El mosaico del ábside de la basílica de la Anunciación de Nazaret a través de los ojos del maestro Zoratto

El mosaico del ábside de la basílica de la Anunciación de Nazaret a través de los ojos del maestro Zoratto

Grandioso y solemne, no pasa desapercibido el gran mosaico que representa a la “Iglesia, una, santa, católica y apostólica” y que cubre todo el ábside de la Basílica superior de la Anunciación de Nazaret. Aquí, más de 50 años después de su creación, regresó el maestro Renato Zoratto, que realizó el mosaico, tesela a tesela, en un trabajo magistral que todos pueden admirar.

Renato Zoratto es originario de Codroipo (Udine) y tras asistir a la escuela artística de mosaiquistas de Spilimbergo, en los años 60, se graduó como maestro mosaiquista en la misma escuela, empezando de inmediato a trabajar en los talleres de mosaico de la empresa D’Agnolo Umberto de Milán.

«Con solo 19 años tuve la suerte de conocer al profesor Salvador Fiume – recuerda el maestro Zoratto – que en esa época era escenógrafo en la Scala de Milán: le acababan de encargar el diseño del gran mosaico previsto para el ábside de la nueva Basílica de la Anunciación de Nazaret. A partir de ahí comenzó esta maravillosa aventura».

El enorme mosaico de 140 metros que representa la “Iglesia, una, santa, católica y apostólica” se completó en dos años, y la dedicación de la nueva basílica, una construcción moderna edificada según el proyecto del arquitecto italiano Giovanni Muzio, tuvo lugar el 25 de marzo de 1969.

«Fue una obra que, entre preparación, composición y aplicación, requirió un gran compromiso y valentía. A partir del pequeño boceto del artista Fiume, de solo 80x100 cm, tuvimos que trasladar a escala todo el diseño al papel con unas dimensiones de aproximadamente 140 metros cuadrados. Luego empezamos a colocar las teselas, con la técnica mosaiquista denominada indirecta» (las piezas del mosaico se pegan al revés sobre el papel. Cuando el diseño está completo, se da la vuelta a la malla y se pega el trabajo sobre el soporte definitivo).

Salvatore Fiume fue muy escrupuloso en la elección de las teselas y los colores de los esmaltes: hizo fundir en Venecia materiales preciosos exclusivamente para crear nuevos matices originales de ocres y rojos. La enorme composición se realizó en los almacenes de la Scala de Milán, el único espacio que podía contener una obra de ese tamaño.

«Incluso Franco Zeffirelli vino a verlo y alabó esta obra maestra. Luego lo dividimos en secciones, embalamos y enviamos el enorme mosaico y viajamos a Nazaret: en 45 días lo aplicamos en la pared, donde ya estaba todo planificado».

Renato Zoratto volvió a verlo 56 años después, aprovechando una peregrinación a Tierra Santa: «Cuando entré en la basílica pensé: es inmenso, majestuoso, potente. Me quedé inmóvil durante 10 minutos, apenas podía mirarlo. Una noche, en un momento de gran emoción, me senté en un peldaño y lloré. Luego subí y lo toqué: era como si recordara cada una de aquellas teselas, cuidadosamente elegidas y colocadas».

El mosaico es un arte que siempre he vivido con una pasión total, de manera profunda. Esto me une a todas mis obras, como a la Virgen de Guadalupe, también aquí en Nazaret, y el panel del encuentro de San Pablo con Atenágoras de Aldo Carpi, que actualmente se puede admirar en el Dominus Flevit. Fray Carlos Molina, director de la Casa Nova de Nazaret, y los franciscanos del santuario se mostraron encantados de conocerme. Esto me alegró mucho. Volver aquí, a Nazaret, ha sido una gracia y sé que una parte de mi corazón permanecerá siempre unida a esta basílica». 

Silvia Giuliano