Il Mercoledì santo a Gerusalemme, tra la roccia del Getsemani e la colonna della Flagellazione

Miércoles Santo en Jerusalén, entre la roca del Getsemaní y la columna de la Flagelación

El Miércoles Santo en Jerusalén se celebró a través de dos importantes momentos litúrgicos que tuvieron lugar primero en Getsemaní y después en la capilla de la Aparición en la basílica del Santo Sepulcro.

En la madrugada del 5 de abril, en la basílica de la Agonía, el canto Vexilla Regis dio comienzo a la celebración eucarística presidida por el vicario de la Custodia de Tierra Santa, fray Ibrahim Faltas. El himno solemne de la Santa Cruz introdujo la jornada de reflexión sobre el misterio de la Pasión de Jesús, para preparar el Triduo Pascual y la Pascua. Al pie del Monte de los Olivos, en el lugar donde Jesús rezó a Dios, los frailes de la Custodia llegaron en procesión desde el convento de San Salvador y, junto con muchos otros religiosos, peregrinos y fieles, siguieron la proclamación de la Pasión según Lucas, cantada a tres voces.

De hecho, lo que caracteriza la liturgia de la Pasión en Jerusalén es la proclamación de los cuatro evangelios canónicos durante la Semana Santa: además del evangelio del Domingo de Ramos, que cambia y se alterna según el año litúrgico de referencia, y del fijo de Juan del Viernes Santo, solo en la ciudad santa se proclaman los dos evangelios restantes respectivamente el martes y el miércoles de la Semana Santa.

Durante la proclamación del evangelio, en el momento en que se describe la hora de la batalla decisiva de Jesús, cuando el sudor se transformó en “gotas de sangre que caen al suelo”, el cantor interrumpió la lectura e, inclinándose, besó la Roca de la Agonía, situada ante el altar.

«El relato de la pasión de Lucas es la última etapa del recorrido de Jesús que, cruzando Galilea, lo llevó hasta Jerusalén – comentó fray Faltas –. En la pasión se narra una contradicción. La multitud que recibe a Jesús de forma triunfal, entusiasta, que grita “Bendito el que viene, el rey, en nombre del Señor”, es la misma que después grita “crucifícalo”.  ¿Por qué hablamos de esta contradicción? Porque la Pasión está llena de contradicciones. Somos los discípulos que elegimos estar de su parte pero que a veces, en el momento más importante, huimos, traicionamos. Solo si abrazamos esta contradicción podemos vivir bien la Pascua, porque la celebración de la Pasión es la celebración de un gran fracaso, que luego se convirtió en una gran victoria».

En la segunda parte de la mañana, los fieles y los frailes se dirigieron a la basílica del Santo Sepulcro para la tradicional veneración de la Columna de la Flagelación de Cristo: la preciosa reliquia se conserva actualmente en la capilla de la Aparición.

La conexión litúrgica entre la roca de Getsemaní y la columna de la Flagelación reside en la sangre del Señor, que fue derramada sobre ambas durante su pasión. Ya en el IV siglo la peregrina Egeria habla de la veneración a esta columna que, en aquella época, se encontraba en el Cenáculo y era adorada durante la madrugada del Viernes Santo. No fue hasta el siglo XIV cuando la columna se trasladó al Santo Sepulcro.

La asamblea entonó el himno “Columna nobilis” y después los frailes, fieles y peregrinos se acercaron uno a uno para rendir homenaje a la venerada columna.

Silvia Giuliano