Peregrinación a Tierra Santa

La Custodia de Tierra Santa se encarga de promover las peregrinaciones vinculadas a los Santos Lugares, de los cuales los frailes franciscanos son custodios por voluntad y mandato de la Iglesia universal desde hace más de ocho siglos. Los Comisarios de Tierra Santa, en nombre de la Custodia y a su servicio, impulsan viajes de profundización espiritual; en compañía con los franciscanos que desde hace siglos llevan a peregrinos de todo el mundo a los Lugares Santos que San Francisco de Asís, fundador de la Orden de Hermanos Menores, visitó en 1219.

Las propuestas de peregrinación promovidas por los Comisarios de Tierra Santa comprenden tanto itinerarios de ocho días de duración a los Santos Lugares como peregrinaciones inspiradas en recorridos bíblicos que incluyen visitas a Jordania, Egipto, Siria y Turquía. Los peregrinos que escogen una peregrinación promovida por los comisarios al servicio de la Custodia de Tierra Santa son alojados generalmente en las Casae Novae; instalaciones de acogida franciscanas situadas en las cercanías de algunos de los principales santuarios.

Desde 2015 la Oficina de peregrinaciones de Roma de la Custodia de Tierra Santa está bajo la responsabilidad de la Fundación Tierra Santa. La estructura de Roma continua y seguirá funcionando, de acuerdo a una larga y consolidada tradición, como centro de animación y promoción de peregrinaciones a Tierra Santa y al Oriente cristiano, al servicio y en estrecha colaboración con las diferentes Comisarías de la Custodia, las cuales están repartidas por el mundo.

Peregrinar a Tierra Santa mediante de las Comisarías de la Custodia significa contribuir a la misión franciscana en los Santos Lugares cuyos frutos se ven reflejados en las numerosas obras; realizadas durante siglos por los frailes de la Custodia, y han sido posibles gracias a una red de realidades que contribuyen en todo el mundo a mantener la presencia cristiana en Tierra Santa y al sostenimiento de los Santos Lugares

Este sitio NO ES UNA AGENCIA DE VIAJES y no se encarga de la organización de peregrinaciones; por ello, invitamos a ponerse en contacto con la Comisaría de Tierra Santa más cercana para planificar el viaje.

Contacta con las Comisarías de Tierra Santa

Las Comisarías de Tierra Santa, repartidas por todo el mundo, organizan peregrinaciones a Tierra Santa. ¡Encuentra la comisaría más cercana y contacta con ella para reservar tu viaje a la Tierra de Jesús!

https://custodia.org/es/los-comisariados

Oficina de Peregrinaciones

Vía Berni, 6 (a dos pasos de San Juan de Letrán), Roma
Teléfono: +39 06 77206308
Sitio web: https://www.fratesole.com/pellegrinaggi-in-terra-santa/

email: pellegrinaggicustodia@fratesole.com

Itinerarios

Aquí es posible consultar algunos recorridos propuestos por las Comisarías de Tierra Santa, útiles para planificar una peregrinación. Estos itinerarios no solo recorren los lugares que trazan la memoria de la presencia de Jesús en Tierra Santa, sino que también ofrecen la posibilidad de conocer fragmentos de la larga historia de este país y de descubrir sus mil caras.  Junto con las referencias evangélicas, esta sección proporciona información práctica sobre la duración ideal de la estancia, las etapas individuales y los lugares de los programas propuestos por las distintas comisarías.

Tras las huellas de Jesús

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Tiempo de estancia ideal: 9 días/8 noches «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel». (Mt 2,6)

Tiempo de estancia ideal: 9 días/8 noches

1.er día: Belén (Basílica de la Natividad – Gruta de la Leche – Campo de los Pastores)

«Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá;
porque de ti saldrá un caudillo
que apacentará a mi pueblo Israel». (Mt 2,6)

El comienzo de este itinerario coincide con el lugar del nacimiento de Jesús, Belén y la Basílica de la Natividad, hecha construir por Constantino en el siglo IV. Aquí podrás visitar la gruta en la que, según la tradición, nació el Niño Jesús. Rodeando la gran plaza central, a unos 500 metros a la derecha de la Basílica, se encuentra la Gruta de la Leche en la que, según una leyenda popular, María, dando el pecho al niño, habría dejado caer algunas gotas de leche haciendo que la gruta entera se volviera de color blanco.
Otro lugar que nos recuerda el nacimiento de Jesús es el Campo de los Pastores, en el pueblo árabe actual de Beit Shahur, en donde, según la tradición cristiana, un ángel anunció a los pastores que Jesús había nacido.

