Al estilo del peregrino. El Custodio de Tierra Santa cuenta su historia

En el libro “Como una peregrinación” y en una larga entrevista concedida a los medios de la Custodia, fray Francesco Patton repasa sus nueve años en Tierra Santa

Hábito marrón y mochila al hombro. Maleta “siempre preparada” para partir. Así es como a fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, le gusta describir su forma de vivir y caminar en este mundo que, hasta 2016, había sido solo un destino de peregrinación.

En el libro-entrevista con Roberto Cetera “Como una peregrinación. Mis días en Tierra Santa”, en las librerías desde el 10 de enero, de Ediciones Terra Santa (con prólogo del papa Francisco), y en una larga entrevista en los medios de la Custodia, fray Francesco cuenta su experiencia en esta tierra y sus nueve años como Custodio, mientras se prepara para concluir su mandato.

Primeros pasos

Nacido en los valles del Trentino (Italia) y criado en una familia de profunda fe, el camino de fray Francesco estuvo marcado desde joven por el encuentro con figuras como San Francisco de Asís y San Maximiliano Kolbe, que le inspiraron a vivir “una vocación de fraternidad universal”. Su nombramiento como Custodio de Tierra Santa, que tuvo lugar en 2016, fue una sorpresa. “Nunca había vivido en Tierra Santa, solo había participado en un par de peregrinaciones. Al principio tenía miedo de asumir este servicio”, afirma. “El primer año lo viví como un noviciado, intentando conocer a los frailes, la realidad de la Custodia y los desafíos de esta tierra”. El apoyo de los frailes fue fundamental: “Me acogieron como si siempre hubiera estado aquí y me ayudaron a entrar en esta realidad”.

La espiritualidad de los Santos Lugares

La Custodia tiene como principal misión custodiar los Santos Lugares. “Antes los conocía sobre el papel, ahora los conozco directamente” dice fray Francesco, subrayando la importancia de vivir en los santos lugares, no solo como Custodio sino como creyente: “Ya no tenía que imaginar el Calvario y el Sepulcro, como antes. Celebrar en los Santos Lugares ha significado mucho para mi experiencia de fe personal”. Fray Francesco descubrió la Tierra Santa como el lugar donde “historia y geografía se encuentran”, un lugar que transformó su espiritualidad: “Me convencí aún más de que nosotros, los cristianos, debemos aferrarnos a la dimensión histórica del misterio de la Encarnación”. Entre los lugares que “permanecerán en mi corazón”, pienso en las basílicas de Nazaret, del Santo Sepulcro y de la Natividad, pero también en Cafarnaúm y Tabgha, a orillas del lago, “donde Jesús compartió la vida de la gente sencilla, donde realizó gestos de fraternidad, donde hay diálogos bellísimos, como aquel con Pedro”.  Y el Monte Nebo “porque desde allí se ve a lo lejos…”

Como una peregrinación

El Custodio describe sus años en Tierra Santa como una peregrinación, una metáfora de la vida misma: “Creo que es importante recuperar el sentido de la vida como peregrinación: dentro de la provisionalidad de la vida terrenal, tenemos grandes perspectivas”. Como San Francisco recordaba siempre a sus hermanos, “somos peregrinos y forasteros en este mundo”, y San Pablo añade que somos “conciudadanos de los santos y familiares de Dios”, y este es nuestro destino. 

Compañeros de viaje

Durante los nueve años de su peregrinación en Tierra Santa, fray Francesco Patton ha encontrado compañeros de viaje. En primer lugar, los frailes y aquellos que han compartido con él más de cerca las responsabilidades de gobierno. Luego, algunos colaboradores de la Custodia, entre ellos su secretaria Diana, pero también su chófer Shibli y Lurdiña, que ya lo han precedido en el cielo. “Shibli fue un hermano para mí. Fue él quien me enseñó a celebrar la misa en árabe”. Con la segunda, entre los responsables del Christian Media Center, “había una relación de fraternidad, de amistad, de compartir la misión de anunciar el Evangelio”. También es significativa la relación con el patriarca greco-ortodoxo Teófilo III, “una relación fraternal entre dos creyentes llamados a dedicar su vida a Dios, que se encuentran en el terreno común de la fe y de la misión”.

