El 19 de marzo, solemnidad de San José, los frailes de la Custodia de Tierra Santa celebraron la fiesta del santo patrón de la Iglesia universal en Nazaret, en el lugar donde la tradición sitúa el hogar de la Sagrada Familia, tras su regreso de Egipto.
A las 12, los frailes franciscanos, acompañados por algunos fieles, celebraron San José en la iglesia que lleva su nombre, junto a la basílica de la Anunciación. El rezo del Ángelus se celebró con una fórmula especial, dedicada a San José, en la cripta de la iglesia.
Por la tarde, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, hizo su entrada solemne en la basílica. La procesión se abrió con las banderas y los tambores de los scouts locales. Después de una parada para orar en la Gruta de la Anunciación, el Custodio presidió la misa solemne en la parte superior de la basílica.
Este año, la solemnidad de San José se ha elegido como jornada jubilar de las familias: una oportunidad para reflexionar sobre su papel a la luz del mensaje de San José y de la Sagrada Familia.
En su homilía, fray Ibrahim Sabbagh, párroco de la basílica de la Anunciación, destacó la familia como lugar donde se manifiesta el amor divino. Exhortó a mantener viva “la llama del amor en nuestras familias”, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. Cada familia está llamada a vivir como “familia de fe y de oración, familia de esperanza y de caridad”.
A continuación, subrayó la respuesta generosa de San José a la llamada divina: “una llamada a una vida completamente nueva; una llamada que puso su existencia patas arriba, colocándolo ante una realidad inesperada, llena de responsabilidad (…). Su vocación es esencialmente una consagración al Señor a través del servicio a María y al Niño Jesús”.
Al final de la misa hubo un momento de consagración a San José en el que se rezó la oración con la nueva formulación aprobada recientemente:
Oración de Consagración a San José
Oh San José, hombre justo y trabajador,
Dios te ha confiado a la Virgen Madre María
y a su divino hijo Jesús.
Los has guardado y protegido
en el camino que conducía de Nazaret a Belén,
de Belén al exilio en Egipto
hasta regresar a esta ciudad.
Junto con María, tu esposa,
acompañaste al Hijo de Dios encarnado
mientras crecía en edad, sabiduría y gracia
en esta pobre y sencilla vivienda.
A ti hoy, una vez más, encomendamos la Iglesia universal.
A ti te confiamos esta ciudad de Nazaret y sus familias,
Tierra Santa, sus comunidades cristianas y sus pastores,
nuestras fraternidades llamadas a custodiar los Santos Lugares
y que viven aquí en oración.
Oh San José, junto con la Virgen María, tu esposa,
obtén para nosotros la gracia
de ser dóciles a la acción del Espíritu Santo
para poder seguir los pasos de Jesús,
y llegar al Padre
y vivir en el amor del Dios uno y trino
por los siglos de los siglos.
Amén.
Francesco Guaraldi