Por la tarde del Jueves Santo, en Jerusalén, los frailes de la Custodia de Tierra Santa celebraron la Misa in Coena Domini en la Sala del Cenáculo: "Estamos reunidos para celebrar juntos la cena del Señor en el mismo lugar donde Jesús instituyó la celebración eucarística" – empezó el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que presidió la liturgia.
De hecho, aquí, en el Monte Sion, se encuentra la "habitación en el piso de arriba" donde, según los Evangelios, Jesús celebró la última cena con sus discípulos y tuvo lugar también el lavatorio de los pies y el descenso del Espíritu en Pentecostés.
"Durante la última cena, Jesús dijo, “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros” (Jn 13, 34). Esto significa amar hasta dar la vida por las personas que amamos, porque eso es lo que Jesús hizo por nosotros. Y significa también lavarnos después los pies unos a otros, es decir, seguir el ejemplo de Jesús que no vino para ser servido sino para ponerse a nuestro servicio. En esta celebración queremos alimentarnos de Jesús, porque solo así seremos capaces de amarnos unos a otros como Él nos amó".
Finalmente, la noche del Jueves Santo se celebró en Jerusalén la oración de la Hora Santa de Jesús en Getsemaní. Durante la liturgia, presidida por el Custodio de Tierra Santa, se medita sobre tres momentos: la predicción de Cristo de la negación de Pedro y la huida de los discípulos, la agonía de Cristo en el huerto y, finalmente, su arresto.
"Sabemos que en este momento especialmente difícil para la pequeña comunidad cristiana de Gaza – comenzó el Custodio de Tierra Santa – como para todas las comunidades cristianas afectadas en muchos países del mundo, muchos de nuestros hermanos, como Jesús, sufren angustia, sudan sangre y experimentan la hora de su agonía: oremos, en esta hora santa, sobre todo para que crezca nuestra capacidad de confiar en Dios Padre, sabiendo a ciencia cierta que en esta hora no está lejos y no se ha olvidado de nosotros".