La peregrinación cuaresmal de los frailes de la Custodia de Tierra Santa a Betania tiene el sabor de la resurrección y de la vida.
El 3 de abril, a mitad del camino de la Cuaresma, los franciscanos se detuvieron en el pueblo de los amigos de Jesús – Marta, Lázaro y María – para su cuarta peregrinación.
Tres veces – en la misa del alba, en la misa votiva y en la procesión a la tumba de Lázaro – resonó el Evangelio de la resurrección del amigo de Jesús. No solo él: también Marta y María, las hermanas de Lázaro, se abrieron de nuevo a la vida en su encuentro con Jesús.
“El Señor, con su presencia, puede hacer resurgir la vida incluso en los momentos más oscuros de nuestra existencia” subrayó el predicador de este año, fray Ulise Zarza, formador en el Seminario Teológico Internacional de Jerusalén y profesor de patrística en el Estudio Teológico Gerosolimitano.
Betania se encuentra detrás del Monte de los Olivos, en el camino que baja desde Jerusalén hasta el desierto de Judea y Jericó. El nombre bíblico fue cambiado en época bizantina a “pueblo de Lázaro”, hoy al-Azariya en árabe.
En el centro del pueblo, la iglesia de los franciscanos recuerda la casa de Marta y María y el milagro de la resurrección de Lázaro, y está construida sobre los restos de tres iglesias anteriores. La iglesia fue diseñada por el arquitecto Antonio Barluzzi y fue consagrada en abril de 1954. A unas decenas de metros se encuentra la “tumba de Lázaro”, en su día en las afueras de la localidad.
Como marca la tradición, se celebró una primera misa a las 6:30 de la mañana en el interior de la “Tumba de Lázaro”. La misa – ofrecida por quienes viven situaciones dolorosas, en particular por fray Ayman Bathish – fue presidida por fray Alberto J. Pari, secretario de la Custodia de Tierra Santa, y concelebrada por don Tomasz Koszarek.
A las 7:30, se celebró en el santuario la misa votiva, presidida por fray Piermarco Luciano, vicario de la fraternidad de San Salvador. Concelebraron fray Eleazar Wroński, guardián del convento de Betania, y fray Michael Sarquah, empleado en el santuario.
Tras la misa, los frailes y fieles presentes se dirigieron en procesión a la tumba de Lázaro. Ante la entrada se proclamó el evangelio que narra el momento de su regreso a la vida (Jn 11,1-45).
En su homilía, fray Ulise se centró en el tema de la resurrección, desde una perspectiva pascual. El tema fue uno de los tratados en el Concilio de Nicea, en 325, que tenía el objetivo de establecer un criterio común para el cálculo de la Pascua. De hecho, la fecha de celebración ha sido diferente desde los inicios del cristianismo dependiendo del calendario, las influencias culturales o el vínculo con la tradición judía.
El relato de la resurrección de Lázaro arroja luz sobre el significado de este tema, que no se refiere solamente a las prácticas. “El Señor, con su presencia, puede hacer resurgir la vida incluso en los momentos más oscuros de nuestra existencia. Jesús llega demasiado tarde, hablando desde el punto de vista humano, pero en este retraso se encuentra con Marta para ayudarla a avanzar en la fe. Con su llegada y su llamada resucita a María de su estado de desesperanza y de dolor inconsolable, mientras que devuelve la vida a Lázaro.
“Celebrar la Pascua es celebrar la resurrección y la vida; es celebrar a Jesús, el Hijo de Dios. Por eso, para los Padres era tan importante expresar la unidad de la Iglesia celebrando la Pascua en una única fecha. No se trata solo de una práctica litúrgica o de una tradición inmemorial: se trata más bien de celebrar a Cristo, nuestra Pascua, como una sola Iglesia”.
La peregrinación continuó con la tradicional visita a los santuarios de la Ascensión y del Pater Noster (o Eleona, por el nombre del edificio de culto bizantino sobre el que fue construido), en el Monte de los Olivos.
El recorrido – de poco más de un kilómetro – era cubierto a pie por los frailes, al menos hasta finales del siglo pasado, pasando por Betfagé. Después de la construcción del muro de separación, que dejó el santuario de Betania fuera del área de Jerusalén, los frailes se desplazan en coche o autocar, ya que tienen que cubrir una distancia mucho mayor.
Tanto en el lugar de la Ascensión como en el que conmemora la institución del Padrenuestro, se leyeron los pasajes del evangelio vinculados al santuario.
Marinella Bandini