También este año en Nazaret se celebró la solemnidad de la Anunciación del Señor. Los días 24 y 25 de marzo, numerosos fieles locales y religiosos de Tierra Santa se reunieron en la basílica de la Anunciación (lugar jubilar del Jubileo de la esperanza 2025) para recordar el “sí” de María al arcángel Gabriel.
La víspera de la solemnidad, el lunes 24 de marzo, el Patriarca Latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, hizo su entrada solemne oficial en Nazaret. Lo recibieron en la parroquia de San Antonio numerosos fieles de la comunidad local, el párroco de Nazaret, fray Ibrahim Sabbagh y el grupo scout local.
Tras la bienvenida, el cortejo se dirigió en procesión a la basílica de la Anunciación. Junto al Patriarca, estaban presentes su vicario y obispo auxiliar para el norte, monseñor Rafic Nahra, y una delegación del Patriarcado Latino compuesta por sacerdotes y seminaristas.
Al llegar a las puertas de la basílica, el cardenal Pizzaballa fue recibido por representantes de las demás comunidades cristianas locales, con quienes intercambió saludos. Lo esperaban en la basílica los franciscanos encabezados por fray Wojciech Boloz, guardián y rector de la basílica de la Anunciación y del santuario de la Sagrada Familia de Nazaret. Después del rito de la aspersión y de la incensación, la delegación se recogió en oración en torno al lugar donde se conserva la casa de María.
En su discurso de bienvenida al Patriarca, fray Ibrahim subrayó el profundo significado de esta fiesta: “Intentamos cada día el misterio de la encarnación y testimoniarlo en nuestra vida. En este Jubileo de la esperanza, deseamos de todo corazón ser verdaderos testigos de Cristo aquí en Nazaret, donde la Palabra se hizo carne”.
Siguió la celebración de las vísperas solemnes, presididas por fray Wojciech Boloz y el rezo del ángelus dirigido por el Patriarca.
A las 10:30, los frailes franciscanos se reunieron en oración en la gruta de la Anunciación. La celebración, presidida por el guardián del convento de Nazaret, se estructuró en dos momentos: adoración de la Palabra, con la lectura de los pasajes evangélicos ligados al misterio de la encarnación y, a continuación, la adoración eucarística.
El martes 25 de marzo, día de la solemnidad, el cardenal Pizzaballa presidió la santa misa en la basílica de la Anunciación, en presencia de numerosos fieles. La celebración comenzó con una procesión desde la iglesia de San José hasta la basílica, encabezada por los scouts. En esta ocasión se llevó en procesión una reliquia, un fragmento de roca de la casa de María.
Junto al Patriarca, concelebraron monseñor Rafic Nahra, monseñor Giacinto Boulos Marcuzzo, obispo auxiliar emérito, fray Ibrahim Sabbagh y fray Wojciech Boloz.
Durante la homilía, el Patriarca quiso reflexionar sobre el valor universal del “sí” de María: “Hoy, María nos recuerda que aquí Dios cambió la historia del mundo. A través de su ‘aquí estoy’, Dios habitó nuestra historia, nuestro tiempo y nuestra condición humana. Así como la entrada de Dios en nuestra historia pasó por el ‘sí’ de la Virgen, hoy pasa por el ‘sí’ de la Iglesia: nuestros ‘síes’, nuestro consentimiento y nuestra acogida a su Palabra de vida”.
Al terminar la liturgia, los fieles asistieron a la tradicional procesión en el interior de la basílica superior, llamada “Memoria de la encarnación de la Palabra de Dios” ("Memoria Verbi Dei Incarnationis"). Durante la procesión se proclamaron tres pasajes evangélicos (Jn 1, 1-8; Jn 1, 9-18; Mt 1, 18-25) que contemplan el misterio de la encarnación, en latín, árabe e inglés. La procesión fue seguida por el rezo del ángelus.
Al final, el Patriarca impartió la bendición apostólica a los fieles y religiosos presentes, utilizando la sagrada reliquia de la casa de María, sellando con un gesto solemne esta jornada de fiesta y oración.
Lucia Borgato