural, formado por colinas que llegan a unos quinientos metros de altura, mientras que al oriente y occidente estaba delimitado por valles que llegaban hacia la llanura de Esdrelón. 

El precipitado flanco de la colina, en la vertiente este, descendía al precipicio: hoy el valle oriental aún se puede reconocer a lo largo del Camino Pablo VI, que une la parte baja de la ciudad con la moderna Nazaret Illit. El desarrollo moderno de la ciudad ha cubierto por el contrario el valle occidental, que debía concluirse en la zona del actual suk, donde había también una fuente de agua. 

Los límites norte, sur y oeste del pueblo han sido identificados gracias al hallazgo de tumbas del Bronce Medio en la edad bizantina. La abundante presencia de manantiales de agua natural, que facilitaban la vida del pueblo, está evidenciado por la “fuente de María” ubicada al norte del pueblo evangélico, que hoy fluye de la roca encerrada en la iglesia griega de San Gabriel y que es llamada por los locales “Ain Sitti Maryam”.

Las excavaciones conducidas por el P. Bellarmino Bagatti, han sacado a la luz los restos de un pueblo agrícola frecuentado a partir de la edad del hierro II (900-600 a.C.), a medida que se estructuraba alrededor de simples habitaciones que usaban las grutas subterráneas, excavadas en la suave roca calcárea. Éstas formaban parte de las casas y eran usadas para los trabajos domésticos y como refugio de animales. Mientras que las habitaciones verdaderas, en albañilería, estaban ubicadas en la superficie o acercadas a las grutas. 

Debido a diversos edificios construidos en el área, quedaban pocos trazos de las casas antiguas y cuando el P. Bagatti inició las investigaciones adoptó la opción de excavar hasta la roca natural. La recolección de datos arqueológicos se vio por ello a menudo limitada a los trazos encontrados en la roca.

El carácter agrícola del pueblo está evidenciado principalmente por numerosos silos, bocas con forma de pera con un cuello circular tapada con piedra, excavados en la suave caliza rocosa. Los silos debían conservar los granos recogidos y llegaban a los dos metros de profundidad. Eran ingeniosamente organizados uno sobre el otro, en más niveles, y unidos por galerías que facilitaban el almacenaje de la mercancía y la aireación de los granos. Junto con los silos se hallaron las cisternas que recogían el agua pluvial. Prensas para aceite y para uvas sostenidas por celdas aceiteras y vinateras, formaban parte de complejo productivo del cual también se encontraron los molinos de piedra.

Estudiando la conexión entre los silos y la disposición de las cisternas para agua ha sido posible rastrear los límites supuestos entre las diversas propiedades: éstas debían ser autosuficientes desde el punto de vista hídrico. El P. Eugenio Alliata ha podido interceptar al menos cuatro áreas distintas, con grutas y silos unidos, que supuestamente pertenecerían a cuatro núcleos habitables diversos. 

La gruta venerada, ubicada en la vertiente meridional del burgo, pertenecía con toda prueba a uno de estos complejos que, hasta cierto punto, desarrolló también un área productiva, que contaba con una prensa de olivos, de lo que queda la prensa con la tina de colección del exprimido y de las celdas vinateras o aceiteras.

Como ya se observó, las grutas excavadas en la roca, como la de la Anunciación, fueron ambientes subterráneos de las casas. Estos estaban compuestos por una o más habitaciones de mampostería, quizás equipadas también con pisos superiores. Las grutas eran usadas como almacenas en los que se podía cargar la mercancía dentro de los silos, o bien como establos para los animales; pero podían servir también para las diversas actividades domésticas y para alojar pequeños hornos. 

Un óptimo ejemplo de habitación semi-rupestre se puede visitar en el área arqueológica al lado de la basílica. Se observa una gruta con un dormitorio opuesto del cual queda la primera hilera de piedras. En esta gruta, excavando debajo del pavimento del locutorio del convento, el P. Viaud descubrió los cinco espléndidos capiteles cruzados ahora conservados en el museo. En la gruta se conserva aún un horno hallado en la arista de noroeste, y se pueden observar algunas bocas de silos en el pavimento. Las manijas halladas en la roca y un cebador, refiere al uso de la gruta como establo, al menos por un cierto periodo.

La historia de la ocupación humana de Nazaret es resumida por algunos grupos de tipologías cerámicas expuestas en el museo: van del II milenio a.C. al 1500 d.C. 

Los vasos del Bronce Medio I y II (2000-1550 a.C.) y del Bronce Tardío (1550-1200 a.C.) proceden de las tumbas encontradas al exterior del muro meridional de la basílica cruzada. Las del Hierro I (1200-1000 a.C.) por una tumba descubierta en las pendientes de la montaña en el barrio occidental del centro poblado (casa Mansour). El Hierro II (1000-586 a.C.) está representado por una jarra de cuello estrecho con doble asa y embudo, encontrada en un silo al este de la basílica. Los candiles y las ollas del periodo romano provienen del bibelot funerario de la tumba llamada “Laham” descubierta al sur del santuario en 1923 en la propiedad de Wasif Laham, tumba formada por una habitación sepulcral con 13 nichos en “kokhim”. Los platos vidriados abarcan el periodo medieval, hasta el siglo XVI, y provienen de diversas áreas, dando testimonio así, de una buena vitalidad económica de la ciudad.

Recientes excavaciones arqueológicas (2009) realizadas al interior de la propiedad que aloja el “Centro Internacional María de Nazaret”, que se encuentra al norte de la vasta propiedad franciscana, ha llevado al descubrimiento de una modesta habitación de la edad herodiana similar a las encontradas en las excavaciones franciscanas. Este edificio estaba compuesto de dos habitaciones y un patio, en el cual se excavaron pozos y una cisterna para la recolección de agua.

La Iglesia Bizantina

Según la tradición llegada de Epifanio ("Panarion" XXX.II.10) fue el Conde José de Tiberiade, un hebreo convertido en el tiempo de Constantino, quien solicitó poder construir la primera iglesia cristiana, en el pueblo de Nazaret, en la primera mitad del siglo IV. No existen testimonios ciertos sobre el éxito efectivo del Conde en la tentativa de construir una iglesia, pero esta hipótesis se ha considerado probable. Hacia el año 383, la peregrina Egeria vio “una gran y espléndida gruta” en la que la Virgen María habría vivido, con un altar en el interior y un jardín en el que el Señor se entretenía después del regreso de Egipto”. 

En los testimonios de los primeros siglos, se descubre la tendencia no hablar de los lugares de culto que no pertenecen a la tradición propia. Como ejemplo, San Jerónimo y Epifanio. En el caso específico de Nazaret se ha supuesto que existiera un lugar de oración en la casa de María pero no no haya sido observado por autores de linaje gentil, ya que estuvo custodiado por la comunidad judío cristiana. De hecho, Jerónimo al escribir sobre el peregrinaje hecho en compañía de Paola y Eustoquio, no habla de iglesias en Nazaret pero cita el pueblo. Se deduce de ello que Nazaret formaba parte de los lugares visitados por los peregrinos hasta de los primeros siglos.

Para obtener una mención directa de la iglesia es necesario esperar el año 570, con la visita del Anónimo de Piacenza ("Itinerarium", V). Él observó el pueblo, también la “casa de María” transformada en iglesia, además de la sinagoga oficiada por hebreos.

De la situación posterior a la conquista árabe del año 638 queda la descripción del peregrino Arculfo, que contó al abad Adamnano haber visto en Nazaret dos iglesias muy grandes: “una, en la que fue criado nuestro Salvador”, la otra “que es conocida por haber sido construida en el lugar de la casa donde el Arcángel Gabriel se dirigió a María”.
De estas dos iglesias quedó sólo la de la Anunciación, como se deduce del testimonio de Willibaldo en el año 724-26, quien habla sólo de la Anunciación, ya en cuidado de los musulmanes. 

El último testimonio pre-cruzado es del histórico árabe al Mas’udi, del año 943: menciona haber visitado Nazaret y de haber encontrado ahí “una iglesia muy venerada por los cristianos y donde se encuentran los sarcófagos de piedra con huesos de muertos, de los cuales se exuda un ungüento similar al jarabe con el cual se untan los cristianos por devoción”. Probablemente se trata de sepulcros ubicados en la iglesia y muy venerados por los fieles.

De la iglesia bizantina, cuyas ruinas, sobrevivientes del decaimiento, dejaron espacio al nuevo edificio eclesiástico construido por los cruzados, permanecen sólo algunos muros a nivel de los cimientos y lacertos de pavimentos en mosaico. Las excavaciones del siglo pasado han permitido complejamente volver a trazar el plano de los edificios: éstos consistían en una iglesia orientada al este-oeste, precedida de un altar y adyacente al lado sur de un monasterio. En el complejo, dichos edificios abarcaban un área de 48 metros de longitud de oeste a este, por 27 metros de norte a sur.

Los arquitectos bizantinos incluyeron al interior de la iglesia los ambientes formados por las Grutas: no se trata de una novedad, de hecho eran diversas las iglesias bizantinas, como la de Tabga o Getsemaní, que contenían en su interior las rocas veneradas, como la Natividad, construidas alrededor de la gruta. 

La iglesia estaba formada por tres naves, de ellas la central estaba cerrada por un ábside semi-circular. Las grutas, al menos dos, estaban incorporadas al interior de la nave del norte y se encontraban en un nivel más bajo: motivo por el cual de la nave central se descendía a la lateral a través de escaleras. Al fondo de la nave del sur se encontraba un ambiente rectangular, que ha sido interpretado como sacristía. La iglesia al exterior era de unos 19,50 metros de largo y, comprendido el altar, 39,60. La nave central tenía un ancho de 8 metros.

El altar que precedía a la iglesia cubría una gran cisterna usada hasta el año 1960 y llamada comúnmente “cisterna de la Virgen”. Del monasterio queda una fila de habitaciones, mientras que la zona más cercana a la iglesia ha sido irremediablemente destruida por los edificios cruzados.

El aspecto más conocido de la iglesia bizantina son los mosaicos del pavimento, presentes en la zona de las grutas o en la de las naves y en el monasterio. La comparación con algunos mosaicos, orientados hacia el sur, en lugar de hacia el este, hizo suponer que no todos fueron realizados por la iglesia bizantina pero que constituyeron por el contrario el pavimento de un edificio más antiguo orientado hacia las grutas. 

El mosaico de la nave central, ya observado durante las excavaciones del p. Próspero Viaud, está orientado hacia el norte. Dibuja en el fondo blanco el monograma de Cristo encerrado dentro de una corona unida en lo bajo con dos cintas; en el campo inferior están colocadas las tres cruces entre ellas una cósmica, con cuatro pequeñas cruces a los lados. Es de observar que para la ejecución de este mosaico se emplearon tejidos de dimensiones diversas.

