Ha llegado a su trigésimo primera edición la marcha franciscana que tuvo lugar del 27 de julio al 3 de agosto en Galilea, con la participación de cientos de jóvenes cristianos de Tierra Santa. Una cita estival fija que solo se ha cancelado tres veces en más de treinta años, y solo debido a la guerra y la pandemia. Un reclamo para muchos jóvenes locales que, siguiendo los pasos de San Francisco, deciden ponerse en camino para descubrir la belleza de la vida cristiana y del espíritu franciscano.
La edición de este año estuvo marcada por el redescubrimiento de las relaciones y se inspiró en el tema: “Con Francisco, hacia unas mejores relaciones”. En torno a esta materia se desarrollaron una serie de actividades que durante los ocho días de marcha involucraron a los jóvenes en los temas más sensibles que les afectan.
La marcha se inició el miércoles 27 de julio en Rama, en la Alta Galilea, donde los jóvenes guardaron sus móviles y empezaron a interactuar entre ellos cara a cara, para conocerse mejor. Al día siguiente, antes del amanecer, los participantes se pusieron inmediatamente en camino en dirección a Eilaboun. La marcha matutina y silenciosa abrió una jornada que transcurrió bajo el signo de la oración, de la escucha y el compartir, pero también del entretenimiento y el deporte. Durante los ocho días de marcha se alternaron caminatas y actividades, entre las que queremos destacar los encuentros con los frailes, enriquecidos con la ayuda cualificada de una doctora en psicología que trató temas sobre las relaciones y la sexualidad.
“Hemos basado esta marcha en el tema de las relaciones porque es un elemento imprescindible de nuestra vida”, afirmó fray Raffaele Tayemofm, vicepárroco de Nazaret y coordinador de esta edición de la marcha franciscana. “Dios es una persona relacional y nosotros hemos sido creados a su imagen. Por eso, hemos profundizado con los jóvenes en la importancia de la relación con el Creador. Más en general, la marcha quiere recordar la centralidad de la relación en nuestras vidas, puesto que siempre estamos conectados con los demás. Si lo pensamos bien, cada relación determina la calidad de la vida; las mismas alegrías y sufrimientos de la vida nacen de las relaciones. En cada una de ellas cada persona puede ver un campo de batalla o una oportunidad de crecimiento”.
El recorrido de estos jóvenes, hizo escala en primer lugar en Nazaret y, por último, en el Monte Tabor donde, el 2 de agosto, con ocasión de la fiesta de Santa María de los Ángeles y del perdón de Asís, pasaron una jornada penitencial, dedicada a las confesiones. Les esperaba el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que celebró la misa y pasó unos bonitos momentos con los chicos, escuchándolos y respondiendo a sus preguntas.
“La marcha franciscana es una de las muchas actividades que llevan a cabo los frailes de la Custodia aquí, en Tierra Santa, con la implicación entre otros de jóvenes frailes que así ofrecen su testimonio a otros jóvenes sobre lo que significa dedicar la vida al Señor, pero también sobre lo que significa amar la propia Tierra y el propio pueblo”, dijo el padre Custodio en el encuentro del 2 de agosto. “Obviamente, las actividades de pastoral juvenil continúan durante todo el año, así como las actividades educativas, los servicios didácticos de nuestras escuelas y las actividades que se realizan en las parroquias. Es importante que los jóvenes locales aprendan a ser constructores de fraternidad y de paz, aquí en Tierra Santa, como nos dice el papa Francisco y Jesús en el Evangelio.
Es una alegría saber que los jóvenes de Tierra Santa participan con gusto en estas iniciativas que les ayudan a reflexionar sobre el sentido de la vida y a hacerse preguntas, al igual que San Francisco cuando era joven: «Señor, ¿qué quieres que haga?». Dentro de estas experiencias pueden madurar muchos tipos de vocaciones; puede madurar una vocación a la vida consagrada masculina o femenina, una vocación al sacerdocio, o incluso una vocación a construir una familia cristiana a través del matrimonio. Es muy importante que este tipo de viaje no se limite a que los jóvenes puedan vivir emociones durante unos pocos días, sino que sea un camino de discernimiento que loslleve a tomar decisiones por amor a Jesucristo, según el evangelio y acompañados por la Virgen María”.
Además de fray Raffaele, los días de la marcha los jóvenes estuvieron acompañados por otros frailes de la Custodia, entre ellos fray George Haddad, frayRoshroshDiaby fray Mario MariaHadchiti.
El 3 de agosto la marcha concluyó en el Tabor, como siempre, con la visita del Patriarca de Jerusalén, monseñor Pierbattista Pizzaballa, que saludó a los jóvenes y presidió la santa misa en la basílica de la Transfiguración.
Filippo De Grazia