Homenaje de la Custodia en Jerusalén con motivo del Día de la República Italiana

A Gerusalemme l’omaggio della Custodia in occasione della Festa della Repubblica Italiana

Siguiendo la tradición en Tierra Santa, la Custodia, quiso honrar a la República Italiana con una celebración eucarística el sábado siguiente al 2 junio: en esta jornada de fiesta nacional se conmemora el referéndum institucional de 1946 en el que los italianos fueron llamados a las urnas para elegir entre monarquía y república.

Asistieron a la celebración el cónsul general de Italia, Giuseppe Fedele, el jefe de la oficina consular, Alberto Invernizzi, la responsable de la oficina de visados, Marianna Delle Vedove, el asistente del cónsul, Tony Khoury y el personal diplomático, civil y militar del consulado general de Italia en Jerusalén.

La misa solemne, oficiada en Jerusalén en la iglesia de San Salvador, fue presidida por fray Alessandro Coniglio, que dio la bienvenida a la delegación y a todos los fieles presentes en nombre del Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, en viaje pastoral a Colombia para la celebración del 400 aniversario de la Comisaría de ese país.

Para la Custodia de Tierra Santa, estos actos representan cada año un agradecimiento por lo realizado en el pasado y en el presente por Francia, Bélgica, Italia y España, las cuatro naciones católicas protectoras y promotoras de las comunidades cristianas de Tierra Santa.

«La misa de hoy, como las otras misas consulares, no es la expresión de un nacionalismo vacío – subrayó fray Coniglio al comienzo de la celebración – sino que, sobre todo, expresa la gratitud de la Custodia por los vínculos históricos, el afecto y el apoyo concreto que el pueblo italiano, a través de sus instituciones públicas, ha mostrado siempre a los frailes y a la Custodia. Oremos para que estos vínculos sean cada vez más profundos y continúen dando frutos de desarrollo social y civil».

Entre los numerosos estados italianos, fue principalmente el Reino de Nápoles el que desempeñó un papel clave para los franciscanos de Tierra Santa: en 1333 los reyes de Nápoles, Roberto de Anjou y Sancha de Mallorca, tras una negociación muy complicada, compraron el Santo Cenáculo de Jerusalén al sultán de Egipto, que era su propietario. Se estableció entonces que los frailes menores franciscanos fuesen sus custodios en representación de la cristiandad. Los dos soberanos de Nápoles si consideraban los legítimos sucesores del reino de Jerusalén, alardeando de ser descendientes directos de Federico II, casado con Yolanda de Brienne, heredera del reino. La misión en Tierra Santa ha estado financiada sin interrupción y para ello se creó la Obra Pía de Tierra Santa, actualmente Comisaría General de Tierra Santa de Nápoles.

Fray Coniglio, inspirándose en las lecturas, ofreció varias reflexiones sobre el concepto de autoridad: «El pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar está atravesado por la cuestión sobre la autoridad – explicó fray Coniglio en su comentario al evangelio (aquí el texto íntegro de la homilía) – que es también una pregunta puramente “política”: y la coincidencia con esta fiesta de Italia puede ser providencial, para preguntarnos cuál es la fuente del poder político».

«El autor del libro del Eclesiástico indica cómo buscar la sabiduría, la única que puede ayudar al ser humano a encontrar la mejor realización de su aspiración al bien y a la felicidad: la primera fuente de este saber práctico es el Señor Dios […] El verdadero sabio sabe ante todo que existe una jerarquía de bienes en el mundo, y que en la cúspide de esta jerarquía está el Bien Supremo, Dios mismo. Como haciéndose eco de esta verdad, San Francisco, patrón de Italia, escribió en su Regla no bulada: “ninguna otra cosa deseemos […] sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, el solo verdadero Dios”».

«Esta es una tradición que los miembros del consulado italiano apreciamos mucho – comentó el cónsul general de Italia, Giuseppe Fedele –. Es el testimonio concreto de la que es una relación históricamente fructífera y muy profunda. La presencia del consulado en Jerusalén implica nuestro especial papel de tutelar y, cuando es posible, salvaguardar el status quo de la Ciudad Santa y proteger a los franciscanos. Una presencia que intentamos promover, siempre que es posible, también con acciones concretas de apoyo y ayuda a las actividades de naturaleza cultural y de cuidado del patrimonio histórico y artístico».

La santa misa concluyó con las notas del himno de Italia, interpretado con el órgano de la iglesia, antes del habitual intercambio de saludos entre todos los presentes en la curia custodial.

Silvia Giuliano

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