El día es frío, pero el cielo está despejado. Las vestiduras blancas son las de fiesta. Es Navidad en la “Casa del Niño” de Belén, la casa de la Custodia de Tierra Santa que desde hace 16 años acoge a niños cristianos que proceden de familias con dificultades. El viernes 22 de diciembre, fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, celebró con ellos la misa de Navidad. Del 23 de diciembre hasta el 10 de enero, los niños regresan con sus familias para pasar la Navidad con padres, familiares y amigos.
Los regalos de Dios
“En Navidad recordamos el nacimiento de Jesús, que se entrega a nosotros y sigue haciéndolo con la Eucaristía, explicó el Custodio. Dialogando con los jóvenes, durante la homilía, destacó dos regalos que Jesús hizo a los hombres al nacer: “Nos hizo convertirnos en hijos de Dios y, por tanto, en hermanos entre nosotros, y nos dio la gracia del perdón y de la reconciliación. Así nuestro corazón está en paz y también estamos en paz entre nosotros y con todos los demás”.
Junto con el Custodio, concelebraron fray Sandro Tomašević, directoir de la Casa, fray George Haddad, director del Terra Santa School de Belén, donde estudian los niños, y fray Peter Vasko, presidente de la Franciscan Foundation for the Holy Land (FFHL), una de las organizaciones que más apoya esta labor de la Custodia de Tierra Santa.
Los regalos de Navidad
Después de la misa, junto al árbol de Navidad de la Casa, los jóvenes de la Casa del Niño realizaron una breve reflexión sobre el sentido de la Navidad mediante una pequeña representación teatral, que culminó con el himno de la paz de San Francisco de Asís.
Después del almuerzo, fray Patton y fray Peter, junto a Papa Noel, entregaron regalos a los niños. Los regalos fueron ofrecidos por la Franciscan Foundation for the Holy Land. Hubo también regalos para el Custodio de Tierra Santa, que el 23 de diciembre cumplirá 60 años y que apagó las velas junto con los muchachos de la Casa del Niño.
Vida en la Boys Home
Actualmente hay 26 chicos alojados en la Casa del Niño. Las instalaciones se encuentran a pocos metros en línea recta de la basílica de la Natividad, que se puede ver, imponente, desde el jardín donde juegan los niños. De lunes a viernes viven aquí, bajo la supervisión de fray Sandro y al cuidado de otros adultos – trabajadores sociales, profesores, personal de servicios – que diariamente los acompañan en su camino para hacerse hombres. El sábado, después del colegio vuelven a sus casas, con sus familias, hasta el lunes. “Damos siempre prioridad al ‘cuidado’, dice fray Sandro: intentamos que se sientan en su hogar, como una gran familia”.
Marinella Bandini