Fraternidad como estilo de gobierno

“Mi experiencia de gobierno siempre ha sido la de tomar decisiones de forma participativa. Cuánto más logremos involucrar a quienes forman parte de nuestra fraternidad, más fructíferas serán las decisiones, porque quien se siente involucrado también se siente responsable”. Es la tradición de la orden franciscana: “Tenemos una herramienta para compartir las decisiones que se llama capítulo. La idea de fondo es que al gobernar uno no se sitúa en una posición de poder, sino de servicio”. Es necesario que “los custodios estén al servicio de la Custodia, no la Custodia al servicio de los custodios”. También porque, resume con una broma, “los custodios pasan, pero la Custodia permanece”.

Los desafíos del camino

Como en todas las peregrinaciones, no han faltado penalidades, crisis y momentos difíciles. “Cuando llegué, la guerra en Siria estaba en su apogeo. Estaba muy preocupado por la seguridad de los frailes. Recuerdo cuando pregunté a fray Hanna Jallouf (actualmente vicario latino de Alepo) si quería abandonar Siria. Me respondió: ‘Si tengo que morir, prefiero morir junto a mi gente, no soy un mercenario’. Su fe me ayudó a vivir con más serenidad una elección difícil”. Con el Covid se planteó un importante problema económico.  En el último año y medio, la guerra en Gaza, con la dificultad de no tomar partido ni emitir juicios, sino de mirar hacia el futuro.

En estos nueve años “he visto una involución progresiva del mundo político israelí” con el surgimiento de “una derecha que aúna una forma de fundamentalismo nacionalista y una forma de fundamentalismo religioso”. Como Custodia “hemos sentido una mayor presión, por ejemplo, en la cuestión de los impuestos.  Los Santos Lugares a menudo han sido el centro de episodios ofensivos o violentos, y han aumentado los casos de escupitajos o insultos a los frailes”. Sin embargo, “no creo que estas cosas deban ponernos en crisis: la experiencia de ocho siglos nos hace recordar que probablemente también esta es una época que pasará”.

Bajo el signo de San Francisco

En un contexto tan complejo, la ruta está indicada por lo que San Francisco dijo a sus frailes y por su propio ejemplo, en el encuentro con el sultán. “San Francisco nos enseña a acercarnos a los demás con confianza, viendo al otro como a un hermano, nunca como un enemigo”.  Esta es la contribución que intenta hacer la Custodia también “a través de las escuelas, donde educamos a todos en la aceptación mutua y la mirada fraterna” hacia los demás. “La fraternidad produce algo hermoso, la paz produce algo hermoso. Deberíamos cultivar más este sueño”.

La Custodia del mañana

¿Cómo será el futuro de la Custodia? “Lo imagino en continuidad respecto a estos ocho siglos de presencia en Tierra Santa” responde fray Francesco. “Siempre tendremos que tratar con una realidad compleja. Unos dos mil mártires en ocho siglos son una cifra elocuente. Hemos afrontado epidemias, persecuciones, cambios de régimen…”

“Una de las cosas que más he valorado en estos años es que los frailes de la Custodia todavía tienen sentido de institución: saben que la Custodia no es la realidad del fraile individual, sino una misión de la Orden, confirmada por la Iglesia con tareas específicas. Cuando existe el sentido de institución, el individuo nunca prevalece sobre el “nosotros”, y vivimos bien incluso en los momentos de transición”

Misión e internacionalidad son los dos pilares imprescindibles: “Es muy positivo que haya frailes que entran directamente en la Custodia desde distintos países, pero creo necesario que la Custodia mantenga su identidad de ser ‘la misión’ de la Orden”, subraya fray Francesco.  Según el Custodio, “la dimensión de la internacionalidad se acentuará cada vez más y disminuirá considerablemente el peso de la componente europea. Esto es, por un lado, un desafío, y por otro, una oportunidad. Habrá que trabajar mucho más en la formación”.

El sabor de estos nueve años

“Han sido nueve años intensos en todos los aspectos: espiritual, humano, político y pastoral”, afirma fray Francesco. Cuando se le pregunta sobre cuál es el “sabor” de estos nueve años, como apasionado por la cocina utiliza la imagen del kubbeh, un plato típico de Oriente Medio “que tiene una cobertura más dura y crujiente y un corazón carnoso”.

Marinella Bandini

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