La parroquia franciscana de San Antonio de Padua en Jaffa-Tel Aviv acompañó a diecisiete hijos de trabajadores migrantes en el sacramento de la Sagrada Eucaristía para recibir la primera comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo, durante la fiesta anticipada de su santo patrón, el 11 de junio.
Dirigida por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Pattonofm, y por el párroco fray Agustín Pelayo ofm, la fiesta de San Antonio comenzó con una procesión desde la cercana iglesia de San Pedro y concluyó en la mencionada iglesia parroquial. A la fiesta, que este año estuvo dedicada a la promoción de la paz en el mundo a través de la oración, asistieron feligreses de distintas procedencias sociales y culturales.
El Custodio subrayó durante la homilíael carácter de San Antonio como testimonio y portador de paz. Al explicar que Antonio sigue de cerca el ejemplo de San Francisco y la enseñanza de Jesús en el sermón de la montaña, el padre Francisco afirmó que Antonio «nos enseña que debemos estar dispuestos a arriesgar la vida por la paz».
Citando los Sermones de Antonio, fray Francesco destacó la importancia de tener una triple paz en la propia vida, es decir, paz con los demás, paz en el corazón que aporta serenidad, y paz con Dios, es decir, una vida de comunión con Él.
Después de la homilía llegó el momento de recibir la Primera Comunión para los diecisiete niños y niñas de la parroquia. Nacidos y criados en la sociedad israelí, todos son hijos de trabajadores inmigrantes filipinos. Recibir por primera vez el Cuerpo y la Sangre de Cristo fue la culminación de los dos años de catequesis semanal en hebreo organizada por el padre Carlos Santos ofm, asistido por el padre Apolinary Szwedofm.
Para subrayar el significado de la Sagrada Eucaristía, el Custodio contó también la historia de un asno que se inclinaba en adoración de la Eucaristía expuesta por Antonio, afirmando así la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Al final de la celebración eucarística, el padre Francisco invitó a los fieles a ser constructores de paz, «para ser testimonios de paz en las situaciones concretas» de la vida. También les recordó que siempre deben crecer en la fe y defenderla como los niños que sostenían velas encendidas durante la renovación de las promesas del Bautismo.
Tras la misa, la fiesta continuó con la presentación de la cultura de las distintas comunidades implicadas y compartiendo platos internacionales. Hubo también un concurso de trajes nacionales.
La parroquia de Jaffa tiene un fuerte carácter internacional. Además de los árabes católicos locales, la parroquia se ocupa también de la pastoral de las diversas comunidades de migrantes formadas principalmente por gente procedente de Filipinas, India, África, América Latina y Polonia, entre otros. En Jaffa también se encuentra una comunidad católica de lengua hebrea, que participa regularmente en la fiesta anual.