Comisaría de Washington: encuentro con fray David Grenier ofm | Custodia Terrae Sanctae

Comisaría de Washington: encuentro con fray David Grenier ofm

La Custodia de Tierra Santa se vale de la ayuda de algunos frailes para aumentar su actividad en todo el mundo. Estamos hablando de las comisarías que, en diferentes países, están llamadas a ser “un puente entre la Tierra Santa y los cristianos de todo el mundo”.

Cada comisario dirige una Comisaría, es decir, una entidad de la Custodia de Tierra Santa que contribuye a promover los Santos Lugares y a acercar a la gente a la tierra de Jesús. En la actualidad, hay sesenta Comisarías repartidas por el mundo: la mayoría de ellas son promovidas por las Provincias de la Orden, mientras que otras son una institución directa de la Custodia de Tierra Santa.

El Capítulo custodial que se celebró en julio en Jerusalén fue una ocasión para reunirnos con algunos de estos últimos y pedirles que nos contaran la vida que llevan los frailes lejos de Tierra Santa. Entre ellos, fray David Grenier, fraile canadiense, nacido en 1977, responsable de la Comisaría de Tierra Santa de Washington D.C., en los Estados Unidos de América.

La conversación se centró desde el principio en torno al vínculo histórico, aunque inusual, entre la Comisaría franciscana estadounidense y la Tierra Santa.  Una larga historia que comienza en 1884 en Nueva York. “De hecho, de Nueva York partían las peregrinaciones que llegaban a Jerusalén desde América” nos cuenta.  “En esa época se viajaba en barco y se llegaba a Francia; desde allí se iniciaba una peregrinación alrededor de Europa, viajando en tren y visitando Lourdes, Asís y Roma. Después, se zarpaba de nuevo en barco desde Ancona hasta Alejandría, en Egipto, desde donde se llegaba finalmente a Tierra Santa por vía terrestre”.  Naturalmente, se trataba de viajes muy largos, que duraban entre 90 y 120 días, dependiendo de si se quería parar y visitar Galilea y Transjordania.

“Pocos americanos podían permitirse un viaje tan largo y costoso. Por eso, en la segunda mitad del siglo XIX uno de nuestros frailes tuvo la intuición de construir réplicas de los santos lugares, de manera que aquellos que tenían el deseo de ir pero no los medios, pudieran vivir la Tierra Santa. En Washington, los franciscanos adquirieron un terreno fuera de la ciudad de unas 18 hectáreas. En este gran espacio situaron las reproducciones, fieles en las dimensiones y los detalles a los lugares destino de las peregrinaciones: la iglesia de la Asunción de María que contiene la tumba de la Virgen, la gruta de la Natividad de Nuestro Señor, en Nazaret, el Calvario, la piedra de la Unción y el Sepulcro.  Pero también la réplica de la gruta de Lourdes, de la Porciúncula de Asís y de las catacumbas de Roma. Ante todo, queríamos hacer recorrer a los fieles todas las etapas que los peregrinos hacían en aquel momento para llegar a Tierra Santa”.

Todo esto se construyó entre 1896 y 1898, incluso antes de las intervenciones que llevó a cabo la Custodia en Tierra Santa en el siglo XX mediante la construcción de santuarios y basílicas por el arquitecto Antonio Barluzzi. La realización de estas réplicas fieles de los sitios sagrados de Tierra Santa llevó a la comunidad franciscana estadounidense a trasladar la Comisaría de Nueva York a Washington.

Hoy, ese extenso terreno que los frailes adquirieron en las afueras, hace más de un siglo, está bien integrado dentro del complejo urbano de la capital, que durante décadas ha experimentado un importante proceso de expansión. Esto ha permitido que los franciscanos conservaran un oasis de paz dentro de un espacio metropolitano frenético y en constante ebullición.  Este aspecto atrae diariamente a muchos curiosos y representa una oportunidad para los frailes de abrir su santuario y hablarles de la Tierra Santa.

“Dentro de este gran espacio, fundamos hace muchos años el Franciscan Monastery Garden que atrae a mucha gente a la que le gusta trabajar la tierra. Detrás del monasterio también tenemos un invernadero y un campo dedicado al cultivo, que tiene incluso árboles frutales.  Aquí viene mucha gente voluntaria para cultivar la tierra de forma gratuita. El año pasado recogimos ocho toneladas de alimentos, de las que nos quedamos una pequeña parte, mientras que el resto lo dimos a los comedores sociales de la ciudad.  En la parte de atrás tenemos también dos eremitorios destinados a los que quieren pasar un tiempo de oración y meditación dentro de este edén urbano”.

Una sede tan especial, sin duda, favorece el encuentro entre la comunidad ciudadana y la franciscana, perfectamente integrada en el tejido urbano. Por tanto, los frailes de la Comisaría de Washington aprovechan cada valiosa oportunidad de encuentro con los visitantes y fieles para dar a conocer la Tierra Santa.  Lo hacen a través de la visita al santuario que, gracias a las réplicas de los santos lugares, permite a los huéspedes vivir una muestra de la Tierra Santa; lo hacen con su testimonio directo, con la actividad pastoral, con la organización de peregrinaciones, y con la publicación periódica de la revista de Tierra Santa en inglés.

“Con frecuencia la gente tiene miedo de venir a Tierra Santa porque las imágenes que difunde la televisión presentan un escenario de violencia, ligado al conflicto israelí-palestino.  Nosotros trabajamos mucho para hacerles entender que las calles de Jerusalén son mucho más seguras que las de muchas ciudades americanas. Los que ya han peregrinado siguen manteniendo un vínculo muy fuerte con la Tierra de Jesús. Con ellos, antes de la pandemia, organizamos varios encuentros abiertos al público, en los que daban su testimonio.  Además, delante de nuestro monasterio tenemos una gran sala, el St. Francis hall, que normalmente alquilamos para bodas.  Aunque quienes alquilan nuestros locales no estén directamente interesados en Tierra Santa, nosotros aprovechamos cada ocasión para acercarlos a nuestra realidad y para mantener la relación con ellos.   En Adviento, por ejemplo, enviamos a algunas de estas parejas una pequeña paloma de nácar hecha en Belén para ponerla en el árbol de Navidad, con una carta en la que explicamos nuestra misión en Tierra Santa”.

Este importante esfuerzo de promoción de la Tierra Santa lo lleva a cabo una pequeña comunidad de doce frailes. “Para Washington, el mayor desafío está ligado al envejecimiento de la comunidad de frailes, cuya edad media está entre 70 y 75 años.  Yo entré en el 2007 y soy el último seminarista que pasó por Washington que ha hecho la profesión solemne. Desde hace años soy el más joven de esta comunidad”.

Un reto al que se puede responder invitando a las personas a un discernimiento vocacional, del que fray David se encarga para EE.UU.: “Desde 2019 una de mis tareas es la animación vocacional para los Estados Unidos. Desde el pasado enero tenemos un joven que está recibiendo formación en Belén, y otro irá en septiembre-octubre.  Con otros tres o cuatro que estoy siguiendo, haremos un itinerario de discernimiento. Los Estados Unidos son un territorio grande y esto también es un desafío. Como comisario de Tierra Santa, me encargo de las vocaciones en todos los Estados Unidos”.  Sonriendo concluye: “Tratamos de hacer todo lo que podemos”.

 

Entrevista de Filippo De Grazia