“¿Es adecuado hoy hablar de belleza, de arte, en un momento marcado por tanto sufrimiento? En mi opinión, más que adecuado es necesario. Estoy convencida de que la belleza es fuente de esperanza y de fuerza”.
Con estas palabras, María Ruiz Rodríguez explica la decisión de exponer sus obras al público en una velada dedicada al arte sacro y la música.
El 22 de noviembre, en el Museo Edward & Helen Mardigian, en el patriarcado armenio de Jerusalén, se inauguró la exposición titulada “Light of Grace”. Una colección de pinturas originales creadas con motivo de la nueva edición del misal en árabe, para las iglesias de rito romano del patriarcado latino de Tierra Santa. La colección de dibujos ilustra los diversos misterios que acompañan a las celebraciones durante todo el año litúrgico. Asistió a la inauguración Su Beatitud el cardenal Pierbattista Pizzaballa. La exposición fue precedida de un concierto de música clásica y canto lírico.
La artista María Ruiz, nacida en España, descubrió su pasión por el arte bizantino en un entorno monástico. Cursó sus estudios en varios países entre España, Francia e Italia, siguiendo los pasos de los grandes maestros iconógrafos rusos.
“Al principio, pintar fue un recorrido espiritual y de encuentro con Dios, afirma María. Encontré en la iconografía un medio para mantener mi corazón unido a Jesús, en una relación y diálogo constantes. Luego, poco a poco entendí que había una llamada a vivir esto como un servicio y así recibí una formación técnica y teológica más profunda”.
El misal en árabe es una obra que ha supuesto dos años de trabajo y dedicación. En su interior contiene veintidós obras ilustradas, cada una de las cuales requirió aproximadamente un mes de trabajo.
La formación bizantina se trasluce inevitablemente en los trabajos de María, pero ella misma cuenta cómo el descubrimiento de la tradición armenia tuvo una gran influencia en la creación de sus obras. De ahí surgió la iniciativa de una exposición en el museo armenio de Jerusalén. Gracias al encuentro con el padre Arshak Ghazarian, archivista y conservador del museo, fue posible hacer realidad este proyecto.
“En las obras de María – afirma el padre Arshak – he visto la influencia de la tradición armenia, en sus miniaturas e ilustraciones. Tuvimos la idea de realizar una exposición en nuestro museo para mostrar que el arte de los manuscritos no se ha quedado en el pasado. Es algo único que ahora, en el siglo XXI, en Jerusalén, este arte todavía esté presente”.
En una época marcada por el conflicto y el sufrimiento, ¿qué espacio puede ocupar el arte y la belleza? Esta exposición invita a reflexionar sobre esta cuestión, proponiendo la creación artística como un signo de esperanza.
“El título de esta muestra – subraya el padre Arshak – nos recuerda que la gracia de Dios es infinita y en estos momentos difíciles lo que podemos hacer es buscarla sabiendo que seguirá brillando. Es importante continuar demostrando que nosotros, los cristianos de Tierra Santa, existimos. La creación significa existir. Por eso queremos crear arte y mantener viva esta rica y gran tradición del manuscrito”.
María concluye: “Hoy, es necesario mostrar la belleza porque esta nos permite abrirnos a una dimensión mayor, que da sentido a la vida incluso en medio de tanto sufrimiento”.
Lucia Borgato