Todos los años, entre Navidad y el comienzo de la Cuaresma, en el corazón de la ciudad vieja de Jerusalén, se renueva el rito de la bendición de los hogares. Con una larga lista de nombres en la mano, fray Johnny Jallouf, vicepárroco de la parroquia de San Salvador, recorre los callejones del barrio cristiano, llevando la bendición de Dios a cada casa y a cada familia de rito latino (católico).
El barrio cristiano: un lugar de fe
En el barrio cristiano de la ciudad vieja, a lo largo de las calles y en las puertas de entrada es frecuente ver cruces de madera y pequeños iconos que representan a San Jorge o la Virgen María, signos tangibles de la devoción de quienes viven en estas casas. Aquí es donde cada año se renueva el gesto sencillo pero cargado de significado de la bendición de los hogares.
Fray Johnny llama a cada puerta pidiendo permiso para entrar. Es recibido calurosamente por las familias que le dan la bienvenida a sus hogares. Juntos rezan algunas oraciones para después recibir la bendición con agua bendita sobre ellos y en todas las habitaciones de la casa.
Nos encontramos con la señora Ángela, una mujer mayor que vive en una pequeña casa de la ciudad vieja. “Me gusta que bendigan mi casa”, cuenta con una sonrisa. “Durante mucho tiempo iba todas las mañanas a misa al Santo Sepulcro para pedir al Señor las gracias que necesitaba, y Él siempre me ha ayudado. Por eso ahora valoro tanto que mi casa sea bendecida. Ahora que soy mayor ya no puedo salir e ir a misa, pero nunca he dejado de rezar. Me alegro cuando fray Johnny viene a traerme la bendición, porque sé que de esta forma el Señor entra en mi casa”.
También Anulla, una joven madre de dos niños, subraya la importancia que este gesto tiene para ella y para toda su familia. “Sin la bendición de Cristo en nuestra vida no somos nada”, afirma. “Me gusta trasmitir esta enseñanza también a mis hijos, rezando todos juntos por la noche, yendo a misa el domingo o haciendo la señal de la cruz antes de salir de casa”.
El gesto de la bendición de los hogares tiene un significado muy profundo, como explica fray Johnny: “Es un signo de la cercanía de la Iglesia a sus fieles. Como un buen pastor que permanece con su rebaño y poco a poco aprende a conocer a sus ovejas una por una”.
En cada casa, fray Johnny es recibido calurosamente, todos dejan lo que estuvieran haciendo y se reúnen en oración. “Lo que más impresiona – continúa – es entrar en la cotidianeidad de las personas. Nosotros, como párrocos y pastores, estamos llamados a estar junto a nuestros fieles en cualquier circunstancia, tanto en los momentos de alegría como en los de dificultad”.
La bendición de los hogares es un gesto sencillo pero profundo, testimonio de la fe viva de la pequeña comunidad cristiana de Jerusalén. La cálida acogida de las familias y la dedicación de fray Johnny en este servicio a los fieles de la parroquia latina dan alegría y serenidad. La bendición de los hogares es un momento único en el que el Señor entra en la vida cotidiana de las familias para traer esperanza y consuelo incluso en este momento marcado por la incertidumbre y el miedo.
Lucia Borgato