El dulce y poderoso esplendor de la Luz que emana de la Gruta de Belén llega a todos los hombres que deseen recibirlo, mediante la gracia de la liturgia de la Iglesia.
A través de las celebraciones propias de estos días, una vez más efectivamente, el Niño Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre en el vientre de María, surge como el Sol de lo alto y disipa las tinieblas que a menudo mantienen al hombre prisionero a causa del pecado, de la presunción de bastarse a sí mismo y por las adversidades de la vida.
Las liturgias navideñas no son un simple recuerdo de hechos pasados, no son el mero cumplimiento de una fecha del calendario: son el encuentro vivo, hoy, con la gracia de la Encarnación.
En Belén, además de celebrar el HOY de la salvación, se puede cantar: ¡AQUÍ nació el Salvador!
—
La mañana de Nochebuena en Tierra Santa se abrió con el sonido de los tambores y gaitas de los grupos scout locales. De hecho, el 24 de diciembre es un día de fiesta grande para las comunidades de cristianos locales.
En la sede del Patriarcado Latino de Jerusalén, Su Beatitud Pierbattista Pizzaballa se reunió con el párroco fray Amjad Sabbara y los feligreses de la iglesia latina de Jerusalén y luego se dirigió en procesión a Belén. En el camino, se detuvo delante del monasterio greco-ortodoxo de Mar Elías y ante la tumba de Raquel, para encontrarse con las autoridades civiles y religiosas locales. Tras cruzar el muro de separación con los territorios israelíes, hizo su entrada en la ciudad del nacimiento de Jesús, escoltado por veinticinco grupos de scout.
En la plaza del Pesebre, el Patriarca Latino de Jerusalén fue recibido por el alcalde de Belén Anton Salman y después, frente a la basílica de la Natividad, por fray Enrique Segovia, guardián del convento franciscano de Belén, y por los representantes de las comunidades greco-ortodoxas y armenias, que gestionan conjuntamente la basílica.
Las celebraciones navideñas empezaron precisamente allí, en el lugar del nacimiento del Salvador, con las primeras Vísperas y la procesión a la gruta, presidida por Su Beatitud, en presencia de la fraternidad franciscana de Belén y del párroco fray Rami Asakrieh.
Belén acogió al Patriarca en celebración, a pesar de las dificultades del momento actual. De hecho, es la segunda Navidad en tiempo de pandemia y sin la presencia de peregrinos, que forman parte de la vida pastoral y también son fuente de empleo para los habitantes de Belén.
Antes de la tradicional misa de Nochebuena, los frailes franciscanos y el Patriarca Latino de Jerusalén recibieron a las autoridades políticas locales en la sala de la Casa Nova, la casa franciscana de acogida para peregrinos anexa a la basílica de la Natividad. Este año, no asistió a la cena navideña el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, pero el primer ministro palestino Mohammad Shtayyeh presentó sus saludos. Actuó como anfitrión el Vicario de la Custodia de Tierra Santa, fray Dobromir Jasztal y el responsable de la Custodia para las relaciones con la Autoridad Palestina, fray Ibrahim Faltas.
A medianoche, la alegría de la Navidad rompió el silencio de la noche, al son del Gloria in Excelsis Deo y de las campanas de la iglesia de la Natividad. La iglesia de Santa Catalina en la Natividad este año estaba muy concurrida, especialmente por cristianos de Belén. “En comparación con la Navidad del año pasado, la asistencia es mucho mayor y esto es una señal alentadora – dijo en la homilía Su Beatitud Pierbattista Pizzaballa –. Por supuesto, falta todavía una parte importante para que la alegría sea completa. Faltan los peregrinos”. El Patriarca Latino invitó a rezar por ellos y por los que trabajan en el sector de las peregrinaciones y recordó que el nacimiento de Jesucristo en la gruta de Belén tienen el poder de cambiar la vida de todos y de “abrir nuevas perspectivas incluso donde parece que la oscuridad es más intensa”. ¿De qué manera? “Para vivir la Navidad es necesario escuchar la voz de Dios – dijo –. Para encontrar a Jesús, hoy como entonces, necesitamos dejarnos guiar por la voz de sus testigos, de sus enviados”.
¿Qué voces se han escuchado en la diócesis del Patriarcado Latino de Jerusalén? Se preguntó el Patriarca. Su Beatitud recordó así todas las diferentes realidades del Patriarcado: Chipre, visitado recientemente por el papa Francisco, Jordania, Israel, Palestina, Gaza. “Es cierto que el mal no cesa de ensañarse con la vida de los más débiles e indefensos, pero el camino de la paz está marcado y sigue siendo nuestro camino hoy” afirmó el Patriarca Latino.
Su Beatitud recordó que la Navidad es una llamada personal a acoger la voz de Dios como hizo la Virgen María.
Después de la misa, la imagen del Niño Jesús de la iglesia de Santa Catalina fue llevada en procesión a la gruta de la Natividad. El Patriarca Latino la colocó donde, según la tradición, se encontraba el pesebre: como entonces, también hoy Jesús nace para la salvación de la humanidad.
Beatrice Guarrera