Historias de piedras vivas: Jamil, educar a través de la música en Jerusalén

“Es muy importante que la música llegue al mayor número de personas posible en Jerusalén, y que pueda ser una parte fundamental de la vida de nuestra comunidad cristiana local”.

Con estas palabras Jamil Freij, profesor en el Instituto Magnificat de Jerusalén, habla de su pasión por la música. Nacido y criado en el barrio cristiano de la ciudad vieja de Jerusalén, Jamil es una de las muchas “piedras vivas”, personas que, por un motivo u otro, son parte activa de la vida de la Custodia aquí en Tierra Santa. 

El vínculo de Jamil con los frailes franciscanos comienza desde niño, cuando a los diez años sus padres lo inscribieron en el Instituto Magnificat, la escuela de música fundada por fray Armando Pierucci, para estudiar piano. Un camino que le llevaría a graduarse en canto barroco renacentista en el conservatorio de Vicenza, con el que siempre ha colaborado el Instituto Magnificat, para luego regresar a Jerusalén, esta vez en calidad de profesor de solfeo y director del coro “Yasim”. La historia de Jamil es un ejemplo de cómo la música puede ser una herramienta de educación y crecimiento, capaz de crear un fuerte vínculo entre la Iglesia local y los jóvenes de la comunidad. 

Un vínculo que pasa a través de la música

Mi vínculo con la Custodia – explica Jamil – pasa a través de la música”. Hijo de músicos, su pasión por la música nace de niño, trasmitida por su padre y su abuelo.

En 2014 empecé a trabajar en el Magnificat como project coordinator. Más tarde me pidieron que enseñara solfeo, porque faltaban profesores que hablasen árabe para los alumnos de la ciudad vieja”. Una tarea que Jamil aceptó con entusiasmo, consciente de la importancia de trasmitir la belleza de la música a los jóvenes de su comunidad.

Música y comunidad local

“Me gusta mucho dirigir el coro porque me permite entrar en contacto con los estudiantes. Yo tengo este objetivo, quiero ayudar a la comunidad que me rodea, especialmente a la de la ciudad vieja. Porque en Jerusalén es muy difícil encontrar actividades recreativas para niños y jóvenes que impliquen la música”.

Jamil se esfuerza diariamente por ofrecer a los jóvenes de su ciudad una oportunidad de crecimiento y de expresión a través de la música, consciente del poder que esta tiene para crear unión y sentido de pertenencia. 

Enseñar música en Jerusalén

En mi opinión, la música debe ser una parte muy importante de la vida de la comunidad local. No solo la música árabe, sino también la música clásica. Es muy importante que la música llegue al mayor número posible de personas en Jerusalén para que pueda ser parte integrante de la vida de la gente aquí, en Jerusalén”. 

Jamil cree firmemente en el poder educativo de la música, un arte que enriquece la vida de las personas. Por eso Jamil, a través de su trabajo en el Instituto Magnificat, se compromete a difundir el conocimiento y el amor por la música entre los jóvenes de Jerusalén, ofreciéndoles una oportunidad de crecimiento personal y fortaleciendo el vínculo entre la Iglesia local y la comunidad.

Lucia Borgato

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