Hay un momento preciso de la Historia en el que el “sí” de una joven cambió el curso de los acontecimientos. El evangelista Lucas nos cuenta (Lc 1, 26-38) que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, para visitar a una virgen de nombre María.
María es el origen de la nueva alianza, la mujer gracias a cuya libertad Dios pudo entrar en la Historia y encarnarse.
Los antiguos griegos tenían dos formas de definir el tiempo, distinguían entre kronos y kairos. El primero expresaba el transcurrir cuantitativo de los minutos, mientras que kairos indicaba el realizarse, en el tiempo, de algo grande, oportuno. El “sí” de María es expresión de esta oportunidad, del cumplimiento de la alianza de amor entre Dios y la humanidad.
Se dice comúnmente que la Tierra Santa es el quinto evangelio, pues su geografía da testimonio y narra el contexto físico donde vivió el Señor. Y Nazaret, a través de sus lugares de culto, nos habla del episodio de la visita del ángel a María, así como de todos los demás episodios evangélicos que narran la vida pública de Jesús, su hijo.
Hoy, en esta localidad árabe-israelí se alza una basílica de la Custodia de Tierra Santa que en su interior contiene la gruta de la Anunciación, testimonio visible del “sí” que permitió al Verbo encarnarse. La inscripción “Verbum caro factum es” (el verbo se hizo carne) también está grabada en la fachada de la iglesia y sobre el altar de la gruta, situada en la parte inferior de la basílica.
De hecho, la actual iglesia, construida entre 1960 y 1969 según diseño del arquitecto italiano Giovanni Muzio, está dividida en dos partes: la basílica inferior – que conserva los restos de la gruta que se cree es el lugar exacto del encuentro entre María y el ángel – y la basílica superior, destinada a la liturgia para los cristianos locales y los peregrinos.
La basílica de reciente construcción se levanta, obviamente, sobre los restos de estructuras cristianas preexistentes. La forma de ábside del espacio que se encuentra frente a la gruta revela la presencia de una iglesia de época bizantina. Por debajo de esta, como demostrarían algunas evidencias arqueológicas, debía encontrarse un templo cristiano todavía más antiguo, probablemente del siglo IV.
En el amplio vestíbulo de la basílica, rodeado de una moderna columnata, se suceden representaciones marianaspropias de las más diversas nacionesi[1].
El anuncio del ángel a María es central en la historia de la salvación; el hecho de que los evangelios ambienten la anunciación en Nazaret, atrae desde hace siglos a numerosos peregrinos hacia la ciudad galilea.
Un relato apócrifo del siglo II, el protoevangelio de Santiago, divide el episodio de la anunciación en dos momentos: el primero en el pozo, donde tendría lugar el saludo del ángel a María, y el segundo en casa, donde se produciríael auténtico anuncio. Estos dos momentos reflejan también dos enfoques distintos: según la mentalidad oriental, el anuncio del nacimiento de Jesús sería tan importante como para ocurrir necesariamente en público y, por tanto, en un pozo, lugar público donde los habitantes de la ciudad iban a recoger agua. Según la mentalidad occidental, por el contrario, el anuncio debería realizarse en un contexto más íntimo y personal, por tanto, necesariamente en el hogar. Debido a esta diferencia de mentalidad, los greco-ortodoxos erigieron su propia iglesia de la Anunciación – llamada iglesia de San Gabriel – cerca del lugar donde aún brota el agua de un manantial que abastecía a la ciudad y que en el pasado alimentaba el principal pozo de la ciudad galilea.
En Tierra Santa hay varios santuarios dedicados a la Virgen, o que la recuerdan. Entre los de la Custodia de Tierra Santa, están el santuario de la Gruta de la Leche en Belén, el de la Visitación en EinKarem, y la basílica de la Anunciación de Nazaret.
Filippo De Grazia
[1]Cfr. Terra Santa - Guida francescana per pellegrini e viaggiatori - TS Edizioni (2018)