El mosaico en el ingreso de las grutas fue por el contrario hallado por el fray Benedetto Vlaminck, mientras realizaba un sondeo más allá de los muros de la cripta del siglo XVIII. Él encontró, a lo largo del flanco oeste de la Gruta de la Anunciación, los restos de otra gruta con frescos, que tenía en su ingreso un mosaico con inscripción en griego, en la que se cita al diácono Conone de Jerusalén, como donador del mosaico, homónimo del Conone de Nazaret, pariente de Jesús, mártir en el siglo II. Este mosaico también orintado hacia el norte, como el mosaico de la nave central, está diseñado con un tapiz de recuadros unidos a líneas diagonales en intervalos con rombos; al interior de los cuadrados se hallan cruces y otros motivos geométricos. La inscripción está ubicada en un ángulo al ingreso de la gruta llamada “de Conone”. En esta pequeña gruta hay un pavimento que, siempre en fondo blanco, presenta un recuadro más grande unido con líneas diagonales a un recuadro central, más pequeño, y a los lados con rombos; aquí también aparece el monograma de Cristo.

Los mosaicos propiamente construidos por la iglesia bizantina son aquellos orientados al este, que se observan en la nave lateral del sur: quedan los trazos de los marcos geométricos que debían escuadrar toda la nave. Un mosaico más antiguo fue posteriormente cubierto por un segundo. El mosaico primitivo tenía un marco de escamas de peces y en el interior una pequeña flor, reemplazada luego por un marco más elaborado que presenta un trenzado de círculos y rombos. Este segundo mosaico se distancia de todos los demás encontrados ya que es mucho más elaborado. 

En el extremo oriental de esta misma nave, dentro de la sacristía, existen los trazos de otro mosaico, en el estilo de la nave central y de la gruta de Conone, con recuadros y rombos en fondo blanco.
También los ambientes del monasterio fueron pavimentados con mosaicos, conservados especialmente en dos salas contiguas, una más pequeña y una rectangular más grande. En la primera se encuentra un marco de aspecto de cuerdas trenzadas; en la segunda hay un cruce de ramos floridos que forman rombos y un marco trenzado y en la parte de arriba con círculos, limitada a la parte este de la sala. En esta habitación más grande, hacia el centro, se hallaron también los restos de una jarra de terracota fija al pavimento.

Aquello que hace todos estos mosaicos particularmente valiosos es la presencia de signos inequívocamente cristianos, como las cruces simples, cósmicas y monogramas. Este elemento, que se conforma en el espacio religioso bizantino, contribuye a establecer el "terminus ad quem" dentro el cual se colocó la factura del pavimento, ya que un decreto de Teodosio II, en el año 427 (Cod.Just. i.8.I), proscribió la ilustración de cruces en los pavimentos. 

La comparación más cercana para los mosaicos de Nazaret es la de la iglesia de Shavei Zion del siglo V, que además de presentar la cruz conserva evidentes semejanzas en los motivos geométricos.

A la iglesia bizantina pertenecían también algunos fragmentos arquitectónicos hallados en las excavaciones: por ejemplo cinco salmeres de piedra blanca decorados con cruces a los lados, cuya colocación era probablemente entre los capiteles de estilo corintio y el inicio del arco de la nave. Salieron también a la luz seis bases altas de columnas, que probablemente ya pertenecían al edificio más antiguo. 

Otros fragmentos diversos pertenecen por el contrario a las balaustradas que dividían la nave del presbiterio: los pilares de forma cuadrada sostenían los paneles de mármol decorados con sarmientos, cruces y coronas e inscripciones en griego de las que queda algunos fragmentos.

Según el p. Bagatti, poniendo juntos los elementos estilísticos y arquitectónicos, la iglesia bizantina puede ser ubicada en un periodo muy amplio que va desde inicio del siglo V hasta el VII-VIII.

Se excavaron diversas grutas en la colina rocosa que descendía de norte a sur, usadas como parte de habitaciones o para las instalaciones productivas. Entre ellas, sólo dos formaron parte del Santuario: una más amplia, venerada por la Anunciación, y una más pequeña e irregular conocida como la gruta de Conone. Las grutas sufrieron muchas transformaciones especialmente en la edad medieval, cuando la de la Anunciación fue ampliada y la de Conone destruida y enterrada en parte. Pero es bastante posible que hasta la primera inclusión al interior del lugar venerado éstas hayan sido ya modificadas en su forma. 

La gruta de la Anunciación se presenta hoy como un espacio irregular de 5,50 metros de norte a sur y de 6,14 de oeste a este, con un pequeño ábside en la pared este. De la edad bizantina quedan, en el lado norte, algunos lacertes de enlucido de pocas capas, que recubría probablemente toda la roca expuesta de la Gruta. Es de mucho interés, en la segunda capa, algunos trazos de dibujos con escritos.

La segunda gruta, llamada de Conone, antiguamente podría haber sido un espacio memorial con un mostrador realzado. El ambiente fue enterrado en el medioevo. En la pared del este existen seis capas de enlucido sobrepuestas. Hoy es visible el enlucido más antiguo, el que representa una banda con plantas floridas y corona y una inscripción en idioma griego. Según Bagatti y Testa la inscripción dibujada nombra a Valeria “sierva del Señor Cristo”, quien hizo “una memoria para la luz”, es decir hizo decorar la gruta con la representación de un Paraíso florido en memoria de un mártir, quizás el mismo Conone de Nazaret. En el enlucido fueron dibujos también una serie de nombres e invocaciones a Cristo; una moneda data de este enlucido más antiguo de la segunda mitad del siglo IV.

Nazaret cruzada

Con la conquista cruzada de Jerusalén (1099), el Principado de Galilea fue entregado a Tancredi d’Altavilla, quien estableció la capital en Tiberiade. El Principado permaneció siempre vasallo del Reino del Jerusalén, asignado a familias originarias del norte de Francia y en especial modo, a partir de 1120, a la dinastía de los Bures de Île-de-France. 

Un obispo latín de nombre Bernardo ya activo en Nazaret en 1109-1110, a la cabeza de un capítulo de canónicos regulares que se ocupaban del servicio litúrgico y del recibimiento de los peregrinos. Bajo el obispo Guglielmo (Guillermo: 1125-1129), sucesor de Bernardo, Nazaret se volvió arquidiócesis metropolitana con jurisdicción en toda Galilea y con dos sufragáneos guiados por el abad del Monte Tabor y el obispo de Tiberiade. 

La Gruta de la Anunciación, fue englobada en una nueva construcción solemne y se volvió punto de numerosos peregrinajes. El primer testimonio escrito en la basílica cruzada data de 1106-1107 y es del peregrino ruso Daniele, quien cuenta haber visto levantarse, en el centro del pueblo, una gran e imponente iglesia, que conservaba en su interior la gruta en la que el Ángel le hizo el anuncio a María.

En el testimonio, los trabajos para la construcción de la imponente basílica se iniciaron bastante pronto, quizás gracias a las abundantes donaciones que Tancredi hizo a la iglesia de Nazaret. La basílica, servida por canónicos regulares, se ubicó al lado del palacio episcopal y fue dotada de un hospital para recibir a los peregrinos, así como de una rica biblioteca. Además, el arzobispo tenía a su servicio seis caballeros y casi ciento cincuenta sargentos. La arquidiócesis se volvió muy rica tanto que se jactaba de tener propiedades desde el oriente hasta el sur de Italia, pueblo que contaba, en 1172, casi dieciséis iglesias dependientes de Nazaret. 

Es innegable que la catedral de Nazaret, en sus formas refinadas, así como demostraron los restos arqueológicos, reprodujo el bienestar y el prestigio del arzobispado. Los cruzados más allá de la Anunciación, construyeron al menos otras dos iglesias, la de San José y la de San Gabriel, que incluía el pozo en el que María, según el protoevangelio de Giacomo, encontró al Ángel antes de recibir el anuncio en la habitación.

Aunque no se puede verificar la dimensión de los daños que la ciudad sufrió en el catastrófico terremoto que el 29 de junio de 1170, azotó duramente Siria y la ciudad de Tiro, es cierto que Nazaret fue objeto de saqueos musulmanes que siguieron al terremoto. Los nazarenos y los religiosos fueron capturados y encarcelados. En diciembre del mismo año, el papa Alejandro III, motivado por una llamada de Letardo, Arzobispo de Nazaret, escribió a los cristianos de Francia para que socorrieran a la ciudad. El Padre Bagatti, que dirigió las excavaciones de Nazaret, sostiene también que la iglesia sufrió los daños del terremoto. Según el arqueólogo, el sismo hizo una divisoria entre el momento de construcción y el de decoración del edificio, hizo posible la contribución de Francia. La relación entre Nazaret y Francia debe haber sido muy estrecha, dado que el mismo estilo arquitectónico y escultural con el que se decoró la catedral es del estilo francés del siglo XII, especialmente de Borgoña, Ile-de-France, Viennois y Provenza. 

El peregrino griego Giovanni Focas de 1177 (o quizás de 1185) describió una gruta de la Anunciación modificada respecto de la de inicio de siglo y espléndidamente decorada. Los indicios llevan a pensar que la construcción y parte de la decoración de la catedral fueron terminados ya dentro de finales del siglo y antes de los ataques sarracenos. En 1183, los habitantes de Nazaret fueron presa de asalta por primera vez por las tropas de Saladino, que acamparon en las alturas cercanas obligando a todo el pueblo a refugiarse en la iglesia construida con sólidos muros.

La iglesia sirvió de fortaleza y refugio incluso después de la derrota de los cornetas de Hattin, en julio de 1187, cuando los habitantes fueron presas del asedio del emir de Saladino, Muzafar al-Din Kukburi. El asedió llevó a la conquista de Nazaret, al exterminio de los ciudadanos y a la profanación del edificio sagrado, que sin embargo no fue destruido.

Por casi cuarenta años la ciudad y su arquidiócesis permanecieron en manos de musulmanes y solo una serie de treguas y concesiones permitieron a los religiosos retomar las celebraciones en la basílica y de hospedar a los peregrinos.

Nazaret y el camino que unía a Acri fue formalmente sometida al control cristiano en enero de 1229, gracias al acuerdo realizado entre Federico II y el Sultán al-Malik al Kamil; el control franco de la ciudad fue confirmado aún en 1241, pero parece que el arzobispo lo había hecho regresar no antes de 1250.