En Belén tienes la posibilidad de pasar la noche en la casa franciscana para peregrinos “Casa Nova”.

2° día: Belén (Herodion), Qumrán y Mar Muerto

A unos 10 kms de Belén, en una colina con forma de cono, surge la gran fortaleza-residencia de Herodes el Grande. Espléndida la vista desde lo alto y sugestivos los restos arqueológicos del palacio herodiano. Como segunda etapa, sugerimos el sitio arqueológico de Qumrán, a unos 2 km de la orilla noroccidental del Mar Muerto. Su notoriedad se debe al hallazgo de algunos manuscritos antiguos que se remontan al siglo II a. C., los conocidos como Manuscritos del Mar Muerto. Dichos manuscritos resultaron ser textos bíblicos (como el del profeta Isaías) y textos descriptivos de la vida de la comunidad de Qumrán, hacia el 150 a. C. Desde aquí, por último, es difícil vencer la tentación de sumergirse en las saladísimas aguas del Mar Muerto.

3.er día: Nazaret (Basílica de la Anunciación – Iglesia de San José - Fuente de la Virgen), Monte Tabor

«A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, que se llamaba Nazaret, a una joven prometida a un hombre del linaje de David, de nombre José.» (Lc 1, 26)

Capital de Galilea, Nazaret es el lugar adonde se retiraron José, María y Jesús tras su regreso de Egipto. Aquí podrás visitar la Basílica de la Anunciación, construida en los años 60, en cuyo interior se encuentra la Gruta de la Anunciación, el lugar en el que el ángel se apareció a María. A unos 200 m de la Basílica se encuentra la iglesia de san José, que la tradición identifica como la casa de la Sagrada Familia. Desde aquí puedes ir, por la calle principal de Nazaret, a visitar la Fuente de la Virgen, la fuente a la que las mujeres del pueblo venían a por agua y donde María tuvo la primera aparición del ángel según el Protoevangelio de Santiago.
Como última etapa de este tercer día te aconsejamos, finalmente, que te acerques hasta el Monte Tabor, el «monte de la luz» en el que se transfiguró Jesús.

También aquí puedes hacer un alto y pasar la noche en la Casa Nova de los franciscanos.

 

4° día: Lago de Tiberíades (Magdala – Tabga – Cafarnaúm), Monte de las Bienaventuranzas

Partiendo de Nazaret puedes visitar fácilmente el lago de Tiberíades o «mar de Galilea», por citar dos de entre tantos nombres como se le conoce. Este fascinante lago, rodeado de montañas, nos recuerda numerosos sucesos evangélicos. En sus orillas Jesús comenzó su ministerio público y realizó muchos de sus milagros. Son muchos, y cercanos, los lugares y santuarios que puedes visitar en el lago: el Primado de Pedro, el lugar arqueológico de Magdala (el lugar donde natal de María Magdalena) y la iglesia de Tabga, que recuerda la multiplicación de los panes y los peces. En Cafarnaúm podrás ver las excavaciones que están sacando a la luz el pueblo en el que vivió y predicó Jesús y la iglesia, el Memorial de san Pedro, construida sobre los restos de la auténtica casa de Pedro. Desde aquí podrás, girando ligeramente hacia el interior, subir al Monte de las Bienaventuranzas, lugar que recuerda el discurso de las bienaventuranzas evangélicas.

También aquí puedes pasar la noche en la Casa Nova de los franciscanos.

5° día: Jericó, Betania, Jerusalén

«Dicho esto, dio un grito con voz muy fuerte: “¡Lázaro, ven fuera!”. Salió el muerto con las piernas y los brazos atados con vendas; la cara se la habían envuelto en un sudario. Les dijo Jesús: Desatadlo y dejadlo que se marche». (Jn 11, 43-44)

