El miércoles santo, víspera del triduo pascual, los frailes de la Custodia de Tierra Santa se detuvieron en Getsemaní y en el Santo Sepulcro para meditar sobre la Pasión de Jesús, que derramó su sangre por la salvación del mundo.
El miércoles 16 de abril, se celebró en Getsemaní una misa solemne – presidida por el vicario custodial, fray Ibrahim Faltas – con el canto de la “Pasión según San Lucas”. Es el único evangelio en el que se recoge el episodio del sudor de sangre.
A continuación, los frailes se dirigieron en procesión al Santo Sepulcro para venerar la Columna de la Flagelación.
La basílica de la Agonía (o de las Naciones) en Getsemaní es el lugar por excelencia vinculado a la memoria de la Sangre de Cristo. Aquí vivió su agonía en oración antes de ser entregado a los guardias y comenzar su Pasión.
Sobre el saliente rocoso que hoy se encuentra en el interior de la basílica, se recuerda el episodio narrado en el evangelio de Lucas: “En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre” (Lc 22,44).
En la segunda parte de la mañana, frailes y fieles veneraron la Columna de la Flagelación en el Santo Sepulcro. Una reliquia porque fue empapada por la sangre derramada por Jesús mientras era flagelado.
La celebración en Getsemaní tuvo como centro el canto de la “Pasión según San Lucas”. Tras leer el versículo sobre el sudor de sangre, el cantor-cronista besó la roca de la Agonía, al pie del altar.
Una característica de la liturgia en Jerusalén es la de proclamar todos los evangelios de la pasión durante la Semana Santa, a través de varias peregrinaciones, especialmente al Santo Sepulcro, la Flagelación y Getsemaní.
Después de la celebración en Getsemaní, frailes y fieles acudieron al Santo Sepulcro para venerar la Columna de la Flagelación, en la capilla de la Aparición (hasta el siglo XIV estaba en el Cenáculo y la veneración tenía lugar en la madrugada del Viernes Santo).
Tras el canto “Salve, columna nobilis”, los presentes se acercaron uno a uno a besar la columna.
Marinella Bandini