La tarde del 26 de octubre, la iglesia franciscana de San Salvador de Jerusalén acogió la celebración de las vísperas en rito maronita, como acción de gracias por la canonización de los “Mártires de Damasco”, ocho franciscanos y tres laicos maronitas.
La celebración fue presidida por el arzobispo maronita de Haifa y Tierra Santa, Moussa Hage, y estuvo animada por un coro maronita llegado expresamente desde Haifa. “Rezar juntos es una experiencia muy significativa para nosotros. Creo que también nuestros mártires desde el cielo se alegran con nosotros por esta oración que hacemos juntos”, afirmó el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, en su discurso de agradecimiento al obispo y a la comunidad maronita. Al final de las vísperas, el Custodio regaló al arzobispo unas medallas de la canonización con la imagen de los mártires en el anverso y el logo de la canonización en el reverso.
Durante las vísperas, a las que asistieron numerosos frailes y fieles, se expuso una reliquia de los mártires en el altar dedicado a ellos. El esquema de la oración es similar al del rito latino, pero enriquecido por numerosos himnos cantados y más lecturas. Para la ocasión, todos los himnos estuvieron dedicados a los mártires, especialmente a los hermanos Massabki, laicos maronitas: Francesco, Abdel Mooti y Raffaele.
La de los hermanos Massabki – subrayó el arzobispo Hage en su homilía – era “una fe sencilla, profundamente arraigada en su vida cotidiana. Su compromiso constante con la oración, la participación en los sacramentos y la caridad hacia los pobres es testimonio de una espiritualidad accesible a todos los cristianos, basada en una fe viva y activa”. Su testimonio “nos recuerda que, incluso en las circunstancias más difíciles, la fe cristiana tiene el poder de triunfar sobre el miedo y la muerte” y su ejemplo “nos inspira para perseverar en la búsqueda del conocimiento, del amor y del servicio a Jesucristo”.
Al final de la oración, en el gran atrio de la curia de la Custodia de Tierra Santa, se inauguró una exposición sobre los mártires de Damasco, que presenta sus rostros y sus historias. Los once mártires “están cerca de nosotros, geográficamente pero también espiritualmente, como franciscanos y maronitas”, subrayó el comisario, Vincenzo Zuppardo. En esta idea se inspira la propia arquitectura de los paneles, con los rostros de los mártires a la altura de los de los visitantes. La muestra termina con el icono de la canonización y la oración. “Usadlo para pedir la gracia, sobre todo la gracia que todos necesitamos, el don de la paz”, dijo el Custodio.
Marinella Bandini