La primera etapa de este quinto día se puede empezar en Jericó, dirigiéndote luego hacia Jerusalén. Yerikho, en hebreo Luna, es la ciudad más antigua que se conoce y la más baja respecto del nivel del mar. Estudios arqueológicos han permitido datar los primeros asentamientos en torno al 8.000 a.C. La Jericó herodiana es la que vio a Jesús, que aquí se encontró con Zaqueo (Lc 19,1-10). Aquí podrás ver el sicómoro del que se habla en el Evangelio y el sitio arqueológico con los restos de la Jericó antigua, Tell es-Sultán. Desde aquí, si tienes tiempo, puedes acercarte a visitar un lugar realmente especial por sus vistas y su ubicación: el monasterio greco-ortodoxo de la “Cuarentena”, ligado al recuerdo de los cuarenta días pasados por Jesús en el desierto. No podemos olvidarnos de citar y sugerir un lugar muy importante para los cristianos: el lugar bautismal de Jesús en el Jordán, recientemente restaurado y abierto al público.
Desde aquí, caminando hacia Jerusalén, puedes parar en Betania, la casa de los amigos de Jesús: Marta, María y Lázaro. Es aquí donde Jesús resucitó a Lázaro.
Una vez en Jerusalén, sugerimos un fantástico paseo sobre los techos de la Ciudad Vieja: un punto de vista absolutamente particular que ofrece una visión de conjunto de los barrios en los que está dividida la ciudad y de sus espectaculares iglesias, mezquitas y sinagogas.

En Jerusalén tienes la posibilidad de pasar la noche en la casa franciscana para peregrinos “Casa Nova”.

6° día: Jerusalén (Vía Dolorosa – Santo Sepulcro – Kotel y explanada – Monte Sión)

La mañana del sexto día se puede dedicar a la Ciudad Vieja de Jerusalén y, en particular, a los Santos Lugares, comenzando por la Iglesia de la Flagelación, desde la que comienza el Vía Crucis, a lo largo de la Vía Dolorosa con sus XIV estaciones. Señalamos la importancia de alguna de ellas: en la III estación, Jesús cae por primera vez; en la IV se encuentra con María; en la VI, la Verónica enjuga su rostro; en la VII estación, donde Jesús cae por segunda vez, se pueden ver los restos de la columna de la flagelación. La última estación del Vía Crucis coincide con el Santo Sepulcro o Basílica de la Resurrección. Este es, quizá, el lugar más sagrado y querido por toda la cristiandad. En tiempos de Jesús era un lugar que se encontraba fuera de los muros de la ciudad, reservado probablemente para las sepulturas.
La Basílica encierra en sí el Calvario (el término latino de Gólgota), la Piedra de la Unción -sobre la que se depositó y fue ungido el cuerpo de Jesús, según la tradición judía- y la Tumba vacía.


«No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron». (Mc 16, 6-7)

Lugar sagrado por excelencia, esta vez para los judíos, el Muro de las Lamentaciones (en hebreo Kotel hama’aravi) es un trecho original del muro occidental de contención mandado construir por Herodes en el año 20 a.C. para sostener la explanada del Segundo Templo, el mismo templo del que hablan los evangelios. Aquí podrás ver rezando a numerosos judíos, con la cabeza cubierta y en dirección al Muro, en dos zonas separadas -una para hombres y otra para mujeres, como en las sinagogas.
También es posible visitar la explanada en la que se encuentran hoy los lugares de culto musulmanes: la bellísima e imponente Cúpula sobre la Roca y la Mezquita al-Aqsa, en la que, desgraciadamente, está prohibido entrar.
Pasando primero por el barrio judío y después por el armenio, a través de la de la puerta de Sión, se llega al Monte Sión. Aquí, a escasos metros fuera de los muros, se encuentra en Cenáculo, el lugar de la última cena de Jesús con los apóstoles y de la aparición de Jesús resucitado. Cerca del Santo Cenáculo se encuentra también la Basílica de la Dormición y la iglesia de San Pedro en Gallicanto, que recuerda el lugar en el que Pedro renegó de Jesús.

7° día: Jerusalén (Monte de los Olivos – Getsemaní – Ain Karem)

«Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo». (Lc 24, 50-51)

La mañana se puede dedicar a visitar el Monte de los Olivos mientras que, por la tarde, aconsejamos ver el pequeño pueblo de Ain Karem.
El Monte de los Olivos es un lugar en el que se recuerdan varios acontecimientos evangélicos: la Ascensión de Jesús al cielo (edículo de la Ascensión), la enseñanza de la oración del Padrenuestro a los apóstoles (gruta del Padrenuestro), el llanto de Jesús por Jerusalén (Dominus Flevit), Getsemaní y el arresto de Jesús (Basílica de la Agonía y Huerto de los Olivos) y la sepultura de su madre (tumba de María).
La vista de que se disfruta desde la cima del monte sobre la Ciudad Vieja es, y nos quedamos cortos, extraordinaria.
A unos 8 km de Jerusalén, rodeaba por un cinturón boscoso, surge Ain Karem, el lugar en el que, según la tradición cristiana, vivían Isabel y su marido, Zacarías, y en el que nació Juan Bautista. Aquí podrás visitar la iglesia de la Visitación, que recuerda la visita de María a su prima Isabel, y la iglesia de San Juan Bautista.

