“La palabra de Dios continúa sembrándose y nosotros no nos rendimos”. Así habla fray Marwan Di’des, párroco de la iglesia latina de Nazaret, de este tiempo difícil en que las iglesias de Tierra Santa han tenido que permanecer cerradas a los fieles. El compromiso de los párrocos de cuidar al rebaño que se les ha confiado les ha llevado a encontrar nuevas formas para estar cerca de sus feligreses, a pesar de la distancia física. Así, en Nazaret, fray Marwan sigue atendiendo a los numerosos grupos de oración de la parroquia, a través de reuniones telemáticas en directo.
Por tanto, la vida parroquial continúa incluso a distancia y tampoco se detiene la actividad de apoyo material a las personas con dificultades económicas. “Muchos donantes han venido a la parroquia para ofrecer dinero a los necesitados y me ha impresionado su generosidad, cuenta fray Marwan. Hemos distribuido más de 100 paquetes de alimentos y pequeñas cantidades para ayudar a familias con necesidades especiales. No es mérito mío, sino de mucha gente de buena voluntad que quiere estar junto a los que tienen dificultades”. También durante la Semana Santa, la parroquia de Nazaret hizo todo lo posible para hacer sentir su cercanía a los más de ocho mil cristianos locales. “En esos días, sentimos el vacío de los fieles, pero les animamos a seguir en streaming las celebraciones del obispo de Jerusalén, para aumentar en ellos el sentimiento de unidad con nuestro pastor – continuaba el párroco de Nazaret –. Muchos rezaron con sus hijos y construyeron un pequeño altar doméstico. Fue un momento fuerte de comunión y unidad: de las iglesias pequeñas que son los hogares a la iglesia madre que es Jerusalén”.
De acuerdo con las disposiciones del gobierno israelí, actualmente es posible celebrar una misa al aire libre para un máximo de diecinueve participantes y también la parroquia de Nazaret se ha adaptado. “Se ha activado un número de teléfono especial para hacer reservas y así poder asistir a misa en un espacio de nuestro patio – continúa fray Marwan. De lunes a domingo yo y los demás sacerdotes de la parroquia celebramos 24 misas entre la mañana, la tarde y la noche.
También recogemos las intenciones de la gente a nivel local e internacional. Como párroco, no veo el momento de que esta situación termine y me doy cuenta de que antes no sabíamos cuánta gracia había en nuestra vida por tener la posibilidad de reunirnos, vernos, abrazarnos. Ahora sentimos lo valiosa que era”.
La modalidad de celebración de la misa al aire libre con reserva es la misma que ha adoptado la iglesia de San Antonio de Jaffa, que recientemente ha obtenido autorización para tener alrededor de un centenar de fieles al mismo tiempo, distribuyéndolos en el patio en pequeños grupos, conforme a las disposiciones.
En la iglesia del Primer Milagro, en Caná de Galilea, la actividad de la parroquia continúa a distancia. La iglesia es un punto de referencia para los más de tres mil cristianos locales, de los que 700 son católicos y el resto greco-ortodoxos y melquitas. “Nuestra parroquia también es un santuario, cerrado ya desde el 12 de marzo, porque por aquí pasó una peregrina americana infectada por el Covid-19, cuenta el párroco fray Haitham Franso Yalda Hano. La gente espera volver a su vida, pero debemos tener paciencia. Como párroco y como sacerdote intento hacer todo lo posible para trasmitir el mensaje de que estoy con los feligreses y que la Iglesia no les abandona”.
Desde el 19 de marzo, todos los días fray Haitam trasmite desde la página de Facebook de la parroquia una hora de adoración eucarística con la oración del rosario en directo. Junto a él, otro fraile de la Custodia y algunas religiosas franciscanas. Por motivos de espacio todavía no es posible celebrar la misa con los fieles, pero las liturgias se trasmiten online en la medida de lo posible, como fue en Semana Santa. “Celebré la Hora Santa en la gruta de Caná y coloqué altavoces para que se escucharan en la ciudad, continúa el párroco. Sin embargo, el momento más importante fue el Sábado Santo, cuando durante la misa puse velas sobre los bancos de la iglesia, como símbolo de la Pascua. En la homilía dije a los feligreses: no estáis físicamente aquí, pero cada uno de vosotros está aquí y esta luz de Pascua llega viva a vuestras casas”.
La iglesia de Caná quería apoyar a las personas con dificultades y decidió entregar unos cincuenta paquetes a las familias más necesitadas, no solo de la parroquia. “Distribuí las cajas yo mismo el día de Pascua, explica fray Haitam. Las personas se conmovieron mucho por este gesto, porque no esperaban verme llamar a su puerta”.
También en Ramle la iglesia ha prestado apoyo y solidaridad a los más necesitados. “Los jóvenes, que durante este tiempo solo se han reunido de forma telemática, han organizado una colecta para ayudar a ancianos y familias”. Lo cuenta fray Abdel Masih Fahim, párroco de la iglesia de San José de Arimatea y Nicodemo. El consejo parroquial, además, ha recogido donativos y repartido ayudas en alimentos a más de doscientas familias de la ciudad. “Nuestros benefactores son generosos y algunos también han donado nueve portátiles a estudiantes que no tienen medios para seguir sus estudios online, explica el párroco. Somos una parroquia pequeña, que cuenta con cerca de cuatro mil cristianos de diferentes confesiones cristianas, de los que 1400 son católicos. Aun así, los fieles son muy activos, incluso en estas circunstancias difíciles”. En tiempo de restricciones, todas las liturgias se trasmiten online, así como la misa que se celebra todas las mañanas. Para la iglesia de Ramle, la posibilidad de reservar para asistir a las celebraciones al aire libre y con pocos participantes, según las disposiciones de las autoridades, está activa desde hace poco.
“Estamos en mayo, es decir, el mes mariano, que a la gente le gusta mucho, explica fray Abdel Masih. Por eso, hemos bendecido una estatua de la Virgen que visitará las casas de los fieles y luego regresará a la parroquia el 31 de mayo. Me ha impresionado mucho que en este momento los fieles están dispuestos a obedecer y ayudan mucho”.
También en los territorios palestinos, en Jericó, la devoción a la Virgen es fuerte. Por eso, el párroco, fray Mario Hadchiti, ha decidido ir a ver a las familias llevando el icono de la Virgen María. Queremos animar el mes mariano, visitando a las familias y recitando el rosario con ellas, explica. Dada la imposibilidad de venir a la iglesia, hemos decidido ir nosotros a la gente”. El párroco, junto con otro fraile, es el punto de referencia de los aproximadamente 500 cristianos locales, encerrados en casa desde hace más de dos meses por la emergencia sanitaria.
“Aunque somos un pequeño rebaño, aquí en el Buen Pastor, somos una parroquia viva, continúa fray Mario. Yo siempre visito a los enfermos, llevo la comunión a los hogares y he repartido paquetes de alimentos a muchas familias, porque muchos no han podido trabajar en este periodo. Cada domingo les envío un mensaje espiritual. Incluso en los fallecimientos que ha habido, he estado lo más cerca posible de las personas y he podido rezar junto a los familiares de la persona fallecida”. En Palestina, por el momento, las disposiciones de las autoridades impiden las celebraciones incluso al aire libre. “Seguimos anhelando el momento de reabrir la iglesia, continúa el párroco de Jericó. Mientras tanto, cada misa que celebramos la ofrecemos por las intenciones de los feligreses”.
Beatrice Guarrera