La última generosa donación de muebles, paramentos y vestimentas sacerdotales a la catedral fue realizada por el rey de Francia Luis IX, quien acudió en peregrinaje a Nazaret en marzo de 1251.

Finalmente, en abril de 1263 la ciudad fue presa de un asalto por uno de los emires del sultán Baibars: el pueblo fue saqueado y la imponente basílica cruzada destruida para siempre. Salvada de la destrucción, la Gruta de la Anunciación permaneció hasta 1730 como único lugar aún accesible a los cristianos del lugar y a los peregrinos, los cuales no obstante eran obligados a pagar una tasa a los guardianes musulmanes.

La primera iglesia franciscana del siglo XVIII

En el siglo XVIII, en Nazaret, las comunidades cristianas vivieron un momento de mayor tranquilidad. Es prueba de ello el hecho de que en 1730 el Pachá permitiera la construcción de una nueva iglesia sobre la sagrada Gruta, a ser realizada en seis meses, el tiempo necesario para su peregrinaje a la Meca. El 15 de octubre de 1730, el Guardián Pedro de Luri consagraba la nueva iglesia, que finalmente pudo acoger a la comunidad local latina ya en continuo crecimiento. El día de la inauguración, de hecho, se hizo la confirmación a más de cien católicos. El crecimiento de la comunidad alienta la Custodia a comisionar, en el año 1877, el alargamiento de la misma iglesia, gracias al soporte del padre Cipriano da Treviso, comisario de Tierra Santa.

El edificio tenía una orientación norte-sur, con la gruta de la Anunciación, precedida por una breve antecámara, encerrada en la cripta debajo del presbítero. La iglesia fue descrita, en las crónicas de Tierra Santa contemporáneas, como la más bella poseída por la Iglesia Latina en oriente. El padre Elzear Horn, en 1742, realizó diversos dibujos que indican bien la organización de la Gruta debajo del presbiterio, al que se puede llegar por una escalinata. En la antecámara a la Gruta estaba la Capilla del Ángel, con bóvedas de cruceta sostenidas por las cuatro columnas en granito hoy todas visibles. En la antecámara, a la izquierda, estaba el altar dedicado a San Gabriel. En la gruta se ubicaba en el fondo el altar leñoso, abundantemente decorado con una pintura que ilustra la Anunciación y, debajo del altar, el punto exacto de la Encarnación, señalado por el escrito en plata: “Verbo Caro hic factum est”. Todas las ilustraciones del siglo XVIII muestran la columna despiezada y la completa, que desde siglos indican el lugar en el que se encontraba el Ángel Gabriel y la Virgen durante el Anuncio. El ambiente estaba unido, por una antigua zanja, a la gruta llamada la “Cocina de María” y al convento franciscano.

La iglesia superior tenía dos altares a lo largo de los flancos dedicado uno a San Francisco y el otro a San Antonio de Padua, y dos altares laterales en la zona absidal, dedicados a San José, esposo de

El nuevo santuario

Ya a fines de la primera guerra mundial, la Custodia manifestó, al Papa Pío IX, la idea de construir un santuario más digno, en el lugar de la Anunciación. Muchos años después, en 1954 si presentó la ocasión ideal: el primer centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Para celebrar este suceso el padre custodio Giacinto Faccio, decidió emprender las obras, que incluyeron la demolición de todas las estructuras del siglo XVIII y las investigaciones arqueológicas de los restos antiguos.

El conocido arquitecto Antonio Barluzzi, que había realizado importantes santuarios para la Custodia, como el Getsemaní, el Tabor y el Dominus Flevit, fue el primero en recibir el encargo de la planificación del nuevo santuario. Un artículo con los dibujos de su proyecto fue publicado en la revista de Tierra Santa del año 1954. El proyecto previó una gran iglesia con piso central, cubierta por una cúpula y sostenida por cuatro campanarios; fue concebida, como la Basílica del Santo Sepulcro, con la Gruta venerada en el centro.

El redescubrimiento del antiguo pueblo y de los restos arqueológicos de los diversos edificios de culto con los siglos, manifestaba una antigua e ininterrumpida veneración mariana, por ello se convierte en un elemento indispensable a ser considerado en la planificación del nuevo santuario. En esta línea también estaba la Santa Sede, de la que partió la invitación de conservar lo mejor posible los restos del antiguo pueblo y las diversas iglesias. Solicitud que llevó a la Custodia a promover un nuevo proyecto, esta vez encargado al arquitecto italiano Giovanni Muzio, bajo propuesta del Padre Custodio Alfredo Polidori, quien valoró la experiencia de Muzio en la planificación de edificios religiosos, en especial para los Padres Menores, para los cuales en Roma se construyó la iglesia de San María Mediadora y la anexa Curía General.

Las necesidades a satisfacer fueron diversas: construir un nuevo santuario mariano que pudiera recibir a millones de peregrinos de todo el mundo; conservar lo mejor posible a la vista los restos cruzados, bizantinos y pre-bizantinos como testimonio de la larga veneración en el lugar; solucionar las difíciles condiciones topográficas debido a la fuerte pendiente de la colina; pensar en un lugar práctico y fácilmente manejable también para un número limitado de religiosos y que pudiera además acoger las actividades de la comunidad parroquial de Nazaret. El arquitecto se apasionó de tal forma con dicho proyecto que renunció a sus honorarios.

Concibió una iglesia fundada sobre los muros cruzados y subdividida en dos niveles, de forma que en el inferior, los fieles pudiera quedarse orando delante de la gruta de la Encarnación del Vero, en un ambiente simple pero con capacidad al mismo tiempo, mientras que en una gran iglesia superior se celebrara la glorificación de María a través de los siglos y los continentes. Para ello decidió decorar las paredes con las diversas manifestaciones marianas ocurridas en diversas regiones del mundo. Muzio pensó también en un gran óculo central abierto sobre la Gruta, de forma que las dos iglesias pudieran fundirse en una sola, coronadas por una cúpula poligonal con forma de corona de flores invertida con terminación de un farol, con la función de indicar desde lejos, como una estrella, el lugar santo. 
Con la aprobación de la Santa Sede las obras se iniciaron y continuaron sin descanso. La Custodia hizo frente a los enormes costos de la obra también gracias a la generosa respuesta de muchos donantes que, a través de las páginas de la revista “La Tierra Santa” y la valiosa colaboración de los Comisarios de Tierra Santa, permanecieron actualizados sobre las fases de la construcción.
Los trabajos para la sistematización del lugar comenzaron en 959 y el acuerdo con la empresa ejecutora fue firmado en setiembre de 1960. En 1964, el Papa Pablo VI, durante su peregrinaje a Tierra Santa, acudió a visitar el nuevo Santuario aún en construcción. 
Domingo 23 de marzo de 1969, después de ocho años de trabajo, el santuario fue finalmente consagrado en presencial del Cardenal Gabriele Maria Garrone – el entonces Prefecto de la Sta. Congregación para la Educación Católica, del Patriarca Latino de Jerusalén S.B. Monseñor Gori, del Ministro General de la Orden Franciscana padre Costantino Koser, del Guardián de Tierra Santa Rev.mo P. Alfonso Calabrese. Los guardianes que se alternaron durante la planificación y la ejecución de la obra fueron P. Giacinto Faccio, P. Angelo Lazzeri, P. Alfredo Polidori, P. Lino Cappiello y P. Alfonso Calabrese.

Los franciscanos en Nazaret

Bonifacio da Ragusa, quien fue dos veces Guardián de Tierra Santa, escribió en 1567 que casi veinte años antes los padres estaban en Nazaret, donde custodiaban la iglesia de la Anunciación y que, hasta cierto punto, debido a los desórdenes del país, debieron refugiarse en Jerusalén dejando las llaves a un cristiano del lugar que “hasta ahora custodia la casa, abre y cierra la iglesia y tiene encendidos dos faroles con el aceite que le da el padre Guardián”. 

Con una firma, decreto del sultán, obtenido por el padre superior de Tierra Santa, el 15 de junio de 1546 se permite a los franciscanos restaurar su iglesia de Nazaret. Evidentemente, se trataba de la iglesia de la Anunciación construida por los Cruzados y luego destruida, entre sus ruinas continuó la veneración en la gruta. La iglesia, no obstante, no fue restaurada debido a los continuos ataques contra los cristianos que alejaron a los padres.

Desde 1620, la presencia franciscana en Nazaret es oficial. En aquel año, el Guardián Tommaso Obicini da Novara obtiene del Emir druso de Sidón, Fakhr ad-Din II, la donación de la Gruta venerada. Asegurada la gruta a los franciscanos, el padre Jacques de Vendôme, un padre de nacionalidad francesa, valiente y enérgico, permaneció como guardia junto con otros dos hermanos que lo alcanzaron en Jerusalén. Ellos construyeron una celda provisional en las ruinas cruzadas y un pequeño ambiente adyacente a la Gruta, utilizado para celebrar las funciones.
A partir de 1635, con el asesinato del emir, los padres perdieron la protección y los cristianos de Nazaret estuvieron en la mira de los turcos por dos siglos: la Gruta fue muchas veces saqueada, despojada de los muebles y dañada y los padres golpeados, encarcelados e incluso asesinados.

En el siglo XVII y XVIII, se hizo repetidamente necesario el abandono del convento de Nazaret y la retirada forzosa al hospicio franciscano de Acco o a Jerusalén- en especial modo, en el siglo XVII, las extorsiones y los saqueos por parte del gobernador de Safed llevaron muchas veces a los padres a pedir justicia ante la corte imperial de Istambul, ya sea para que se les devuelva sus bienes, o para que cesen las extorsiones de dinero y se retomará la legalidad en el país. A pesar de esto, la tenacidad los llevó a abrir la primera escuela parroquial en 1645 y a dar hospitalidad a los peregrinos en el hospicio organizado entre las simples celdas del pequeño convento. Asimismo, las peregrinaciones, las procesiones vinculadas a las festividades religiosas, fueron no obstante impedidas, partían de Nazaret a la vuelta de los lugares cercanos de las memorias evangélicas como Canaán y Tiberiades.