8° día: Yad Vashem, Emaús al-Qubaybah

Para quien visita Jerusalén, el Yad Vashem, museo dedicado a la Shoah (Holocausto) y situado sobre la Colina del Recuerdo, es una etapa obligada. Yad Vashem significa un memorial y un nombre y es una expresión tomada de una frase del profeta Isaías: «Yo he de darles en mi templo y en mis muros monumento y nombre […] les daré un nombre eterno que no será borrado» (Is 56,5). Una visita impactante que dejará, sin lugar a dudas, un recuerdo y una marca indelebles.
Por la tarde te puedes acercar hasta Emaús al-Qubaybah, al oeste de Jerusalén, lugar en el que Jesús se manifestó, tras la resurrección, a los discípulos Cleofás y Simeón. Aquí se encuentra el santuario que conmemora este evento y que conserva los restos de una casa de época romana (la casa de Cleofás, según la tradición), el convento franciscano junto a la iglesia, una calzada romana y los restos de una villa de época cruzada, todavía bien reconocibles, con sus casas y bodegas.

9° día: Cesarea Marítima

 

La mañana del último día se puede dedicar a la antigua ciudad marítima de Cesarea, considerada como uno de los lugares arqueológicos más importantes de Israel. Fue Herodes el Grande quien, alrededor del año 20 a.C., ordenó construir la ciudad con su magnífico puerto y dedicarla al César. En época romana fue una importante ciudad de intercambios comerciales y de acontecimientos políticos, culturales y religiosos. Aquí, Pedro bautizó al centurión romano Cornelio y a su familia. Es posible visitar la ciudadela cruzada con el puerto, el anfiteatro romano, el acueducto herodiano y los numerosos restos del período romano-bizantino.

En Tierra Santa con la Biblia en la mano

panorama
Duración: 8 días/7 noches “De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y tú serás una bendición." (Gen 12, 2)

Duración: 8 días/7 noches


1.er día: Hebrón – Be’er Sheva

De ti haré una nación grande
y te bendeciré.
Engrandeceré tu nombre;
y tú serás una bendición." (Gen 12, 2)

Como punto de inicio de este recorrido sugerimos una de las ciudades más antiguas de Tierra Santa, Hebrón. Hebrón es una ciudad santa para judíos, cristianos y musulmanes porque alberga la Tumba de los Patriarcas. Aquí se sitúan algunos importantes acontecimientos históricos: aquí Abrahám plantó su tienda tras separarse de Lot, enterró a Sara en una caverna situada en el terreno que compró a un hitita y en la misma gruta Abrahám fue enterrado por sus hijos.
Desde aquí puedes llegar fácilmente a Be’er Sheva, a unos 45 km al sur. Esta ciudad, que en el momento de la creación del Estado de Israel contaba con tan solo 2000 habitantes, hoy es un gran centro urbano, símbolo del éxito de los israelíes en su lucha contra el desierto, convirtiéndolo en un lugar florido y productivo. En Be’er Sheva hay principalmente tres lugares turísticos: el asentamiento del período calcolítico (4000 a.C.) de Abu Matar; Bir es-Safadi, otro sitio en el que se han encontrado importantes asentamientos de etapas posteriores, y Tel es-Seba o la ciudad de los patriarcas de la que habla la Biblia.

2° día: Sinaí (Monte de Moisés y Monasterio de Santa Catalina)

El segundo día de este itinerario se puede dedicar al Monte Sinaí (el monte Horeb de la Biblia), el lugar en el que Moisés recibió las tablas de la ley. Con sus 2285 m de altura, el Monte Sinaí se eleva imponente en un paisaje lunar, dominando al resto de montañas que rodean el monasterio de Santa Catalina. La vista que acompaña durante el camino de subida a la cima es inolvidable, a pesar del elevado número de turistas y peregrinos, y te dejará una sensación de paz y serenidad.
En cambio, a los pies del monte se encuentra el Monasterio de Santa Catalina, en el valle en el que, según la tradición, Moisés se encontró con las hijas de Jetró junto al pozo, que está situado actualmente cerca del Monasterio. Dentro de los muros se encuentra la iglesia de la Transfiguración, que se remonta al siglo IV, en la que podrás admirar uno de los mosaicos más antiguos, realizado en torno a los años 565-570.

