También este año ha tenido lugar el proyecto interreligioso que une a jóvenes cristianos, musulmanes y judíos en un campamento de verano basado en el conocimiento mutuo y la superación de las barreras identitarias mediante el arte, la música y el espectáculo. Este es el objetivo del proyecto “Knüpwerk”, que ha llegado a su segunda edición. El término “knüpwerk” significa precisamente trenzado, bordado, y se refiere a las tramas tejidas con hilos diversos y multicolores, representativos de diferentes culturas e identidades.
La experiencia de este año, que se llevó a cabo en Alemania, reunió a sesenta jóvenes entre 12 y 21 años de tres organizaciones interculturales: el Instituto Magnificat de Jerusalén, academia de música de la Custodia de Tierra Santa que siempre ha destacado como puente entre religiones a través del lenguaje universal de la música; The Upper Room, asociación austriaca que promueve la consolidación de valores humanos fundamentales de crecimiento personal; y la organización alemana Faiths in tune, promotora de un festival anual de las religiones en Berlín.
El propósito del campamento estival de 2022 era fomentar la participación de los jóvenes en la preparación y realización de cuatro escenas teatrales, utilizando la metodología del “teatro callejero” para contar al público berlinés la historia de “Esperanza”, con motivo de la jornada de festival que tiene lugar en la capital alemana el 28 de agosto. Esperanza es un personaje escénico que afronta dificultades y situaciones de conflicto logrando, sin embargo, encontrar la mejor solución a sus problemas en un horizonte de fe por un futuro más digno.
La preparación del espectáculo final tuvo lugar en el sugerente marco de una localidad en un lago a las afueras de Berlín, escenario transformado durante seis días por los jóvenes en un laboratorio artístico y una fragua de creatividad. El tiempo de convivencia estuvo marcado por las oraciones diarias y las celebraciones litúrgicas el viernes, sábado y domingo, en las que todas las distintas confesiones, correspondientes a las tres religiones monoteistas, pudieron participar libremente. Las actividades, por otro lado, fueron dirigidas y organizadas por un grupo de animadores: por parte del Magnificat, fray Alberto Joan Pari ofm, director del instituto, la doctora Giuliana Mettini, vicedirectora, y Danylo Kolasa, seminarista austriaco y voluntario de la escuela. En concreto, desde Jerusalén partió una delegación compuesta por dieciocho personas. Además de los tres animadores, participaron alumnos del Magnificat y algunos jóvenes de la sinagoga Kehilat Zion.
Durante los días de preparación del espectáculo, los jóvenes tuvieron ocasiópn de reunirse con varios profesionales y expertos que con su aportación y su testimonio enriquecieron la realización de la obra teatral, sirviendo como punto de referencia e inspiración. Entre los invitados se encontraban una cantante y compositora que ayudó a los jóvenes en la composición creativa, un artista hindú, una bailarina polinesia y dos músicos, uno israelí y uno sirio, que dejaron sus países y llegaron a Berlín con el objetivo de superar barreras y divisiones y vivir la música con su cuarteto “Amjad quartet”.
El fin de semana en Berlín ofreció la oportunidad para poner en escena el resultado final del trabajo de los días precedentes. Las estaciones de metro, las plazas y calles de la capital se convirtieron en pequeños escenarios donde los jóvenes pudieron ensayar y perfeccionar la actuación. Finalmente, el domingo 28, los jóvenes inauguraron oficialmente la jornada del festival de las Religiones con la presentación de las cuatro escenas creadas juntos, reunidas bajo el título : “Hope beyond borders”: Esperanza más allá de las fronteras, en el centro cultural y teatral “Ufabrik” de Berlín.
Además de la excelente actuación realizada por los jóvenes, el éxito de la iniciativa consistió en unir distintas almas y sensibilidades religiosas y culturales, con la finalidad de demostrar que el diálogo auténtico y el entendimiento entre los seres humanos no dependen de la pertenencia de los individuos a un determinado grupo, y reforzó la idea de que no existen barreras que no puedan ser superadas. El arte, la música y el espectáculo fueron la gramática de este idioma inclusivo, transformado en lenguaje universal capaz de comunicar un mensaje de fraternidad, amistad y paz.
Filippo De Grazia