En 1697, en vista de las continuas dificultades, los franciscanos pensaron en una solución para afrontar mejor la inestabilidad continua. Para ello “alquilaron” el pueblo de Nazaret y, con el tiempo, otros tres pueblos poco lejanos (Yaffia, Mugeidel y Kneifes). Para mantener el alquiler los padres debían pagar un canon significativo. Esta costumbre permaneció hasta fines del 1770, cuando renunciaron debido a la insostenible tasación. En la práctica, el padre guardián de Nazaret asumía el encargo de funcionario civil y juez, recolectando tasas para el Pachá de Saida y para el gobernador de Acco. Era una carga comparable a la del Emir, en otras palabras, de Señor del lugar. 
Durante el siglo XIX, el imperio otomano comenzó a sentir nuevamente las presiones nacionalistas internas que estaban animando al mundo árabe. Se obtuvo una política más liberal y reformista del sultán Abdülmecid I, quien permitió mayor apertura también hacia las diversas expresiones religiosas. En Nazaret, por ejemplo, en 1867 los padres pudieron abrir el noviciado para la formación de jóvenes religiosos franciscanos, que fue cerrado en 1940. Fue un siglo de crecimiento para todos: los latinos, que en 1848 sumaban 600 fieles, dentro del fin de siglo se duplicó el número. 

También las obras sociales y parroquiales crecieron: está fechada en 1842, la apertura de la primera escuela femenina, que sostiene las demás que la Custodia estaba inaugurando también en Jerusalén y Belén. En el año 1837, se construyó un hospicio para los peregrinos, luego destruido por un terremoto y un aluvión. La actual Casa Nueva, edificada frente a la basílica, es del año 1896: además de alojar a personajes ilustres como Napoleón Bonaparte, la Casa Nueva recibió también a numerosos prófugos palestinos de la guerra árabe – israelí en 948.

Hoy, los franciscanos cuentan en Nazaret con una comunidad parroquial de 5000 fieles reunidos alrededor del Santuario de la Anunciación. El Terra Santa College, la escuela franciscana, ocupa un amplio edificio unido al convento y tiene aproximadamente 800 estudiantes cristianos y musulmanes, favoreciendo así la integración religiosa. Otras actividades sociales están dirigidas a los ancianos de la casa de reposo y a los discapacitados que disfrutan de un centro adecuado. Además, la Custodia ha construido algunas habitaciones para apoyar a los más necesitados.

Ingreso Fachada Portal

Ingresando por la puerta principal, se encontrará de frente a la gran fachada y al ingreso a la basílica inferior.

A la izquierda se ha colocado hace pocos años una estatua de la Virgen con una fuente que desciende a una cascada en la pared.
A lo largo de todo el perímetro sur del santuario se extiende un grandioso portal que delimita la amplia plazoleta.

Bajo el portal es posible aprecia las representaciones de la Virgen elaboradas por diversos artistas, en representación de los santuarios marianos del mundo, tema considerado también dentro de la basílica superior. En la parte de atrás, cerca de la arista al sureste de la basílica, se levanta el campanario.

Ubicada al interior de un gran espacio cercado, la basílica presenta una moderna fachada decorada con bajo relieves e inscripciones que sintetizan teológicamente el Misterio de la Encarnación, obra del escultor italiano Angelo Biancini.

La fachada de piedra blanca es ligeramente cóncava y espaciada por bandas horizontales de piedra rosa, decoradas con los cuatro elementos del mundo que, según la cosmografía antigua, Cristo debía atravesar para encarnarse: el fuego, el aire, el agua y la tierra. Tres bandas de ventanas, compuestas de ventanillas más pequeñas ubicadas en pirámide, brindan un impulso vertical a la sólida fachada.

En lo alto están representados dos bajorrelieves con María y el Ángel Gabriel en el momento de la Anunciación, y en la parte inferior la frase en latín “Angelus Domini nuntiavit Mariæ”.

En la banda subyacente se encuentran simbólicamente representados los cuatro evangelistas: Mateo come hombre alado, Marcos como león, Lucas como buey y Juan con el aspecto de un águila. A los lados, algunas inscripciones en latín retoman las profecías cristológicas y marianas del Antiguo Testamento: a la izquierda el paso del Génesis «Ait Dominus ad serpentem. Ipsa conteret caput tuum et tu insidiaberis calcaneo eius» (Gen 3,14-15) y a la derecha el de Isaías «Ecce Virgo concipiet et pariet filium et vocabitur nomen eius Emmanuel» (Is 7, 14b). 

Las tres puertas de ingreso llevan encima el himno de San Juan: «Verbum Caro factum est et habitavit in nobis» (Gv 1,14)
La fachada está encerrada a los lados con dos torreones octagonals. En la cima del tímpano está el Cristo que bendice, estatua de bronce de tres metros: toda la fachada, de hecho, celebra al Hijo de Dios «nacido de la mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a quienes estaban por debajo de la ley, para que recibamos al adopción de hijos» (Gal 4,4-5).

En el arquitrabe de la puerta central está esculpido el monograma de Cristo, el antiguo símbolo cristiano que se encuentra también en los mosaicos bizantinos al interior de la iglesia inferior. Las batientes de las puertas, en bronce y cobre repujado, elaborados por el escultor alemán Roland Friedrichsen, representan la vida de Cristo desde el nacimiento hasta la muerte en la cruz.

La puerta central es de dimensiones mayores y está enmarcada por un portal en granito rojo. La elaboración de la Puerta Santa, regalo de Baviera, es obra del escultor Friederichsen. 

Al centro del arquitrabe está esculpida la Santísima Trinidad, que irradia el mundo como Dios creador, Dios salvador, Dios vivificador. Los símbolos que la distinguen son: el ojo de la providencia del Padre, la cruz de Jesús Cristo y la paloma del Espíritu Santo.

El portal está historiado por altorrelieves de bronce. Los batientes representan las historias de la vida de Jesús en dieciséis episodios, de los cuales seis están modelados en altorrelieve: a la izquierda la infancia, la fuga de Egipto y la vida en Nazaret y a la derecha la actividad pública, con el bautismo, el sermón de la Montaña y la crucifixión. 

En las jambas podemos ver figuras del antiguo y del nuevo testamento: a la izquierda, Adán, Salamón, Isaac, Jacobo, Noé, Abraham, Elías, Jeremías, Samuel, Moisés y David; a la derecha, Pedro, Tadeo, Matías, Tomás, Simón, Jaime, Juan, Bartolomé, Felipe, Andrés, Mateo, Jaime hijo de Alfeo. Jesús representa la unión entre el antiguo y el nuevo testamento.

Las dos puertas laterales, en cobre repujado, están decoradas con escenas bíblicas del Antiguo Testamento puestas en relación con la figura de Cristo como Mesías.

En la puerta a la izquierda están representadas tres escenas que recuerdan la historia de la salvación de Adán y Eva, a través de la vicisitud de Noé y del diluvio universal, hasta el sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham. En esta puerta, llamada de Adán, se evidencian los hechos que han precedido a la llegada de Jesús: Dios, a pesar del pecado original, intento de todas formas crear una alianza con el hombre.
Las leyendas que rodean las escenas son tomadas de extractos del Antiguo Testamento.

En la puerta a la derecha, en continuidad con la puerta de la izquierda, continua el excursus sobre las figuras bíblicas, que recorren la historia de la salvación. Entre las figuras de relieve se encuentran el rey David y Jonás, personajes que remiten directamente a Jesús.

El lado sur de la basílica está adornado con la fachada original y elegante de la “Salve Regina”, a la que se accede por la parte inferior. María es aquí exaltada como madre de esperanza y de misericordia. La oración está inscrita en las piedras de las bandas rosadas, a partir de la primera línea en alto. Al centro se realizó un balcón artístico abierto en la basílica superior. Inmediatamente debajo, la estatua de bronce de dimensiones naturales de la Santísima Virgen, del italiano Franco Verroca, muestra a María en edad juvenil, así como pudo estar en el momento de la Anunciación.


Un pequeño pronaos decorado en mosaico y mármol, precede a la puerta de bronce, obra del norteamericano F. Shardy. Esta está dividida en tantos azulejos y narra la vida de la Virgen; es un regalo llegado de los Estados Unidos de América. En las batientes se exalta la figura de la Virgen María, a través de las escenas de su vida, desde la infancia hasta la Asunción, y la imagen de María como "Mater Ecclesiæ", que protege con su manto la Iglesia universal, representada por un numeroso grupo de edificios sacros. 

A los lados del altar hay dos mosaicos: uno representa la imagen de la "Navis Salutis" de Pedro, el otro el arpa del Rey David. Las dos imágenes recuerdan elementos de la tradición antigua, en especial la Góndola, que representa la Iglesia que atraviesa las olas sin hundirse. 

Basílica inferior y Gruta de la Anunciación

El ingreso a la basílica inferior es muy llamativo e invita a la oración. El espacio ha sido ideado a fin de resaltar la Gruta y los restos arqueológicos que la tradición atribuye al lugar del Anuncio y de la 
Encarnación del Salvador. La centralidad de la Gruta permite al visitante acoger en una mirada todo el ambiente. La estructura de hormigón armado se eleva en el plano de la antigua basílica cruzada, del cual salió a la luz el perímetro en las excavaciones de la primera mitad del siglo XX. Los tres ábsides fueron reconstruidos en los originales del siglo XII. En el centro del ábside mayor existe una cruz de bronce; en el del norte se ilustran a los padres de María, los Santos Joaquín y Ana, y en el del sur está expuesto un cuadro del siglo XVIII de la Anunciación, conservado al interior de la Gruta Santa del 1754 al 1954, año de la demolición de la iglesia del siglo XVIII.

La Gruta de la Anunciación está rodeada de un barrera de hierro forjado y solapada por un pabellón suspendido, decorado con relieves en cobre dorado, que ilustra la escena de la Anunciación.

La Gruta venerada está a un nivel más bajo respecto de la basílica actual. En el Santuario construido por los franciscanos en el siglo XVIII, se encontraba debajo el presbiterio y se podía acceder por una escalera ubicada frontalmente. Después de las excavaciones arqueológicas del siglo pasado, se decidió dejar a la vista la Santa Gruta y los restos antiguos, para dar aún más relieve al lugar venerado desde los primeros siglos de la cristiandad.

Se visualizan fragmentos de muro y mosaicos de la primitiva sala de oración y de la posterior iglesia bizantina. Una tina, encontrada debajo de los mosaicos bizantinos, pertenece probablemente al complejo originario del cual formaba parte la Gruta, quizás seguidamente usada para los ritos bautismales.

Delante de la santa Gruta, al interior del perímetro de la iglesia bizantina se ha previsto el espacio para las celebraciones litúrgicas. 
La penumbra permite al visitante disfrutar del contraste con la luz que devela el lugar del Anuncio, iluminado por la piedra blanca de la Gruta.

Apenas se ingresa, se permanece asombrado por la silenciosa atmósfera, favorita de la armoniosa arquitectura, consonada con el Santuario que encierra. La pared norte, a la izquierda de quien ingresa, está compuesta de un muro moderno construido en el sólido muro de la iglesia cruzada, elaborado con piedras bien trabajadas y con intervalos de semi-columnas. Las ventanas, regalo de Austria y obra de Lydia Roppolt, evocan un estilo antiguo. Al centro, encerrados por una balaustrada de hierro, son visibles los restos de la basílica bizantina que contiene, delante de la Gruta, el nuevo altar para las celebraciones.