3.er día: Avdat, Shivta, Masada

Subiendo por la península del Sinaí te puedes parar a visitar las antiguas ciudades nabateas. La primera de ellas es Avdat, construida en medio del desierto, en el siglo II a.C., como lugar de descanso de las caravanas que iban desde Petra hacia la costa mediterránea. Las ruinas se han conservado prácticamente intactas, cubiertas por la arena. Desde aquí se puede visitar la segunda ciudad nabatea cuyas excavaciones han puesto de relieve su importancia durante la época bizantina. La hipótesis más aceptada por los expertos es que esta ciudad era un gran asentamiento agrícola del que aún se puede ver la cisterna que canalizaba el agua de la lluvia para la irrigación de los campos.
La última etapa de este tercer día es Masada, que en hebreo quiere decir “ciudad-fortaleza”, una montaña situada a unos 500 m sobre el nivel del Mar Muerto cuya cima Herodes hizo allanar. La notoriedad de Masada está ligada a un acontecimiento especialmente importante en la historia antigua de Israel: la resistencia de los zelotes frente al asedio romano, prefiriendo el suicidio colectivo antes que caer en sus manos.

4° día: Ain Gedi, Qumrán, Belén

«No temáis, pues os anuncio una gran alegría,
que lo será para todo el pueblo:
os ha nacido hoy, en la ciudad de David,
un salvador, que es el Cristo Señor». (Lc 2, 10-12)

Siguiendo hacia el norte, a unos 18 km de Masada, se encuentra un oasis rico en vegetación, animales selváticos y fuentes. Ain Gedi, “la fuente del cabritillo” en hebreo, surge de la orilla occidental del Mar Muerto y es el lugar bíblico en el que David perdona la vida a Saul, según el episodio narrado por Samuel. La fuente más importante se llama, no por casualidad, Ain David, una auténtica cascada natural. Aparte de la belleza natural, hay también antiguos restos de asentamientos, como el de Tel Goren, que se remonta al siglo VII a.C., y una antigua sinagoga que conserva todavía un pavimento de mosaico. En la zona se encuentra también un kibbutz en el que es posible pasar la noche y aprovechar la playa para hacer una visita al Mar Muerto.
Desde aquí, a unos 30 km más al norte, se llega a Qumrán, el famoso lugar donde se encontraron los Rollos del Mar Muerto, expuestos hoy día en el Israel Museum de Jerusalén. El lugar cuenta con restos arqueológicos que dan testimonio de la presencia de una secta judía (los esenios) que habría vivido aquí del 150 a.C. al 68 a.C., fecha en que fueron expulsados por los invasores romanos.
Finalmente, pasando por Jerusalén (que es el camino más corto), se puede terminar el recorrido a primera hora de la tarde en Belén. Aquí aconsejamos pernoctar por lo menos una noche para disponer del tiempo necesario para saborear mejor la cultura local y, naturalmente, visitar sus mayores atracciones: la Basílica de la Natividad, la iglesia de Santa Catalina, la Gruta de la Leche, el zoco (mercado) y la Ciudad Vieja, la Tumba de Raquel, el Campo de los Pastores y el Herodium.

5° día: Jerusalén (Monte del Templo - Muro Occidental - Vía Dolorosa - Santo Sepulcro – Monte Sión)

