Una catequesis en vídeo, una bendición al son de la campana, un paquete de alimentos de subsistencia: son solo algunas de las iniciativas que han puesto en marcha los párrocos de Tierra Santa para seguir cuidando a sus fieles en estos difíciles tiempos de restricciones. Como en Jerusalén, donde este año la luz de la Resurrección ha llamado a la puerta de los cristianos de Jerusalén casa por casa. “Después de la Vigilia Pascual, que en el Santo Sepulcro se celebra el sábado por la mañana, encargamos a algunos scouts llevar la Luz Sagrada a las casas de la Ciudad Vieja”, explicaba fray Amjad Sabbara, párroco de la parroquia latina de San Salvador. Fue una alegría inesperada para muchos parroquianos, que oyeron a los scout llamar a sus puertas y encendieron una vela con el Fuego Santo.
Los frailes que trabajan en la parroquia de Jerusalén han creado un pequeño comité de religiosos y cada uno de ellos tiene su tarea, como dar catequesis a través de vídeo a los jóvenes que se van a confirmar, o citas online con la juventud franciscana cada dos semanas. “El día de Pascua, con la ayuda de fray Sandro, el vicepárroco, llamé a los parroquianos para que pudieran sentir que su pastor, aunque no les vea, está a su lado”. Los fieles latinos de San Salvador son más de tres mil, a los que se añaden los de la iglesia de Beit Hanina, llegando a ser más de cinco mil.
“Con la ayuda de ocho jóvenes de la parroquia, de nuestro comité de emergencia y de nuestra responsable del centro familiar, estamos ayudando a muchas familias con dificultades, gracias también a la contribución de la Fundación Franciscana para Tierra Santa”, explicó fray Amjad. No es fácil para muchos quedarse en casa, en espacios a menudo inadecuados y en situaciones de incertidumbre económica.
También en Belén la comunidad franciscana de la parroquia latina de Santa Catalina en la Natividad se hizo cargo de los que tienen dificultades. En territorio palestino, de hecho, ya se empiezan a ver los efectos de la clausura total, ya en vigor desde hace más de cuarenta días. “Tendremos momentos difíciles incluso cuando termine la pandemia, porque aquí la gente depende del turismo y muchos trabajan por jornadas” – explicaba fray Rami Asakrieh, párroco de Santa Catalina –. Ahora todo está cerrado y probablemente lo estará durante meses. El problema principal de Belén será el del trabajo”. En colaboración con todas las autoridades, fray Rami seleccionó a las familias y los ancianos más necesitados a los que distribuir paquetes de subsistencia. Los scout y el movimiento juvenil ayudan materialmente a llevar a cabo el proyecto de ayuda, con la aprobación del consejo parroquial.
“Animamos a la gente a seguir las disposiciones del Patriarcado y muchos han celebrado el triduo pascual desde casa con sus familias – contó fray Rami –. Fue precioso recibir sus fotos”. Gracias a las páginas (Facebook?) Bethlehem Parish - FSSO e St. Catherine Church - Bethlehem, el párroco y sus colaboradores siguen estando junto a los más de cinco mil fieles de Belén, organizando ayudas materiales y encuentros espirituales vía Internet.
Fray Toufic Bou Merhi, párroco de la iglesia latina de San Juan de Acre, habló sobre el mismo compromiso en las redes sociales para mantenerse en contacto con sus fieles que son unos ciento veinte. “Durante la última misa que pude celebrar, anuncié la página de Facebook de la parroquia donde se pueden seguir las celebraciones en directo – explicó fray Toufic –. Estoy solo al servicio de esta parroquia y por eso hago de fotógrafo, cantor y celebrante. Durante la cuaresma llevé a cabo el via crucis cada viernes y celebré el Triduo Pascual, aunque sin fieles”. El pensamiento del párroco en este momento se dirige sobre todo a los más de veinte niños que se estaban preparando para la comunión y la confirmación. “El propio Custodio me sugirió hacer catequesis semanales cada lunes por la tarde. También pueden servir a los jóvenes que conozco y que quieren unirse para escuchar lo que digo”, explicó el párroco de Acre.
En esta pequeña comunidad parroquial de Galilea, donde a la misa dominical asisten normalmente entre diez y doce personas, este periodo ha despertado el deseo de acercarse a la oración. “Se nos pidió que siguiéramos las celebraciones del Patriarcado Latino en streaming directo pero luego, el domingo de Pascua, llamé a cada persona una por una. Solo quería desearles feliz Pascua y no se lo esperaban – dijo fray Toufic –. Después, celebré la misa del lunes de Pascua y los feligreses se alegraron mucho de volver a ver a su párroco, aunque solo fuera a través de Internet”.
“La primera semana hicimos la adoración a través de streaming – contó fray Agustín Pelayo Fregoso, párroco de la iglesia de San Antonio en Jaffa –. Después, durante la Semana Santa no celebramos juntos sino que buscamos otros momentos para reunirnos con nuestros feligreses”. La realidad de los fieles de Jaffa es muy variada, con más de mil quinientos cristianos de lengua árabe y numerosas comunidades de emigrantes filipinos, africanos e indios. Un momento fuerte para ellos fue el domingo de Pascua. “Habíamos anunciado en las redes sociales que a las doce, al sonar las campanas, daríamos una bendición especial – explicó fray Agustín –. Les habíamos pedido que se arrodillaran al sonar las campanas y fue un momento muy emocionante para toda la comunidad parroquial. Algunos se conmovieron porque sentían un enorme deseo de recibir la Eucaristía”.
El franciscano de la Custodia habló de la enorme cercanía de los fieles a la comunidad de los tres frailes que trabajan en la parroquia: “Esta cercanía es, para mí, lo más bonito. Muchos nos llaman para decir que sienten nostalgia y por eso se han creado grupos de oración en Whatsapp y en Zoom”. Como en Jaffa, también en Jerusalén, cuando se diagnostica Covid-19 a alguno de los feligreses, la comunidad de fieles se une en oración, a invitación del párroco.
“El domingo trasmitiremos la misa por streaming y vendrán una o dos personas a prestar servicio en la iglesia – afirmó el párroco de Jaffa – También estamos organizándonos para poder celebrar misa en la plaza al aire libre, cuando lo permitan las autoridades. La gente lo necesita. Muchos lamentan incluso los problemas que tenían antes. Lo que les repito es: cuando éramos felices, no nos dábamos cuenta”.
Beatrice Guarrera