Debajo del pavimento musivario de edad bizantina se encontraron piedras enlucidas que pertenecían al lugar de culto más antiguo. En los enlucidos son visibles los dibujos dejados por peregrinos en los siglos, hoy expuestos en el museo arqueológico de la Basílica. Una tina con pequeñas gradas se encontró debajo del mosaico, y es casi igual a la encontrada en la iglesia de San José. 

En el fondo de la basílica inferior se encuentran tres ábsides, en parte restaurados y en parte rehechos, en estilo cruzado. Los dos laterales, con los altares hacia el pueblo, han sido reconstruidos con piedras antiguas; la central está decorada con el crucifijo en cobre repujado, del escultor Ben Shalom de Haifa, copia del que habló a San Francisco en San Damián. En el ábside están colocados los sopletes del órgano elaborados por la célebre empresa Tamburini de Cremona.

El área presbiterial corresponde al perímetro de la basílica de época bizantina. Expuesta por la balaustrada de hierro es posible disfrutar la vista de la Gruta de la Anunciación. Al interior del antiguo ábside semicircular de la iglesia bizantina se encuentra el espacio para los celebrantes. El altar, orientado hacia la Gruta, está al centro de la pequeña nave.

Debajo de la balaustrada se observan los muros y los mosaicos pavimentales de la iglesia bizantina. Estas obras musivarias son muy fragmentarias, debido a las transformaciones estructurales sufridas por el santuario con los siglos. Los mosaicos al sur, con marco de trenzado geométrico, pertenecen a la nave lateral de la iglesia bizantina; los del oeste, orientados hacia la Gruta, presentan una corona formada con tejidos negros y rojo bermejo, y al centro el monograma constantiniano compuesto de letras griegas Chi-Ro, primeras dos letras del nombre de Cristo. En seguida, otro cuadro del mismo mosaico está compuesto de tejidos negros en fondo blanco, con motivo de la cruz cósmica. 

Estas señales fueron ya usadas por los primeros cristianos como emblemas cristológicos, y su colocación en el pavimento se inclina para un fechado del complejo musivario previo al año 427 d.C., cuando el emperador Teodosio II prohibió retirar las cruces en el pavimento, para evitar que se pise la señal de la redención. 

Como en otros Santuarios existentes en las memorias cristianas de la Tierra Santa, también en la Gruta de Nazaret se recuerda el “HIC”, del lugar exacto en el que los hechos evangélicos se desarrollaron: aquí la Virgen María escuchó las palabras del Anuncio; aquí pronunció el fiat; aquí el Verbo se hizo carne; aquí la pureza y la virginidad se fusionaron con la maternidad, permaneciendo intactas.

La Gruta de la Anunciación se abre como un pequeño santuario, lugar del Anuncio del Ángel Gabriel a María. Para llegar al nivel de la Gruta sacra y de la pequeña gruta adyacente, se descienden los siete escalones de la escalera del este, y se llega a lo largo de la capilla del Ángel, hacia la escalera de subida; estas dos escalinatas corresponden a los ingresos construidos en la época cruzada, qu debían ser similares a los que hoy aún llevan al interior de la gruta de Belén.

La Gruta venerada ha sufrido muchas modificaciones en las diversas épocas, a fin de garantizar la posibilidad de visitar el lugar y celebrar ahí el culto. Hoy aparece como una pequeña capilla rupestre, compuesta en parte de roca natural y en parte de mampostería.

Ya desde el exterior se puede observar dos elementos de fundamental importancia, puesto que son testimonio de que el lugar fue parte del antiguo pueblo. Se trata de dos grandes silos, que datan del tiempo de Jesús y del periodo posterior. Estos silos, agujeros de forma circular de los que queda algunos rastros, están ubicados a la derecha e izquierda de la puerta de acceso a la Gruta, además de la balaustrada de hierro forjado. Además, sobre la Gruta y a lo largo de los lados, se reconocen los pilares cruzados que sostenían las arcadas de la gran iglesia.

Entrando a la Gruta es posible obsevar lo que queda de la roca natural que formaba la habitación, junto a secciones de muros en parte reconstruidas en una luminosa piedra blanca. El techp, que en el pasado ha sufrido algunas modificaciones para dar a la Gruta el aspecto de una capilla, está ligeramente redondeado. En la edad cruzada, la Gruta fue aislada y recortada externamente, a fin de permitir la inserción del nuevo edificio sacro; también parte de la bóveda, probablemente colapsada, tuvo que ser sustituida con muros por los cruzados. Recientemente, se han realizado agujeros para garantizar la aireación de la habitación, que sufre de una fuerte degradación a causa de la elevada humedad interna.

Para sostener el pilar que los cruzados construyeron sobre la Gruta, se insertaron tres columnas: dos son visible a la izquierda, al exterior del nuevo muro de la Gruta y una, rota y suspendida, al interior. La columna más grande entre las dos externas es la que los peregrinos medievales llamaban “del Ángel”; la quebrada al interior, era llamada “de la Virgen”, porque se consideraba que indicaba el punto preciso en el que María se sentó durante la Anunciación. La columna, que se desprende del techo de la Gruta, fue quebrada en la época otomana, ya que se pensaba que contenía un tesoro. 

El altar principal que lleva la inscripción «Verbum caro hic factum est», el Verbo "AQUÍ" se hizo carne, pertenece al santuario franciscano del 1730.

Entrando a la derecha se observa un pequeño ábside, elaborado para uno de los cinco altares que estaban en la Gruta y en la Capilla del Ángel hasta la mitad del siglo pasado. El ábside fue varias veces enlucido y los peregrinos le dejaron varios dibujos que desgraciadamente, debido al fuerte deterioro de las paredes, se han perdido.

El espacio en el norte, más al interior de la Gruta, es de forma semicircular y ha conservad por siglos un altar dedicado a San José. Hoy contiene una columna que sostiene el tabernáculo.

Dentro del altar de la Anunciación, a través de una escalera realizada en el muro, se llega a una gruta mejor conocida como la “cocina de María”.

Basílica superior

Entrando a la luminosa Basílica superior, se observa rápidamente la diferencia con el espacio recogido en la inferior. Toda la iconografía está dedicada a la celebración de la figura de Cristo, de María y de la Orden Franciscana. Ahí se puede acceder a la zona inferior a través de dos escaleras helicoidales ubicadas a los lados del ingreso. Pero el ingreso principal se encuentra en el lado norte del edificio, delante de una gran terraza colgante que protege los restos arqueológicos del antiguo pueblo y que une la plazoleta de la Basílica con el espacio conventual y parroquial. 
Son dos las puertas ubicadas en el norte: una a la izquierda, llamada Mater Christi o de la "Ecclesia ex Circumcisione", la otra, a la derecha, llamada "Mater Ecclesiae" o de la "Ecclesia ex Gentibus". 
En el tímpano de la puerta de la izquierda está la representación en cerámica vidriada de la natividad, en el tímpano de la puerta de la derecha, María con el manto abierto que recibe a los creyentes. Ambos altorrelieves son de Angelo Biancini.
Las batientes de bronce, obra del escultor holandés Niel Steenbergen, ilustran los dos linajes de la Iglesia: hebreo y gentil. En la puerta de la izquierda, que representa la iglesia de origen hebreo, está la representación del árbol de lesse, de la Anunciación, de la Adoración de los pastores y de la Llamada de Pedro. En la segunda, a la derecha, están las imágenes bíblicas que evocan el linaje gentil de la Iglesia: la experiencia del profeta Jonás, la visita de los Magos, la Pentecostés y la conversión de Saúl. 

En el exterior, delante de la puerta, se encuentra el baptisterio en forma octagonal. El pavimento de la plazoleta está decorado con la representación del cántico de las criaturas de San Francisco de Asís, y con otros símbolos que evocan la espiritualidad franciscana.
El espacio interior de la basílica está inundado de luz intensa y colores encendidos de las numerosas imágenes marianas que decoran la iglesia. La luz penetra por la cúpula y por los amplios vitrales inspirados en María.
El ábside central está decorado con un majestuoso mosaico con la representación del artículo del Credo que profesa la Iglesia "Una, Santa, Católica y Apostólica”. 
El tema de la Virgen, Madre de Dios, está presente en muchas partes de la decoración: también en el candelabro de bronce, ubicado en el presbítero, donde se sintetiza la historia de la salvación desde los orígenes de la Iglesia romana. Los ábsides laterales contienen las capillas dedicadas al "Santísimo Sacramento" y a la "Custodia de Tierra Santa" con los santos franciscanos.

Las paredes de la iglesia son un triunfo mariano: imágenes de la Virgen, provenientes de diversos santuarios del mundo, se suceden a resaltar la realidad de la Encarnación del Cristo disminuida en todas las culturas del mundo. Los paneles provienen de diversos países del mundo. En la pared derecha: Camerún, Hungría, Brasil, Estados Unidos, Polonia, España, Italia. En la pared izquierda: Inglaterra, Australia, Argentina, Venezuela, Líbano, Japón y Canadá. 
Los vitrales de la fachada sur y oeste representan diversos aspectos de la Anunciación y son obra del artista parisino Max Ingrand: la forma en arco con punta evoca el estilo que se puede hallar en las antiguas catedrales góticas.

En el pavimento de mármol, obra del artista Adriano Alessandrini, están incrustados los dogmas y los privilegios marianos pronunciados con los siglos por padres conciliares y por los papas, partiendo del concilio de Éfeso de 431 d.C., en el cual se estableció la divina maternidad de María.

Finalmente, podemos prestar nuestra atención al oculus estrellado que se abre sobre los restos de la Gruta de la Anunciación.

Plazoleta superior

La Plazoleta colgante, a la entrada de la basílica superior, ha sido construida con doble función: para proteger y hacer visibles las excavaciones arqueológicas del antiguo pueblo de Nazaret y para unir los dos santuarios de la Anunciación y de San José, a través del recorrido que bordea el convento franciscano.

En el centro de la plazoleta se ha ubicado el baptisterio creado de la copia de los esposos Bernd Hartmann-Lintel e Ima Rochelle, artistas alemanes de bronce y mosaico, que representa al interior del baptisterio el Bautismo de Jesús en el Jordán con la bajada del Espíritu Santo. Dentro del Baptisterio se conserva el preciado modelo en madera de la reconstrucción cruzada de la basílica, según la hipótesis del P. Viaud, que la estudió al inicio del siglo XVIII. 