Denominada comúnmente como la Explanada, el Monte del Templo es el lugar en el que se encuentran las mezquitas que hacen de Jerusalén la tercera ciudad santa para los musulmanes de todo el mundo. Aquí podrás admirar la Cúpula de la Roca y la mezquita al-Aqsa. El proyecto de la explanada se remonta a la primera conquista musulmana (hace 1400 años), pero la historia de la misma retrocede todavía mucho más en el tiempo. Aquí se levantó el Primer Templo judío que mandó construir Salomón en torno al 1000 a.C. El Muro Occidental, más conocido como “Muro de las lamentaciones” para los no judíos, formaba parte de los muros de contención del Segundo Templo. A los ojos del visitante se ve rápidamente la diferencia entre los gruesos bloques de la época herodiana (20 a.C.) y los ladrillos de pequeñas dimensiones de las épocas bizantina y musulmana.
Desde aquí se puede visitar el barrio musulmán, donde se encuentra la primera estación, para recorrer el camino que hizo Jesús portando la cruz hasta el Calvario. La Vía Dolorosa, o Vía Crucis, es aquella que recorren numerosos peregrinos, todos los años, llevando una auténtica cruz de madera, cumpliendo el voto hecho antes de llegar a Tierra Santa. Los frailes franciscanos dirigen procesiones similares todos los viernes por la tarde. Con ellos llegarás, como se ha indicado, hasta el lugar más sagrado para los Cristianos: el Santo Sepulcro. Testigo de piedra de las últimas horas de vida de Jesús, la Basílica del Santo Sepulcro encierra en una misma construcción el lugar en el que fue crucificado (el Calvario), el lugar donde fue depositado su cuerpo (la Piedra de la Unción) y la tumba en la que se le colocó y de la que resucitó.
Fuera de los muros, al sur de la Ciudad Vieja, está el Monte Sión, un lugar en el que se puede visitar el Cenáculo, la iglesia de la Dormición de María, la Tumba de David y la iglesia de San Pedro en Gallicanto.

En Jerusalén puedes pasar la noche en la Casa franciscana para los peregrinos.

6° día: Jerusalén (Monte de los Olivos, Getsemaní, Yad Vashem)

La mañana del sexto día se puede dedicar íntegramente a visitar el Monte de los Olivos y Getsemaní. Yabal at-Tur (monte santo) para los árabes, ofrece una de las vistas panorámicas de Jerusalén más hermosas en absoluto. Durante la subida se puede observar el valle de Josafat, donde se encuentra hoy el cementerio judío más antiguo. Desde aquí, según la profecía contenida en el libro de Zacarías, los muertos resucitarán cuando el Mesías regrese el Día del Juicio. El Monte de los Olivos es un lugar rico en santuarios que recuerdan importantes eventos de la vida y muerte de Jesús: el edículo de la Ascensión, la iglesia del Pater Noster, el Dominus Flevit y la Tumba de María. Vale la pena, si se tiene tiempo y se encuentra abierta, visitar la iglesia ortodoxa de María Magdalena, que se yergue tras la vegetación con sus características cúpulas con forma de cebolla.
A los pies del monte, sin embargo, se encuentra la Iglesia de todas las Naciones o Basílica de la Agonía, proyectada por el arquitecto Antonio Barluzzi y financiada por numerosos países. En torno a la iglesia se extiende el Huerto de Getsemaní, donde Jesús fue arrestado. Finalmente, por la tarde, puedes acercarte hasta el Yad Vashem, en el Monte del Recuerdo.

7° día: Beit She’an, Tiberíades y alrededores (Magdala – Tabga – Cafarnaúm)

«Simón de Juan, ¿me amas?»
Se entristeció Pedro […] y le dijo:
«Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.»
Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». (Jn 21,15-17)

Alejándonos un poco, hacia el norte, el séptimo día puede comenzar con una etapa en Beit She’an, que comprende un bellísimo parque nacional con yacimientos arqueológicos de distintas épocas. Es la ciudad bíblica de la batalla entre los filisteos y los israelitas en la perdieron la vida Saul, amigo de David, y sus tres hijos.
Tiberíades está muy cerca de Beit She’an y vale la pena hacer un alto para visitar la fascinante iglesia franciscana de san Pedro y comer pescado a orillas de este lago que tanto nos habla de Jesús. Desde la pequeña ciudad de Tiberíades, siguiendo la misma orilla en dirección norte, llegamos a Magdala, la ciudad natal de María Magdalena que ha visto la luz gracias a las excavaciones arqueológicas de los franciscanos en 1971.
Siguiendo por el mismo camino llegamos a Tabga, situada a los pies del Monte de las Bienaventuranzas. Este es el lugar en el que Jesús realizó el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, representado por el famoso mosaico bizantino que decora el pavimento de la iglesia. Poco distante de esta iglesia, el Primado de Pedro es el santuario franciscano que conmemora el momento en el que Jesús confiere el Primado a Pedro.
Por último, pero no por ello menos importante, está la “ciudad de Jesús”: Cafarnaúm. Según los evangelios, este fue el lugar de residencia de Jesús durante el período de su predicación y actividad en Galilea. Parece que la presencia cristiana en el lugar era ya bastante importante en el siglo II. Aquí, las excavaciones han sacado a la luz la sinagoga, posterior a la época de Jesús, y la casa de Pedro, cuyos restos se pueden contemplar directamente desde la iglesia octogonal que se ha construido encima.

