La conmemoración de los fieles difuntos en Jerusalén | Custodia Terrae Sanctae

La conmemoración de los fieles difuntos en Jerusalén

El 2 de noviembre para la Iglesia católica universal es un día de unión y comunión espiritual con los difuntos. También en Jerusalén, este día resuena de manera especial para los católicos locales y son varias las tradiciones vinculadas a esta fecha.

Incluida entre las fiestas de precepto gracias a la reforma litúrgica iniciada por el Concilio Vaticano II, esta antigua celebración fue reconocida oficialmente como festividad en el lejano siglo XIV con el nombre de "AnniversariumOmniumAnimarum".  La iglesia latina remonta este rito al benedictino San Odilón de Cluny quien, ya en 998, con la reforma cluniacense, estableció que las campanas de la abadía se hiciesen sonar con toques fúnebres después de las vísperas del 1 de noviembre, para celebrar a los difuntos y que a ellos se ofrecería la eucaristía del día siguiente.  La unión con las almas de los fieles difuntos, por tanto, se conservó desde los tiempos más remotos, como unión con el misterio pascual en la certeza de que, como Cristo, todos los que han sido bautizados pasan por la muerte para gozar de la vida eterna.

En Jerusalén, la celebración se divide en varios momentos: la santa misa en árabe, en la parroquia latina de la Ciudad Vieja, y la procesión hacia el Monte Sion hasta los tres cementerios católicos.

Religiosos, religiosas y fieles locales e internacionales participaron en gran número en la santa misa. La presidió el párroco de la iglesia de San Salvador, situada en la ciudad vieja de Jerusalén, fray AmjadSabbara. “Jesús dice: “yo soy el camino, la verdad y la vida”, especialmente hoy, esto se convierte en un proyecto de vida para nosotros: estas palabras nos sugieren que para entender qué es la vida eterna debemos seguir los pasos de Jesús resucitado, caminar hacia él y con él”, dijo el párroco comentando el pasaje del Evangelio recién leído.

“También en la espiritualidad franciscana encontramos una relevancia profunda para este día” continuó fray Amjad. “De hecho, lo primero que San Francisco pide a Jesús y María es llevar a todos al paraíso, porque nuestra vida no acaba aquí, sino que va más allá, y nosotros los franciscanos vivimos en continuidad con esta enseñanza”.

A continuación, después de la santa misa, un grupo de frailes franciscanos precedidos por loskawasllevaron a cabola tradicional procesión hasta los tres cementerios del Monte Sion: el de los frailes franciscanos, el cementerio de los extranjeros y, finalmente, el de los parroquianos. En cada uno de ellos hubo un momento de oración seguido de la bendición de las tumbas, la incensación y la aspersión con agua bendita.

Varios feligreses locales realizaron la tradicional visita a las tumbas de sus seres queridos, para dejar una flor o una vela encendida en señal de recuerdo.

Es un día vivido con intensidad y mucha participación por los católicos de Jerusalén y de las zonas limítrofes de BeitHanina, BeitFage y BeitSafafa, de diferentes maneras.  Una de las tradiciones locales incluye la ofrenda de dulces artesanales a base de frutos secos, principalmente pasas y dátiles, durante todos los tres días de apertura de los cementerios, que se ofrecen a quienes visitan las tumbas de sus seres queridos. Esto es un símbolo de la dulzura y la alegría que nuestros seres queridos experimentan ahora, sentados en el gran banquete del Reino de la Eternidad.

 

Giovanni Malaspina