El pavimento de la plazoleta está decorado con piedra blanca y negra con los escudos de la orden franciscana y de la Custodia y con una gran vid llena de racimos de uva y de aves que se alimentan de ella. 

Una imagen que retoma un antiguo motivo iconográfico paleocristiano, que aludiría a Jesús, verdadera vid, que alimenta a los creyentes. El árbol podría recordar también al de la parábola del pequeño grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo. Era la semilla más pequeña de todas pero, una vez crecido, fue más grande que las demás plantas del hurto y se convirtió en árbol, tanto que las aves del cielo venían a anidar entre sus ramas" (Mt 13,31-32).

Museo Arqueológico de Nazaret

IEl Museo está ubicado en la zona norte de la basílica de la Anunciación, cerca de los locales que fueron encontrados en el antiguo Palacio Episcopal de la época cruzada. Conserva la colección de todas las piezas más interesantes halladas durante las investigaciones arqueológicas y fue fundado por el P. Viaud en el año 1910 para ilustrar la historia de las excavaciones.

Se puede acceder al museo a través del jardín de rosas, al lado del ingreso al convento franciscano. En el recorrido, para llegar al ingreso, se exponen algunos restos arqueológicos de la Basílica bizantina y cruzada.

El museo, visitable bajo solicitud, está formado por una gran sala expositiva y por la zona arqueológica cubierta por la plazoleta colgante.

Un mapa, de varias capas sobrepuestas, ilustra con diferentes colores, los hallazgos en el área. Esta reconstrucción sintética ayuda al visitante a comprender mejor las transformaciones ocurridas y los perímetros dentro de los cuales se mueve: en amarillo, el pueblo con las canteras, los silos y los corredores; en azul, los restos de la época pre-bizantina; en rojo, los perímetros de las construcciones cruzadas; en blanco, el nuevo santuario.

Iglesia de San José

Sosteniendo el convento franciscano hacia el norte se añade al Santuario dedicado a la conmemoración de San José, esposo de María y padre putativo de Jesús. 

La tradición antigua une a esta Basílica el recuerdo de la casa del carpintero de Nazaret. Entre los testimonios más antiguos se indica la del peregrino Arculfo (siglo VII), que habla de la existencia de un Santuario llamado de la Nutrición. Aquí Jesús es criado y educado por sus padres. La otra tradición une el lugar a la “tienda de José”, memoria que los franciscanos recuperaron a su llegada a Nazaret en el siglo XVII.

Hoy, en los restos de la iglesia cruzada, surge una estructura neo-románica, ideada por el arquitecto alemán fray Wendelin Hinterkeuser, y realizada entre 1911 y 1914. Hasta ese momento, en el lugar, surgía una pequeña capilla construida por los franciscanos en 1754. 

En las excavaciones arqueológicas de fines del siglo XIX se halló una tina con pavimento de mosaico, considerado un antiguo baptisterio, y una serie de grutas y silos visibles en la cripta de la iglesia.

Iglesia del Arcángel Gabriel

En Nazaret hay otro santuario, unido a la tradición oriental y dedicado al Arcángel Gabriel. Ahí se recuerda el primer anuncio del Arcángel a la Virgen, ocurrido cerca de una fuente. Dicha tradición, que da origen al Proto-evangelio de Santiago, comenzó a difundirse a partir del siglo II.
Se tiene testimonio de una iglesia construida en este lugar sólo a partir de la época cruzada (siglo XII). Pero es posible pensar en un anterior santuario construido ya en la época bizantina.

El actual lugar de culto, propiedad de la comunidad Greco-Ortodoxa, fue construido en 1750 por algunos monjes, en las ruinas del Santuario cruzado destruido por los musulmanes. En 1767, se ubicó en el presbiterio el iconostasio de madera, con preciados íconos de la escuela de Jerusalén.

En el siglo pasado, entre 1977 y 1978, dos artistas rumanos decoraron las paredes del santuario con escenas bíblicas.
Atravesando la iglesia se accede a una cripta, en el fondo de la cual surge el agua de la fuente. Las paredes de la cripta están decoradas con cuatro arcos trilobulados y revestidos con mármol y esmalte. Un nicho al lado del altar conserva el manantial que fluye directamente de la roca. 

Anunciación

Evangelio según Lucas (Lc 1, 26-38)


Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Al entrar le dijo: "Alégrate, llena de gracia: el Señor está contigo".
Con estas palabras, ella se sintió perturbada, y se preguntaba qué significaría dicho saludo. El ángel le dijo: " No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. y aquí, concebirás un hijo, lo darás a luz y lo llamarás Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin".
Entonces María le dijo al ángel: " Cómo será esto, puesto que no conozco varón?". El ángel respondió: " El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril: nada es imposible para Dios". Entonces María respondió: " He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel dejándola se fue.

Sueño de José

Evangelio según Mateo (Mt 1, 16-25)

Jacob engendró a José, el marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.

De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones; y desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo.19José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto. Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo; y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados".
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo:
he aquí, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo:
Y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros. 
Cuando despertó José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer; y la conservó virgen hasta que dio a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús.

Retorno de la Santa Familia a Galilea

Evangelio según Mateo (Mt 2,19-23)

Muerto Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque los que atentaban contra la vida del niño han muerto". Y él, levantándose, tomó al niño y a su madre, y vino a la tierra de Israel. Pero, cuando oyó que Arquelao reinaba sobre Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá; y advertido por Dios en sueños, partió para la región de Galilea y llegó y habitó en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por medio de los profetas: “Será llamado Nazareno".

Discurso de Jesús en la Sinagoga

Evangelio según Lucas (Lc 4, 16-30)

Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Se le dio el libro del profeta Isaías y, habiendo abierto el libro, halló el lugar donde está escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí;
por cuanto me ha ungido 
para dar buenas nuevas a los pobres,
a proclamar la libertad a los cautivos
y la vista a los ciegos;
a poner en libertad a los oprimidos,
y a predicar el año de gracia del Señor. 

Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: " Hoy se ha cumplido esta Escritura que ustedes han escuchado". 
Todos daban buen testimonio de él y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca. Decían: "¿No es éste el hijo de José?".Él les dijo: " Sin duda me diréis este refrán: “Médico, cúrate a ti mismo. De tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Cafarnaúm, haz también aquí en tu tierra"". Y añadió: "De cierto os digo que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra. Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio".
Al oír esto, todos en la sinagoga se llenaron de ira. Levantándose, lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarlo. Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.

 

Anunciación: 25 de marzo

La celebración de la Solemnidad de la Anunciación no tiene un claro origen, también se piensa que fue celebrada ya en el siglo IV, periodo de la difusión del Culto Mariano que culminará con la definición de María “Dei Genetrix”, Madre de Dios, en el Concilio de Éfeso de 431. 
El hecho de que existiera desde los orígenes un lugar de culto cerca de la Gruta de la Anunciación puede hacer pensar que con mucha probabilidad ahí se desarrolló también el recuerdo litúrgico de la festividad de la Anunciación.

Algunas de las principales festividades marianas, que encuentran sus raíces en las narraciones evangélicas, en los apócrifos y en los dogmas marianos, en Tierra Santa, de hecho, se celebran solemnemente en los lugares que conservan la memoria 

  • La Anunciación, el 25 de marzo, cerca de la Basílica de la Anunciación en Nazaret;
  • la Visitación, el 31 de mayo, cerca del santuario de la Visitación de Ain-Karem;
  • la Asunción, celebrada el 15 de agosto, con un momento de oración cerca de la Tumba de María en Jerusalén;
  • la Natividad, el 8 de setiembre, cerca de la Iglesia de Santa Ana en Jerusalén.



La Custodia de Tierra Santa celebra la solemnidad de la Anunciación en Nazaret con la entrada solemne del Patriarca en la Basílica, en el véspero del 24 de marzo, en preparación de la solemne celebración del día siguiente. En el Véspero solemne sigue, en la tarde, una vigilia cerca de la Santa Gruta. 

El 25 en la mañana es un momento de gran alegría y participación para la comunidad local cristiana y representa la culminación de la vida del Santuario. 

A final de la celebración, se desarrolla una procesión alrededor de la Gruta, emblema de la Encarnación. Durante la procesión se lleva en forma solemne el Libro de los Evangelios, señal de la Palabra que en este lugar se hizo Carne. Además, el Guardián del convento lleva la Rosa de oro, obsequio ofrecido por Juan Pablo II durante el peregrinaje del año 2000, que simboliza el buen aroma de Cristo llevado en el vientre de la Bendita Virgen. 

San José: 19 de marzo

En la tradición antigua, el culto a San José se fue desarrollando en las cercanías de su casa, en especial como obra de los descendientes de la familia del “carpintero de Nazaret”. 

La casa de José, recordada como lugar de culto por testigos como Epifanio y el Anónimo de Piacenza, perdería su importancia con los siglos. Sólo en la época posterior a las cruzadas se valorizaría nuevamente, en especial con la llegada de los franciscanos. 

En la historia de la espiritualidad franciscana, la figura de San José ha sido siempre sacada a la luz, por el importante rol de padre terrenal de Jesús. Esto ha hallado un espacio especial bajo el generalato de San Bonaventura da Bagnoregio (siglo XIII) y con el movimiento de la Observancia de San Bernardino da Siena (XV). 

La Fiesta de San José ha sido establecida en el Calendario Litúrgico el día 19 de marzo. Los primeros en celebrarla fueron los monjes benedictinos en el año 1030, seguidos de los Siervos de María en el 1324 y por los Franciscanos en el 1399. Finalmente se promovió por las intervenciones de los papas Sixto IV y Pío V y considerada obligatoria en el año 1621 por Gregorio VI.

La fiesta de San José en Nazaret es celebrada con toda la Iglesia el 9 de marzo y es el inicio de la solemnidad el día anterior, con la entrada vespertina del padre Guardián cerca de la Iglesia dedicada al Santo. El día 19, después de la Misa, la comunidad va en procesión hacia la casa de la Virgen, a conmemorar el matrimonio con San José. En la conclusión de la celebración se recita una oración de súplica a San José delante de la santa Casa de la Virgen, en el que se le aclama como Guardián del Redentor, Esposo de la Virgen y Patrón Universal de la Iglesia. 

La Festividad es celebrada solemnemente por toda la Iglesia Latina de Tierra Santa, y abre el ciclo litúrgico que tiene como protagonista al Santuario de Nazaret, y que concluye el 25 de marzo con la solemnidad de la Anunciación.