En Tiberíades puedes pasar la noche en la Casa franciscana para peregrinos.

8° día: Nazaret

La última etapa de este itinerario está dedicada a Nazaret, capital de Galilea y tercera ciudad más importante para los cristianos después de Jerusalén y Belén. Nazaret es una ciudad acogedora, colorida y de atmósfera alegre. Aquí sucedió la anunciación y aquí transcurrió la infancia de Jesús. La imponente Basílica de la Anunciación, que conmemora estos acontecimientos, es una construcción moderna aunque se levanta en el mismo lugar en el que antaño se encontraba la primera basílica bizantina del siglo V, la cruzada del siglo XI y la iglesia franciscana de 1730. Este era, de hecho, el lugar en el que, según la tradición, se encontraba la casa de María, junto a la que, en el siglo I, se construyó una sinagoga judeo-cristiana de la que aún permanece la pila bautismal, conservada en el interior de la misma basílica.
A pocos metros, al norte de la basílica, se encuentra la iglesia de San José, donde se cree que se encontraba la casa de José.

«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» (Lc 1,30-34)

Los cantares de mi peregrinación

pellegrina
Duración ideal: 10 días/9 noches "Tus preceptos son cantares para mí en mi mansión de forastero." Sal 119,54

El Verbo se hizo carne

Itinerari
Tiempo de estancia ideal: 7 días Bienaventurado el hombre que tiene en Ti su fortaleza y anhela tus senderos (Sal 84,6)

La visita de los peregrinos a la Custodia

En las antiguas crónicas de viajes se puede leer que era responsabilidad directa del guardián del convento de Jerusalén, también llamado Custodio de Tierra Santa, ir personalmente hasta Jaffa para recibir a los peregrinos. En caso de no poder ir personalmente, debía preocuparse de enviar un representante, experto y de confianza, porque el viaje era peligroso y complicado por numerosas circunstancias. Una vez llegados a Jerusalén, los peregrinos encontraban hospitalidad dentro de los muros del convento franciscano y buenos consejos sobre cómo moverse en Tierra Santa.

Durante siglos, los franciscanos fueron también los guías de los peregrinos en todos los aspectos de la peregrinación: bíblico-espiritual, logístico, burocrático, político, etc.

Todavía hoy numerosos frailes se dedican al servicio de acogida y acompañamiento de los peregrinos: sin embargo, dado el creciente número de fieles que llegan a Tierra Santa cada mes, ya no es posible responder como en el pasado a las necesidades de todos.

Aun así, hay una costumbre que se ha mantenido invariable: el encuentro de los peregrinos con el padre Custodio de Tierra Santa o con uno de sus representantes. Los encuentros con los franciscanos que viven en Tierra Santa ayudan a entender mejor la realidad de los Santos Lugares y la situación de los cristianos, las “piedras vivas” que viven aquí.

La visita dei pellegrini alla Custodia

La tradición es que sean acogidos por los frailes de la Custodia que hablan el idioma de los peregrinos: de esa forma se facilita la comunicación y se ofrece un mejor servicio de hospitalidad y acogida.

Generalmente, estos encuentros – con el Custodio, su vicario o con frailes de la Custodia, según los compromisos y la disponibilidad – tienen lugar en Jerusalén, en el convento de San Salvador.

El encuentro con la Custodia durante la peregrinación a Tierra Santa no solo ayuda a comprender el vínculo especial que la Historia ha establecido entre la Orden de los Frailes Menores y los lugares de la Salvación, sino que permite mirar la realidad de esta tierra y su gente a través de los ojos de quienes la custodian y la aman.

¡La Custodia te espera para encontrarse contigo!

Para organizar tu encuentro puedes contactar con nosotros en:
  

Christian Information Center

Jaffa Gate, Omar Ibn el Qattab Sq.

P.O.B. 14308

9114201 Jerusalem

Tel.+972-2-6272692

email: cicinfo@cicts.org

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