El 20 de abril de 2015 es una fecha memorable para los habitantes de la isla de Rodas. Ese día, muchos vieron una embarcación chocar con el acantilado cerca de la playa de Céfiros: 93 refugiados a bordo, todos rescatados por la población local. Desde entonces, también los franciscanos siguen ayudándoles sin cesar.
A partir de ese acontecimiento, fueron varios los barcos que realizaron el mismo viaje y los desembarcos, aunque esporádicos, aún continúan. Procedentes de Siria, Irak, Afganistán y otros países de la misma zona geográfica atormentada, escapan de guerras, persecuciones y violencia, buscando obtener la libertad a través de la huida. Junto con otras ayudas internacionales y el interés de los habitantes locales, también la Iglesia Católica ofrece ayuda a esta realidad. Desde el principio, fray John LukeGregori, párroco franciscano de Rodas, empieza una colecta de alimentos y los benefactores no faltan: pasta, leche, arroz, salsas, lentejas y otros cereales, y también champú, jabón, pasta de dientes… Fray Gregory inicia también una campaña de recogida de fondos enviando tarjetas navideñas a varios amigos que aumentan cada año y, gracias a estas actividades, comienzan a llegar donativos y obsequios que se utilizan exclusivamente para los pobres que solicitan ayuda a la parroquia y para los refugiados.
“La verdad”, dice fray John Luke, “es que la comida y los bienes no son importantes. Lo único concreto que podemos hacer es darles un poco de alegría y serenidad. También el hecho de que yo hable árabe hace que se sientan en un entorno menos hostil. Así es como trato de llevar a cabo mi contribución”. Precisamente el párroco, ayudado por varios voluntarios, visita con frecuencia el centro y habla con la gente para entender sus experiencias y orígenes. Por lo general son relatos muy fuertes, además de muy personales: jóvenes que sienten que ya no tienen futuro, hombres que han dejado sus familias con la esperanza de un porvenirmejor, pero todos están profundamente agradecidos por seguir estando vivos a pesar de todo. “El padre Luke es un hombre bueno” dice Omar, iraquí, “cuando le vemos, siempre estamos seguros de que tendremos un poco de paz; por eso siempre es bienvenido y muy querido por todos”.
La pastoral de la parroquia de Rodas no está dirigida solo a los emigrantes, sino también a los pobres y a las prostitutas de la isla. “Algunos asisten a misa de vez en cuando”, explica fray Gregory, “aunque no entienden exactamente la forma y los gestos, cuando entran a la iglesia, me saludan por educación, aunque esté en medio de la celebración eucarística. A la larga, sienten necesidad de tener contacto con algo más grande y nosotros intentamos ofrecerles ocasiones de encuentro”.
Otra reunión semanal es la que tiene lugar durante la distribución de bienes que ofrecenlos turistas y los feligreses. El fin de semana los voluntarios preparan entre 290 y 320 bolsas llenas de comida, a las que se añade pan fresco. Los martes por la mañana están listas para ser distribuidas a cualquiera que venga a llamar a la puerta del convento desde las 9 de la mañana, hora en que se hace una bendición y una oración conjunta de gracias a Dios.
Para todos los voluntarios el compromiso no es solo material. Desde hace años, en la parroquia de San Francisco se instaló un aula para enseñar gratuitamente la lengua griega y son muchos los extranjeros que deciden asistir a estos cursos de invierno para luego poder encontrar un trabajo con sus propias fuerzas. El objetivo de la pastoral es el siguiente: lograr que todos tengan un futuro, que sigan teniendo esperanza y, sobre todo, que puedan tener un presente limpio y digno. Los voluntarios, bajo la dirección de John Luke, están disponibles para esto cada día, inmensamente felices por hacer el bien.
Giovanni Malaspina