Un fragmento de roca de la gruta de la Anunciación de Nazaret – el lugar donde la tradición cristiana sitúa el anuncio del ángel a María y su “sí” al plan de Dios – fue donado por la Custodia de Tierra Santa a la basílica papal de Santa María de los Ángeles en Asís.
El 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación y aniversario de la colocación de la primera piedra de la basílica (en 1569), la reliquia fue expuesta a la veneración de los fieles en la Porciúncula, lugar donde San Francisco de Asís fundó la Orden de los Frailes Menores en 1209. En ese mismo lugar, San Francisco obtuvo de Cristo, por intercesión de la Virgen, la indulgencia extraordinaria del Perdón de Asís (1216).
La presencia de la reliquia también se enmarca en el evento “Así salvamos la Porciúncula” con el que la comunidad franciscana “devuelve” ese lugar a la vista y la visita de los fieles después de las obras de consolidación de la basílica.
Para esta ocasión, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, envió un mensaje en vídeo desde Nazaret, en el que subraya el vínculo especial entre los dos lugares.
La gruta de la Anunciación “es la gruta del ‘sí’, podríamos decir que la puerta a través de la cual el Paraíso descendió a la tierra. En la Porciúncula, una inscripción recuerda que entrar en la Porciúncula es la puerta al Paraíso, porque a través de la experiencia del perdón se experimenta estar ya en el Paraíso (…). De hecho – añadió el Custodio – la Porciúncula es una especie de ‘pequeña Nazaret’”.
La reliquia fue recibida con emoción por fray Massimo Travascio, custodio del santuario: “Acoger aquí una reliquia de la gruta de Nazaret significa volver a plantear a cada peregrino la pregunta: ¿cuál es nuestro ‘sí’ a Dios hoy?” Esta reliquia, añadió fray Cornelio, empleado en el santuario, “tiene un valor único: nos remonta a las raíces mismas del cristianismo”.
“La anunciación es central para la Porciúncula, porque es el acontecimiento del ‘sí’ de María. Y la Porciúncula es el lugar donde también San Francisco y Santa Clara dijeron su ‘sí’. Por todo esto, pedimos una reliquia de Nazaret”, explicó fray Luca di Pasquale, responsable de los actos relacionados con los centenarios franciscanos.
Nazaret, donde todo comenzó, y la Porciúncula, corazón de la orden franciscana, están ahora unidas por un vínculo tangible.
Marinella Bandini