La mañana del 12 de febrero, el altar de la capilla latina del Calvario regresó al Santo Sepulcro. El pasado mes de abril fue retirado y, junto con otras obras pertenecientes al Terra Sancta Museum de Jerusalén, viajó a Florencia para ser restaurado y expuesto en el museo Marino Marini.
El altar, donado en 1578 por el Gran Duque de Toscana, Fernando de Médicis, a la Custodia de Tierra Santa, ha sido devuelto a su esplendor original. “Como frailes franciscanos, estamos muy felices porque el altar haya regresado a Jerusalén”, afirma fray Stéphane Milovitch, director de la Oficina de Bienes Culturales de la Custodia de Tierra Santa y responsable del proyecto Terra Sancta Museum. “El altar ha sido recolocado en la capilla latina del Calvario. Todos los sábados de Cuaresma, el Patriarca Latino de Jerusalén irá en procesión a este altar donde celebrará el Viernes Santo en este año jubilar”.
Las distintas labores de restauración fueron realizadas por el taller de los hermanos Savi, especializados en orfebrería y platería sacra. Las intervenciones tenían la finalidad de aproximar la obra lo máximo posible a su aspecto original, sin eliminar ningún elemento estructural.
Fray Stéphane muestra un detalle significativo. “En la esquina del altar aparece el escudo de los Médicis con un detalle curioso, el capelo cardenalicio. Esto es debido a que el altar fue donado cuando el Gran Duque de Toscana era también cardenal. Posteriormente, por primera vez en la historia de la Iglesia, fue reducido al estado laico para poder mantener vivo el ducado”.
El altar está formado por dos partes diferentes, que juntas se unen para narrar una historia de profunda devoción. La parte superior donada por Fernando de Médicis es de bronce dorado y presenta seis bajorrelieves que representan la pasión y resurrección de Jesús. Concebida originalmente como cubierta para la Piedra de la Unción, al llegar a Jerusalén resultó demasiado pequeña, por lo que fue colocada bajo el arco norte de la capilla de la Crucifixión y utilizada como altar por los frailes franciscanos.
La parte inferior, en cambio, es de hierro forjado. Realizada por los frailes, con la ayuda de los artesanos del taller de cerrajería del convento de San Salvador, es un testimonio del vínculo de la Custodia con la comunidad local.
“En este altar es evidente la unión entre Iglesia local e Iglesia universal”, explica fray Stéphane. “La Custodia de Tierra Santa trabaja tanto para la Iglesia local, que vive a la sombra de los santuarios, como para la Iglesia universal, los pueblos del mundo entero. De ahí que en este altar tengamos una excelencia de la Iglesia universal, con la parte donada por los Médicis, y una excelencia local realizada por los artistas-artesanos de Jerusalén”.
El altar tiene un gran valor simbólico ya que es una “Epifanía de las tres misiones de la Custodia de Tierra Santa”, afirma fray Stéphane. “La primera es la conservación y la promoción de los Santos Lugares, aquí vemos el altar colocado sobre el Calvario. La segunda es la formación pastoral y profesional de la comunidad local, de la que es testimonio la parte más reciente. Finalmente, la tercera misión es la acogida de los peregrinos que llegan a Tierra Santa desde todo el mundo y dejan sus ofrendas en señal de devoción, como hizo en 1578 el Gran Duque de Toscana”.
Lucia Borgato