El Culto Mariano: orígenes y desarrollo

La Iglesia con los siglos, a través de la reflexión teológica, ha probado las bases bíblicas, patrísticas y tradicionales del culto de María. 
En los Evangelios, María es parte del misterioso plan de Dios mediante:

  • La concepción virginal de Jesús;
  • el diálogo de fe con Dios en la serie del Hijo hasta la cruz;
  • la distribución con la comunidad de los Apóstoles.
  • La Iglesia, en la época antigua, ha fijado para María las principales verdades de fe que fundan la dogmática Mariana:
  • “Theotòkos” (Madre de Dios) en el Concilio de Efeso de 431;
  • “Aeiparthenos” (Siempre Virgen) en el Concilio Lateranense de 649.


En el medioevo el culto Mariano se desarrolla posteriormente. La oración monástica habla de María como “Reina” y “Madre de Misericordia”, “Mediadora de la reconciliación entre Cristo y la Iglesia” y “Madre de los Milagros a favor de los pecadores”. Es posible individuar estos epítetos en los oficios de la bendita Virgen María y en las diversas coronas marianas, de las cuales se derivará el Santo Rosario. 
En la edad contemporánea, las apariciones de la Virgen a Caterina Labouré (1830) y a Bernadetta Soubirous en Lourdes (1858), acompañaron la formulación del “Dogma de la Inmaculada Concepción” (1854), proclamado en el año 1854 por el Papa Pío IX en unión con todos los Obispos del mundo. La gran difusión del culto mariano culmina con el “Dogma de la Asunción de María” sancionado por Pío XII en el año 1950.
Hoy, la Doctrina Mariana se basa especialmente en “Lumen Gentium”, constitución dogmática del Concilio Vaticano II, que presenta a María en vestidos de “Madre del Salvador” incluida en el misterio de Cristo, de la Iglesia y de la Salvación universal. Después del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI publicó la exhortación apostólica “Marialis cultus” para el correcto orden y desarrollo del culto a la Bendita Virgen.
Maria ha encontrado también un gran respaldo en Juan Pablo II, pontífice enamorado de la figura de la Virgen, que eligió como lema apostólico “Totus tuus” y consagrando su mandato a María. Sus reflexiones marianas más notorias son enunciadas en la encíclica “Redemptoris Mater” de 1987, mientras que en la Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae” del 2003 relanzó la práctica del Rosario enriqueciéndolo de los “misterios de la Luz”.

Rosario

La oración del Rosario es una de las prácticas devocionales más difundidas. A través de esta práctica, los fieles pueden meditar y comprender los misterios de la vida de Jesús. Dicha práctica asumió el nombre de Rosario, o bien “Corona de Rosas”, ya sea porque la rosa es una flor atribuida a la Virgen, o porque la “Corona de rosas” une simbólicamente los momentos significativos de Cristo y de la Virgen.

El origen de esta práctica está asignado a los monasterios irlandeses del siglo IX, pero la difusión se realizó en la edad moderna gracias a la obra de los padres dominicos.

El reconocimiento del Rosario como oración de la Iglesia es el fruto de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María (1854) por parte del Papa Pío IX. Desde ese momento, el mismo pontífice y sus sucesores, solicitaron el uso de la oración del Rosario en ocasiones importantes para la historia de la Iglesia.

Hoy, el Rosario se define como un peregrinaje místico del fiel a través de los misterios (Gozosos, Dolorosos, Gloriosos, Luminosos) en la contemplación del rostro de Jesucristo, Dios verdadero y hombre verdadero. Este aspecto ha sido un tema persistente del magisterio del Papa Juan Pablo II, expresado con claridad en la encíclica “Novo Millennio Ineunte” (2001). 

Mediante la oración del Rosario, tantos cristianos han respondido a la exigencia interior de expresar una oración contemplativa, capaz de llevar el corazón a la comunión con el Señor en la simplicidad y en la pureza: «recitar el Rosario, de hecho, no es otra cosa que contemplar con María el rostro de Cristo» (Juan Pablo II, “Rosarium Virginis Mariae”, n° 3).

El Rosario del sábado en la tarde en Nazaret

En Nazaret, el Rosario del sábado en la tarde con la procesión “aux flambeaux”, encarna uno de los momentos culminantes de la vida del Santuario. Es particularmente emotivo en esta práctica la lectura alternada de los Evangelios de la Anunciación (Lc 1,26-31), del Prólogo de Juan (Gv 1,1-18) y del Anuncio a José (Mt 1,20-23). 

La proclamación se realiza ante la Gruta, donde María respondió “Si” y donde gracias a ella “el Verbo se hizo Carne” (“Verbum Caro Hic Factum Est”). El intenso momento de oración termina con la mención del Angelus y con la Bendición Pontifica concedida por el Santo Padre Benedicto XVI al Guardián del Convento de Nazaret. 

Corona de Nazaret: oración del martes por la noche.

La corona de Nazaret es una práctica devocional propia del lugar. Esta consiste en la mención de cinco decenas de Ave Marías, con el Padre Nuestro y el Gloria. A diferencia del Santo Rosario, compuesto de veinte misterios, la Corona contempla cinco pasos de la vida de Jesús ocurridos en la ciudad de Nazaret, acompañando a peregrinos y a fieles a contextualizar la oración. 
Aquí la lista de las contemplaciones:

  • I contemplación: La Anunciación del Ángel Gabriel a María Virgen (Lc 1,26-31).
  • II contemplación: La Anunciación a José, esposo de María Virgen (Mt 1,20-23). 
  • III contemplación: La Santa Familia habita en Nazaret (Mt 2,19-23).
  • IV contemplación: Jesús crecía subyugado a los padres (Lc 2,42-43.46-52).
  • V contemplación: Jesús anuncia el Reino de Dios a Nazaret (Lc 4,16-19.28-30).


La oración tiene inicio con el Saludo a la Virgen, compuesto por San Francisco de Asís, y termina con la mención de las letanías de la Santa Familia. 
El momento de oración, qu se desarrolla cada martes en la tarde, está totalmente dedicado a la intercesión por las familias del mundo entero, notando la importancia de la familia de Nazaret como modelo para toda familia cristiana.

Horarios de apertura y cierre de la Basílica de la Anunciación

  • Basílica Inferior (Gruta): 5:45 - 21:00
  • Basílica Superior: 8:00 - 18:00

Horarios de apertura y cierre de la Iglesia de San José: 7: 00 - 18:00

Horarios de apertura y cierre del Museo Arqueológico: 
De lunes a sábado: 8:00 - 12:00 / 14:00 - 18:00 (cierre de invierno a las 17:00 horas)

Es posible visitar la iglesia de Mensa Christi presentando la solicitud al Guardián del Convento


Santas Misas Conventuales:

Basílica de la Anunciación

Cada domingo cerca de la Gruta: horarios 7:00 (árabe) - 17:00 (árabe) - 18:00 (árabe)

Cada domingo en la Basílica Superior: 10:00 horas (árabe)
Todos los días cerca de la Gruta: ore 6: 30 (italiano)


Iglesia de San José

Cada domingo: 8:30 horas (árabe)

Todos los días: 7:15 horas (árabe)


Oraciones y Servicios Religiosos:
 

  • Oración silenciosa y privada: todos los días de 18:00 a 21:00, cerca de la Basílica Inferior
  • Corona de Nazareth: cada martes de 20:30 a 21:30, cerca de la Basílica Inferior
  • Adoración Eucarística: cada jueves de 20:30 a 21:30, cerca de la Basílica Inferior
  • Procesión au Flambeaux: cada sábado de 20:30 a 21:30, partiendo de la Plazoleta delante del Convento

Fiestas y Celebraciones durante el año:

  • Fiesta de la Santa Familia: primer domingo después de Navidad
  • Solemnidad de San José: 19 de marzo – Misa solemne presidida por el Guardián de Tierra Santa
  • Solemnidad de la Anunciación: 24 – 25 de marzo – Misa solemne presidida por el Patriarca Latino de Jerusalén

Se solicita la reserva para cada tipo de celebración en los lugares, a ser realizada en:

Pilgrims' Office Contact Centre - Basilica of the Annunciation
Abierto de lunes a sábado: horario 9:00 - 12:00 / 14:00 - 17:30
Tel: +9972 04 656 00 01 


El servicio en los lugares del Santuario está a cargo de la Comunidad Franciscana de Nazaret coadyuvada a la Comunidad Shalom. Un padre siempre está presente en el Santuario para el servicio de recogimiento y escucha a los peregrinos. Para el Sacramento de Reconciliación siempre hay un sacerdote a disposición. 


Para mayor información:

Nazareth – Convento franciscano Santísima Anunciada 
P.O.B. 23
16100 Nazaret

Telf.:
+972. 04 657 25 01 (convento)
+972. 04 655 45 42 (hermanas y reserva de misas)
+972. 04 656 00 01 (información peregrinos)

Fax:
+972. 04 646 67 50
+972. 04 646 02 03 (reserva de misas)

Correo electrónico: basilicanazareth@gmail.com


Nazareth – Parroquia
Telf.: +972. 04 655 41 70
Fax: +972. 04 646 12 71
 


Alojamiento: 
Es posible alojarse cerca de “Casa Nova” ubicada a pocos pasos de la Basílica. 
Las “Casa Nova” son estructuras franciscanas con larga tradición de hospitalidad para los peregrinos. 


Casa Nova Street
P.O.B. 198
16100 NAZARET
ISRAEL
Correo electrónico: casanovanazareth@yahoo.com

Los demás lugares de Nazaret

Nazaret, junto con Jerusalén y Belén, tiene un gran número de lugares de antigua veneración unidos a las tradiciones de las diversas iglesias. Entre las más antiguas está la "Fuente de la Virgen", cita a menudo por los peregrinos junto con la Anunciación. 

A pocos pasos de la Basílica de la Anunciación está el nuevo centro internacional "María de Nazaret", encargado a la comunidad "Chemin Neuf", una especia de museo multimedia dedicado a la figura de María.

El convento de las "Damas de Nazaret", al lado de la "Casa Nueva franciscana", tiene en su interior los restos de construcciones medievales y un sepulcro judío excavado en la roca con piedra circular en el ingreso, como el descrito en los evangelios y puesto a disposición de José de Arimatea para el cuerpo de Jesús. El convento fue fundado por las hermanas que llegaron desde Francia en el siglo XIX. Hoy, las hermanas manejan una escuela y un hostal para los peregrinos.
En alto, en la colina que del norte domina la ciudad, se eleva la iglesia salesiana dedicada a "Jesús adolescente", sostenida por la escuela profesional. La blanca iglesia se diferencia por las formas neo-góticas y las dos pequeñas torres en la fachada. 
En Nazaret conviven diversas creencias y diversas confesiones cristianas, para los que existen tantos edificios religiosos. En el barrio cercano a la Basílica está la iglesia protestante, construida a fines del siglo XIX en estilo gótico noreuropeo, que recibe a la comunidad evangélica anglicana. En el centro de la ciudad se encuentra la iglesia de la Anunciación de los Católicos de rito griego y un poco más al norte la de San Antonio Abad de los católicos maronitas. Detrás de la iglesia de San Gabriel de los griegos-ortodoxos se han establecido, por el contrario los Bautistas norteamericanos y en una calla lateral se levanta la iglesia de la Anunciación de los cristianos coptos.

