Siria, la vida un año después del terremoto

Siria, la vida un año después del terremoto

Fray Bahjat Karakach, párroco de Alepo, cuenta cómo ha afrontado la comunidad franciscana este periodo: “Dios actúa incluso cuando las cosas parecen desmoronarse”.

Ha pasado exactamente un año desde el 6 de febrero de 2023, cuando un devastador terremoto azotó Turquía y el norte de Siria, dejando tras de si 56.000 muertos (al menos 7.200 en Siria) y decenas de miles de heridos y desplazados.

“La gente bromea diciendo que habrá otro terremoto. Es solo una broma, pero revela el estado de ansiedad que la gente sigue viviendo” afirma el párroco de Alepo, fray Bahjat Karakach, de la Custodia de Tierra Santa. “Yo mismo, a veces, mientras duermo tengo la sensación de que hay un terremoto y me despierto sobresaltado. Todavía llevamos el miedo en el subconsciente”. 

Casas y pan

El convento franciscano de Alepo abrió sus puertas casi de inmediato, acogiendo a la gente que buscaba refugio. Durante muchos meses fue el hogar de cientos de personas, que aquí encontraron refugio, alimento y cariño. “Hoy ya no hay nadie que viva aquí en la parroquia. Este año hemos trabajado principalmente en la reparación de las casas dañadas. Hemos logrado hacer unas 70. Hay muchos problemas, con frecuencia faltan artesanos y profesionales. Muchos viven todavía en casas precarias. Los alquileres se han disparado”.

Esta mañana nos despertamos con la noticia de que el precio del pan ha subido un 100% y también ha subido el coste del combustible. Esto traerá el aumento de los precios de todo lo demás”. No es un terremoto, pero sí un importante golpe en una situación ya afectada por años de guerra y crisis económica.

En este contexto, los frailes franciscanos intentan compartir y ayudar en la medida de lo posible a la población. En breve – anuncia fray Bahjat – “habrá un horno operativo. Tenemos ya algunos locales preparados y los adaptaremos para poder atender a miles de personas. También estamos estudiando la posibilidad de crear un centro de fisioterapia y psicoterapia”. Una forma concreta de ayudar y también de “estar junto a los que sufren y tratar de ofrecerles acompañamiento espiritual”. En esta dirección van también los proyectos del “Franciscan care center” de Alepo, con una serie de actividades lúdicas y de apoyo psicológico para los niños, uno de los grupos más vulnerables. 

Dios habla cuando todo parece derrumbarse

En este momento la comunidad franciscana está formada por cinco frailes. “Los meses posteriores al terremoto fueron muy estresantes, porque nuestra vida comunitaria se vio un poco ‘violada’, ya no teníamos espacios íntimos para reunirnos, hablar, discutir. Pero lo vivimos como una forma de participar en la vida de estos refugiados que durante un tiempo no tenían hogar ni la intimidad de una familia. Fue un momento de comunión muy fuerte”.

En medio de las dificultades de estos meses, incluso en los momentos de desánimo – “a veces me rebelo porque no entiendo por qué nunca hay una luz al final del túnel” – fray Bahjat ha podido redescubrir la presencia de Dios. “Dios actúa siempre, incluso cuando las cosas parecen desmoronarse. Un joven me contó que los días del terremoto fueron para él. días de redescubrimiento de Dios Al venir aquí a la iglesia y participar en lo que hacíamos, su vida cambió”. Mirando hacia el año pasado “doy gracias a Dios que en medio de este sufrimiento se ha servido de nosotros y de nuestra presencia y testimonio para revelar su misericordia y su amor a las personas. Fue y sigue siendo una ocasión para fortalecer nuestra presencia y nuestra misión”.

Marinella Bandini