La sastrería de San Salvador: un servicio a tiempo completo | Custodia Terrae Sanctae

La sastrería de San Salvador: un servicio a tiempo completo

El interior del convento de San Salvador, corazón de la Custodia de Tierra Santa, está salpicado de dependencias en las que los frailes franciscanos, trabajadores y empleados locales e internacionales trabajan diariamente mano a mano al servicio de la Iglesia católica local y universal. Entre ellas, una de las más discretas y silenciosas es la sastrería y lavandería de la Custodia de Tierra Santa.

El sonido de las máquinas de coser y el olor a suavizante introducen este lugar. Dentro hay dos salas, aparentemente dos talleres separados, pero en realidad uno solo.  A la entrada se encuentra la sastrería, con hilos, telas y máquinas; más adentro, la lavandería, con las grandes lavadoras y el cuarto de la plancha. Son siete los trabajadores locales que se encargan de este servicio con dedicación y profesionalidad, sirviendo no solo al convento de San Salvador sino también al Santo Sepulcro y a los numerosos conventos limítrofes de la ciudad vieja de Jerusalén, y hasta EinKarem, el barrio montañoso de Jerusalén al que se refiere la Visitación y la natividad de San Juan Bautista.

Sor Mariella Dinh, miembro de la congregación de las Hijas de Santa Isabel y responsable de los dos servicios, nos cuenta sus peculiaridades: “Es un trabajo ininterrumpido, diario, que se realiza mayoritariamente por la mañana” dice sor Mariella. “Estamos siempre en comunicación con la oficina de liturgia que con frecuencia nos pide confeccionar vestiduras sacras con telas y decoraciones casi siempre nuevas, para enriquecer las diferentes celebraciones en los santos lugares, o recuperar y retocar los bordados de las vestiduras ya existentes. Nuestras dos empleadas de la sastrería trabajan una desde hace nueve y otra desde hace dos años, por lo que son muy rápidas respondiendo a todas lassolicitudes”.

No solo vestiduras: en este lugar se confecciona el tradicional hábito franciscano, unos cien al año, para los estudiantes de Filosofía recién llegados, o para los de Teología que se preparan para la profesión solemne o las órdenes sagradas, pero también para los nuevos frailes misioneros en Tierra Santa. “Durante el tiempo de pandemia, como la demanda de prendasera menor y los ritmos más relajados, concentramos nuestro trabajo en la creación de varios hábitos franciscanos utilizando medidas estándar, que ajustamos después cuando es necesario: de hecho, nos llegaron varias peticiones inmediatamente después de la reapertura de Israel”, continúa sor Dinh.  “A menudo sucede que algunos frailes que llegan o se marchan requieren un hábito, de esta forma hemos encontrado la manera de optimizar los tiempos y los pedidos. Tenemos un ritmo de trabajo excelente: sin las solicitudes diarias, el tiempo medio para confeccionar un hábito sería de una jornada de trabajo”.

La pandemia también ha afectado a este servicio. “La reducción de la plantilla ha sido importante y ha tenido consecuencias en la distribución del trabajo” explica sor Mariella; “antes teníamos varios empleados asignados a tareas específicas y un ritmo más intenso, porque tambiénnos ocupábamos de la ropa blanca de la Casa Nova y de otras instalaciones religiosas que ofrecen hospitalidad a los peregrinos. Ahora, al haber disminuido las necesidades y tener menos personal, todos hacemos lo que se necesita, con la esperanza de poder realizar nuestro servicio de la mejor forma posible”.

 

Giovanni Malaspina