La parroquia latina de Belén en apoyo a los más débiles

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Desde hace más de ochocientos años, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, además de custodiar los Santos Lugares de la cristiandad, se ocupan de las “piedras vivas” de Tierra Santa: sus habitantes. En estos tiempos de crisis económica mundial, la parroquia latina de Belén se ha convertido cada vez más en un punto de referencia para los más vulnerables. La oficina franciscana de servicios sociales, situada en los locales de la parroquia de Santa Catalina en la Natividad, representa una fuente de ayuda para todos los que se encuentran en dificultades, ya sean feligreses latinos o de otras confesiones religiosas.

Desempleo, problemas familiares, pobreza: son algunas de las penurias que deben afrontar diariamente los habitantes de Belén, la ciudad que hace dos mil años vio nacer a Jesús. La ciudad palestina, sobre la que ya pesaba el aislamiento impuesto por la presencia de los puestos de control alrededor de todo su perímetro y del muro de separación de los territorios israelíes, ha visto empeorar aún más su situación económica debido a la pandemia del Covid-19.  A esto se suma un sistema sanitario público con muchas carencias, tanto en la gama de servicios prestados como en el número limitado de prestaciones sanitarias que ofrece.

“Como párroco, soy el director de la oficina de servicios sociales y trato de comprender las razones por las que la gente viene a pedir ayuda para poder así dirigirlos hacia donde más les conviene – explica fray Rami Askarieh, párroco de la iglesia latina de Santa Catalina en Belén –. La responsable de nuestra oficina parroquial, dedicada a servicios sociales, es una trabajadora social, sor Rosalía, que se reúne físicamente con las personas una vez a la semana y dos veces por teléfono”.

Especializado en asesoramiento, el párroco conoce muchas de las situaciones de necesidad en las que se encuentran quienes piden ayuda. Para responder a las solicitudes, fray Rami intenta también colaborar con otras oficinas dedicadas a los servicios sociales que se encuentran en Belén: la de la ONG Pro Terra Sancta, la del Patriarcado Latino, la del hogar para niños huérfanos “La Crèche”, etc.

“Nos encontramos con personas con historias muy difíciles porque, sobre todo debido al coronavirus, muchos han perdido el trabajo – explica fray Rami –. Por ejemplo, los que se dedicaban al turismo o eran artesanos que producían objetos de madera de olivo, hoy ya no logran vender nada y tienen pocos recursos económicos. Necesitan de todo: medicinas, alimentos, leche para los niños. Por eso, nosotros nos aseguramos de que puedan ir al supermercado y a la farmacia, y después nos encargamos de cubrir los gastos. También evaluamos la posibilidad de reformar algunas casas de los cristianos locales, como el caso de una familia con dificultades, formada por siete personas, que estaba en contacto con la parroquia. Vivían en dos habitaciones, pero había una zona habitable en la planta baja que no se utilizaba y que decidimos reformar”.

Para apoyar la reforma de los hogares de los cristianos locales, están muy comprometidas la parroquia latina de Belén, junto con la Franciscan Foundation for the Holy Land y Pro Terra Sancta, que trabaja también en otros proyectos sociales a largo plazo.

En Belén está también la Sociedad Antoniana, centro de asistencia a los ancianos, donde el párroco de Belén celebra la misa y sigue periódicamente el progreso de las actividades. Para los niños y jóvenes que viven situaciones de desamparo familiar, la Custodia de Tierra Santa en Belén tiene un lugar especialmente dedicado: la Casa del Niño.

La parroquia de Belén también puede contar con la Comisión Franciscana de la Familia, una entidad parroquial dirigida por una religiosa, que se encarga de proyectos solidarios y de pastoral de acompañamiento para las parejas de futuros esposos.

La formación es un tema fundamental sobre el que construir el futuro, según el párroco de Belén. “Por eso, tuve la idea de crear un centro de formación humana – explica fray Rami –. Estará ubicado en unos locales cercanos a la parroquia de Belén, que todavía hay que restaurar. En el primer piso se situarán una clínica de atención primaria, oficinas de recepción y almacenes para alimentos, ropa y medicamentos. En el segundo piso habrá un espacio para formación humana y cristiana y un pequeño estudio para producir contenidos para nuestros medios de comunicación”. Fray Rami está decidido a continuar este trabajo a favor de los habitantes locales, esperando poder contar también con la ayuda de sus parroquianos y de fieles de todo el mundo. “Creo que mi trabajo como párroco incluye varios aspectos, no solo el de administrar los sacramentos – concluye –. El mío es un trabajo de acogida, de apoyo a los más débiles”.

 

Beatrice Guarrera

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