La mañana del sábado 30 de noviembre, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, hizo su tradicional entrada en Belén, iniciando así el periodo de Adviento.
Las celebraciones empezaron por la mañana, cuando el Custodio se reunió con los representantes de la parroquia latina de Jerusalén y con el párroco, fray Amjad Sabbara, en el diwan del convento de San Salvador. Siguió un intercambio de saludos y agradecimientos con el muktar, el representante de la comunidad cristiana local y con los miembros del grupo scout parroquial.
Siguiendo la tradición, en el trayecto de Jerusalén a Belén, el Custodio se detuvo en el monasterio ortodoxo de Mar Elías, donde lo esperaban los representantes de la comunidad de Beit Jala, llegados especialmente para recibirlo.
Tras el intercambio de saludos con las autoridades religiosas y civiles de la comunidad de Beit Jala, el cortejo que acompañaba al Custodio continuó hasta la basílica de la Natividad en Belén. En esta ocasión, el puesto de control situado cerca de la Tumba de Raquel se abrió para permitir la entrada del Custodio en la ciudad.
Una vez en Belén, el Custodio junto con el vicario, fray Ibrahim Faltas, siguió a pie por la Vía de la Estrella. También este año, de acuerdo con los líderes de las iglesias de Jerusalén, se ha querido mantener la sobriedad en señal de respeto al sufrimiento provocado por la guerra en curso.
Aun así, se contó con una gran participación de los grupos scout locales, que escoltaron con discreción al Custodio y el vicario durante todo el recorrido.
La llegada del Custodio fue acogida con gran alegría por los niños de las escuelas católicas de Belén. A ambos lados de la calle, hasta la Plaza del Pesebre, sus rostros radiantes y los carteles pidiendo la paz creaban una atmósfera de esperanza.
Al llegar a la Plaza del Pesebre, las autoridades locales – el alcalde, el gobernador, el jefe de la policía y el jefe militar – recibieron al cortejo y acompañaron al Custodio hasta la entrada de la basílica, donde también lo esperaban representantes de las demás iglesias cristianas (greco-ortodoxos y armenios). Recibido por el guardián del convento franciscano, fray Enrique Segovia, el Custodio entró en la iglesia de Santa Catalina. Aquí, el párroco, fray Rami Asakrieh, saludo a todos los presentes, a lo que siguió un momento de oración.
Por la tarde, con el rezo de las primeras vísperas, empezó de manera oficial el tiempo de Adviento. Al final de la celebración, el Custodio, junto con frailes y fieles, participó en la procesión hasta la Gruta de la Natividad, corazón de la fe cristiana. Aquí, llevó en procesión la reliquia de la Sagrada Cuna del Niño Jesús, donada por el papa Francisco a la Custodia de Tierra Santa. Tras rendir homenaje al altar de los Magos y al Pesebre, el custodio encendió la primera vela de la corona de Adviento.
El domingo 1 de diciembre, en la iglesia de Santa Catalina, el Custodio presidió la misa solemne del primer domingo de Adviento. La comunidad local participó en gran número y con alegría en la celebración.
En su homilía, el Custodio subrayó la importancia de la oración para poder mantener viva en nosotros la esperanza cristiana en este tiempo de Adviento.
“Cuán importante es esta actitud de oración vigilante y agradecida para lograr mantener viva la esperanza, levantar la mirada hacia el cielo, hacia Jesús que viene, y no os desanimarse cuando el mal se desencadena como una tormenta sobre nuestras vidas”. (Aquí el texto completo)
El Custodio concluyó la homilía dirigiendo a los fieles la invitación que San Pablo hacía a los primeros cristianos, es decir, a crecer y rebosar de amor mutuo (cfr. 1Ts 3,12).
“La esperanza nos impulsa a crecer y rebosar de amor, tanto hacia los miembros de nuestra familia y de nuestra comunidad como hacia todos los demás”.
Lucia Borgato