Epifanía: la fiesta cristiana que recuerda la primera manifestación pública del Señor, con el homenaje que le rindieron los tres Reyes Magos en el pesebre de Belén. Tras la venida del Salvadoral mundo, celebrada el 25 de diciembre, la solemnidad de la Epifanía prepara la fiesta del bautismo de Cristo que concluye, el domingo 8 de enero, el tiempo de Navidad. El calendario gregoriano sitúa esta festividad el 6 de enero, el mismo día en que el calendario juliano celebra la Nochebuena ortodoxa.
Precisamente debido a la coincidencia de ambas fiestas, el Status Quo regula el ejercicio del culto y de las celebraciones de las distintas Iglesias cristianas, de forma que todos los santos lugares de Belén sean accesibles a todos de manera ordenada, sin superponerse. La Custodia de Tierra Santa celebra la Epifanía a partir del 5 de enero, con el ingreso solemne del Custodio en la ciudad de Belén y en la gruta de la Natividad; la mañana del 6 de enero, el padre Custodio preside la solemne celebración eucarística en la contigüa basílica de Santa Catalina.
La jornada del 5 de enero empezó en la sala capitular del convento de San Salvador, donde el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, recibió y saludó a varias delegaciones de la parroquia católica de Jerusalen. Siguiendo la tradición, antes de hacer su entrada en Belén, el Custodio se detuvo en el monasterio ortodoxo de Mar Elías, donde se reunió con algunos representantes de la comunidad parroquial del cercano pueblo árabe de Beit Jala. Una vez alcanzadas las puertas de la ciudad, la delegación custodial cruzó el muro que rodea Belén, para entrar en el complejo que contiene la Tumba de Raquel. Desde aquí, el cortejo siguió hasta el interior de Belén, avanzando en procesión por la “Vía de la Estrella”, hasta la plaza de la Natividad donde esperaban los frailes de la fraternidad local. Escoltado por varias bandas de música scout y por el abrazo festivo de numerosos fieles, la procesión encabezada por el padre Patton entró finalmente en la basílica por la “puerta de la humildad”.
Recibieron al Custodio representantes de las iglesias griega y armenia que, junto con los franciscanos, custodian el santo lugar. Tras realizar los rituales impuestos por el Status Quo en el cercano patio de San Jerónimo, el Custodio entró en la iglesia de Santa Catalina al son del Te Deum entonado por el coro de la basílica. Una vez en su sitio, el padre Patton saludó en primer lugar a las autoridades y asociaciones parroquiales presentes y después dio las gracias al párroco de Santa Catalina, fray Rami Asakirieh y al guardián del convento, fray Henrique Segovia. “En la persona de los Reyes Magos, todos los pueblos del mundo vienen a Belén y, a través de los Magos el mensaje de Belén llega a todo el mundo. Gracias por la acogida”. La jornada continuó con las primeras vísperas, durante las que la procesión encabezada por el Custodio bajó a la gruta de la Natividad y concluyó con el oficio de lectura, presidido por el guardián, fray Henrique. Durante la procesión hasta la gruta, fray Patton sostuvo un relicario que contiene un fragmento de la cuna de Jesús, donado a la Custodia de Tierra Santa por el papa Francisco en 2019 y procedente de la basílica Santa María la Mayor en Roma.
A la mañana siguiente, el padre Custodio presidió la misa solemne en la iglesia de Santa Catalina. Asistieron a la celebración los representantes diplomáticos de los cuatro países históricamente amigos de la Custodia de Tierra Santa: el cónsul general de Italia, Giuseppe Fedele; el cónsul general de Bélgica, Wilfried Pfeffer; el cónsul general adjuntode Francia en Jerusalén, Quentin Lopinot; y la cónsul general adjunta de Españaen Jerusalén, Paloma Serra
En su homilía, fray Patton se detuvo en las acciones que mejor expresanel viaje de los Reyes Magos, subrayando cómo este puede resumirse en tres verbos: buscar, adorar y dar.
“Los Magos son personas que buscan; tienen un gran deseo en el corazón; el deseo de poder encontrarsecon el Rey de Reyes, al Señor. Los Reyes Magos son la imagen de toda la humanidad que está en busca del Niño Jesús.
Cuando llegan a Belén [...] experimentan una gran alegría y lo primero que hacen es postrarse para adorar al niño. Solo si lo ponemos en el centro de nuestras decisiones, nuestras decisiones darán buenos frutos”.
“Después, los Magos le regalan lo más valioso que tienen: oro, incienso y mirra. Los Padres de la Iglesia siempre han interpretado estos regalos como un símbolo de que los Magos reconocen que ese niño es rey (oro),es Dios (incienso), y ha venido a dar su vida por la humanidad (mirra)”.
Tras la misa de la mañana, las celebraciones siguieron por la tarde con las segundas vísperas cantadas y con la procesión ritual ad Cryptam Nativitatis(la gruta de la Natividad). Las celebraciones terminaron con las tradicionales tres vueltas alrededor del patio de San Jerónimo donde, recordando a los tres Reyes Magos, los frailes regalaron a los fieles incienso y mirra.
Filippo De Grazia