La fuente de la Virgen y la iglesia de San Gabriel

 

En la calle que sube al norte, hacia Canaán, se cruza "la fuente de la Virgen", muy querida por los nazarenos, que por siglos han visto a las mujeres del pueblo, llevando jarras, recoger el agua, como la tradición decía que María también lo hacía.

Esta monumental fuente recibía el agua que emanaba de un manantial que fluye a 160 metros más al norte, por el lado del monte “Gebel es-Sik”. Hoy, las tres bocas para el agua están cerradas y después de muchos siglos la fuente ha perdido su función de lugar de encuentro para los ciudadanos. 

En la antigüedad, la fuente estaba colocada probablemente fuera del centro poblado, mientras que por algunos siglos el manantial fue encerrado, en una capilla subterránea decorada con arcos trilobulados, al interior de la iglesia greco-ortodoxa de "San Gabriel", construida en el noroeste de la fuente. Para los greco-ortodoxos, es la iglesia donde se debe recordar la Anunciación. Por ello es llamada simplemente la “Casa de María” por los fieles.

Recordada hasta el siglo XII, la iglesia es descrita en forma redonda por el abad ruso Daniele: «Salimos entonces de la ciudad y nos dirigimos hacia la parte oriental y encontramos un pozo digno de observar y muy profundo, que tiene agua fresca, y a la cual se llega a través de pequeñas gradas; una iglesia redonda, dedicada al Arcángel Gabriel, cubre este pozo ». La tradición local se basa en el Protoeangelio de Santiago, que dividie el anuncio del ángel en dos secuencias: la primera, cerca del pozo donde la Virgen se acercó a recoger el agua y la segunda, la canónica, al interior de la habitación: «Tomó la jarra, salió a recoger agua. Entonces una voz le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tu entre las mujeres". Ella miraba alrededor, a la derecha y a la izquierda, de donde venía la voz. Toda temblorosa regresó a casa, dejó la jarra y, se sentó en su banco e hilaba. Y entonces un ángel del Señor se presentó frente a ella, diciendo: "No temas, María, porque has encontrado la gracia ante el Padre de todas las cosas, y concebirás por su palabra"» (Proto-evangelio de Santiago, cap. XI, 1-2). La iglesia greco-ortodoxa de "San Gabriel" fue construida en 1767 en las ruinas de una anterior de la edad medieval. 

La sinagoga

Escondida entre las sinuosas calles del zoco árabe, la sinagoga es hoy una de las más visitadas por los peregrinos. Es un entorno de edad cruzada con una sola habitación, con piedras expuestas y bóveda de cañón ligeramente puntiaguda. Fue transformada en una iglesia en el siglo XVIII, cuando un grupo de cristianos de rito griego quería unirse a los católicos. Durante el período turco, el nombre "Madrassat el Mesías", la escuela del Mesías, perpetuó la creencia apócrifa de que este era el lugar donde Jesús estudiaba de niño.

En el siglo VI, el peregrino de Piacenza vio en un edificio, que él llama la sinagoga, el rollo con el alfabeto escrito por Jesús y el banco donde estaba sentado con los otros niños. Testigos de los cruzados informan que la sinagoga en la que Jesús leyó el libro de Isaías se había convertido en una iglesia. Sin embargo, las diferentes fuentes no agregan información al lugar donde se encontraba el edificio del que estaban hablando. En el siglo XIV, Fra Jacopo da Verona vio la sinagoga cerca de la Iglesia de la Anunciación, dos brotes de piedra hacia el sur, y había monjes griegos en ella.

El edificio entró en las manos franciscanas en 1741, cuando el guardián de Nazaret, Bruno de Solerio, lo compró y lo restauró. En 1771 pasó a los griegos católicos que, como ya se mencionó, lo transformaron en una iglesia. Más tarde, en 1882, construyeron una nueva iglesia junto a la sinagoga, que todavía sirve como parroquia de la comunidad melkita de Nazaret.

El antiguo edificio medieval, tal como lo establecen todos los estudios, no puede considerarse la sinagoga en la que Jesús, según el testimonio de Lucas (Lucas 4: 16-30), leyó el rollo de Isaías ante sus conciudadanos, pero ahora está consolidó la tradición que ve a los peregrinos meditar en el pasaje evangélico citado.

Monte del precipizio

El evangelista Lucas relata que Jesús, después de su predicación en la sinagoga de Nazaret, fue llevado por sus conciudadanos a un precipicio para ser arrojado a él (Lucas 4:29). La tradición medieval fue arreglar este recuerdo en la cima de una montaña, a 397 metros de altura, a unos 2 km al sureste de Nazaret. La montaña tiene el nombre "Jebel el-Qaftze" en árabe y "Har Ha-Qfitza" en hebreo.

Una comunidad de monjes erigió en este lugar un monasterio dedicado a la Virgen María, mencionado en el "Commemoratorium de casis Dei", la lista de monasterios compilada por Carlomagno en el año 808.

Las muchas cuevas naturales que diseñan el paisaje se transformaron, de la época bizantina a la árabe, en lugares de oración y vida ascética para los monjes. Todavía hay rastros de dos ermitas de cuevas o "laure", talladas en la roca, a lo largo de la pendiente más empinada. Restos de graffiti en la roca, un altar y fragmentos de cerámica de la época bizantina, son las huellas del antiguo monasterio.

En esta montaña hay cuevas que fueron utilizadas por el hombre desde hace unos cien mil años: en los años treinta existían los restos óseos de un hombre y un niño de hace unos 100 mil años.

Los cruzados llamaron al lugar "Saltus Domini", el salto del Señor. Los peregrinos Burcardo di Monte Sion en 1283 y Giacomo da Verona en 1335 te recuerdan el gran salto que hizo Jesús al salvarse de sus conciudadanos: estas historias se basan en una tradición apócrifa que dice cómo se hizo caer Cristo, después de ser conducido a la montaña, , pero con un gran salto salió ileso.

Hoy en día es difícil llegar a las cuevas, que pueden verse subiendo hacia Nazaret desde la llanura de Esdrelon a lo largo del puente elevado. Desde allí, a la altura de la entrada del túnel, parecen estar uno frente al otro.

En esta montaña, en 2009 se instaló un anfiteatro natural que acogió las celebraciones de la visita del Papa Benedicto XVI en peregrinación a Tierra Santa.

Mensa Christi

Según una tradición local, Jesús habría comido con sus discípulos, después de la resurrección de los muertos, en una mesa de piedra en Nazaret. La Iglesia de la "Mensa Christi", que en 1781 los franciscanos compraron en ruinas a los musulmanes, conserva dentro de la piedra atribuida a los hechos descritos por Marco: "Al final se apareció a los once, mientras estaban en la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitar "(Mc 16, 14).

La iglesia, que se puede visitar a petición, se encuentra dentro del zoco árabe. Fue reconstruida por los franciscanos en 1861. Está coronada por una pequeña cúpula y en el ábside, en lugar del altar, se encuentra el banco rocoso de forma paralelepípedo, marcado por varios graffiti dejados por la veneración de los peregrinos.

Los Santuarios de Galilea

Cafarnaum - "Casa de Pedro"

Minzar Tierra Santa,
Apartado de correos 2257, 14122 tiberias
ISRAEL
Entrada: 10 NIS
Tel: +972. 04 / 672.10.59
www.capernaum.custodia.org

Horario de apertura
8.00 - 17.00

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Cana - Convento del Primer Milagro

Iglesia latina
Apartado de correos 1580
16930 Kafr Kanna
ISRAEL

Tel: +972. 04 / 651.70.11 (Convento)
972. 04 / 641.80.39 (Hermanas)
Fax: +972. 04 / 651.97.06

Horario de apertura
verano: 8.00am - 12.00am / 2.00pm - 6.00pm
invierno: de 8:00 a.m. a 12:00 a.m. a 2:00 p.m. a 5:00 p.m.

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Monte de las Bienaventuranzas

Golan del Sur 12365,
ISRAEL

Tel: + 972-4-6726712Fax: + 972-4-6726735
Correo electrónico: ospbeat@netvision.net.it

Horario de apertura
8.00 - 11.45
2.30pm - 4.45pm
Navidad y Semana Santa el santuario está cerrado.

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Monte Tabor - Basílica de la Transfiguración

Apartado de correos 16 - Monte Tabor
16100 Nazaret
ISRAEL

Tel: +972. 04 / 662.07.20
972. 04 / 676.51.07
Fax: +972. 04 / 673.54.66
correo electrónico: basilicatabor@yahoo.com

Horario de apertura
8.00am - 12.00am / 2.00pm - 5.00pm

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Nazaret - "Sinagoga" - Iglesia Melchite

16135 nazaret
ISRAEL

Tel: +972. 050/5506981

Horario de apertura
verano: 8.00 - 17.00
Domingo 9.00 - 12.00.
invierno: 8.00am - 4.00pm
Domingo 9.00 - 12.00.

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Nazaret - Iglesia Griega. Ortodoxa de San Gabriel

16135 nazaret
ISRAEL

Tel: +972. 04/6576437

Horario de apertura
7.00am - 6.00pm
Domingo 7:00 am a 2:00 pm

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Tabgha, Iglesia de la Multiplicación de Pan y Pescado.

Tabgha
14101 tiberias
ISRAEL

Tel. +972. 04/6678100

Horario de apertura
8.00 -17.00
Sábado 8.00 - 15.00
Domingo cerrado

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Tabgha, Primado de Pedro

Apartado de correos 1931 - Tabgha
14101 tiberias
ISRAEL

Tel: +972. 04 / 672.47.67
Fax: +972. 04 / 671.69.62

Horario de apertura
Abierto todo el día: 8.00 am - 5.00 pm

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Tiberias - Iglesia de San Pedro

Apartado de correos 179
4101 tiberias
ISRAEL

Tel: +972. 77 / 308.82.96
Fax: +972. 04 / 672.09.61

Horario de apertura
8.00am - 12.30pm / 2.30pm - 5.30pm
Domingo con cita