Betfagé: la importancia de “llevar” a Jesús | Custodia Terrae Sanctae

Betfagé: la importancia de “llevar” a Jesús

En la mañana del sábado 27 de marzo, una representación de los frailes de la Custodia se reunió en el santuario de Betfagé para conmemorar la entrada del Señor en Jerusalén el Domingo de Ramos. Esto, siempre dentro del marco de las peregrinaciones cuaresmales.

El terreno donde se construyó el santuario de Betfagé fue adquirido en 1883 por la Custodia de Tierra Santa, y restaurado en su forma actual en 1954. De aquí sale la tradicional procesión del Domingo de Ramos, que llega a Santa Ana, la primera iglesia católica que se encuentra en la ciudad vieja de Jerusalén entrando por la Puerta de los Leones (o puerta de San Esteban, dada su cercanía al lugar del martirio del santo).

La tradicional procesión solo se ha suspendido dos veces en la historia: al final del reinado de los cruzados y el año pasado a causa de la pandemia del coronavirus.  En los siglos XVI-XVII, según la tradición, el padre Custodio de Tierra Santa solía representar el papel de Cristo, sentado en un potrillo a lo largo de toda la procesión, mientras que desde 1933 preside la procesión el Patriarca latino de Jerusalén.

La de hoy en Betfagé fue una celebración importante, en presencia de pocos religiosos y religiosas, presidida por fray Stéphane Milovitch, responsable de la Oficina de Bienes Culturales de la Custodia de Tierra Santa.

El borrico es el animal protagonista, después de Jesús, en el pasaje del evangelio según Lucas (Lc 19, 28-40) leído durante la celebración, pasaje que precede a la entrada de Jesús en Jerusalén.  En su breve comentario al evangelio, el padre Lukasz Popko, dominico y profesor en la l’École Biblique et Archéologique Française, se centró precisamente en el animal.

Cada uno de nosotros, sacerdotes, religiosos, cristianos, deberíamos ser como él, como el burro: lo único que hace es llevar a Jesús, y esta es nuestra misión” dijo el padre Popko.  “Con frecuencia pensamos que queremos ser otro, perdiéndonos en el dilema de la identidad, como si saber quiénes somos pudiera ayudar, pero la cuestión en este caso no es quiénes somos sino a quién cargamos: ¿es Jesús o no? Porque no importa quién eres, lo importante es llevar a Jesús”.

“Para la vida cristiana”, concluyó el dominico, “es más importante con quién camino que hacía dónde voy”.

 

Giovanni Malaspina