Cada 6 de agosto el Custodio de Tierra Santa celebra la solemne liturgia estacional de la Transfiguración de Nuestro Señor en el Monte Tabor, con la participación de un gran número de fieles locales y de peregrinos. La solemne liturgia estacional, según la tradición, se lleva a cabo en el lugar donde los evangelios narran el acontecimiento de la transfiguración de Jesús: “subió con ellos aparte a un monte alto. […] su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz" (Mt 17, 2).La identificación de este monte como aquel donde se produjo la transfiguración de Jesús se remonta al siglo IV gracias a San Cirilo de Jerusalén; él, en sus Catequesis, fue el primero que asoció este sitio con el acontecimiento narrado en los evangelios.
El Monte Tabor se encuentra en Galilea y es una colina de aproximadamente 500 metros de altitud que domina la llanura circundante. En el Antiguo Testamento, este monte era considerado sagrado por las tribus israelitas del norte: Zabulón, Neftalí e Isacar. En lo alto de la colina, en la época bizantina se construyeron tres iglesias, para recordar las tres tiendas que Pedro quería levantar tras haber presenciado la aparición luminosa de Jesús y la de Moisés y Elías (Mt 17, 3-4).Hoy, sobre las ruinas de esas iglesias se alza la basílica de la Transfiguración, obra del arquitecto italiano Antonio Barluzzi. Construida en la primera mitad de los años 20 del siglo pasado, esta iglesia presenta una majestuosa fachada formada por dos torres laterales, unidas por un arco románico central que marca el pórtico de entrada. El interior, por el contrario, está arquitectónicamente consagrado al predominio del elemento luminoso: en efecto, la luz recuerda el hecho de la transfiguración que relata el Evangelio. Un imponente Cristo resplandeciente preside el fondo de mosaico dorado del ábside superior.
Siguiendo la tradición, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, presidió la misa solemne y la homilía fue pronunciada en árabe por el párroco de Nazaret, fray Marwan Dides ofm. Dada la solemnidad, estaba presente también el nuncio apostólico para Israel y Chipre y delegado para Jerusalén y Palestina, monseñor Tito Yllana, a quien fray Patton saludó al finalizar la misa. Asistió un gran número de fieles locales y peregrinos procedentes de todo el mundo.
La misa concluyó con la oración final dirigida a Dios para que “transforme a la humanidad a imagen de Cristo que, en la transfiguración, reveló a los hombres el misterio de su gloria”. La liturgia continuó con la tradicional procesión “in descentibus”, hacia la capilla homónima situada a unos cientos de metros de la basílica. Con esa procesión se pretende rememorar el episodio narrado por el evangelio en que, al bajar del monte, Jesús ordenó a los presentes, Pedro, Santiago y Juan, que no hablaran a nadie de lo que acababan de ver, hasta después de que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos. En este lugar se bendijeron y repartieron entre los fieles algunas ramas de la encina que se encuentra en el santuario del Tabor.
Filippo De Grazia