Uno de los edificios más fascinantes en la Ciudad Vieja es la Casa Nova para el alojamiento de los peregrinos: un antiguo palacio de piedra clara que es testigo de la larga historia de hospitalidad que los franciscanos de Tierra Santa ofrecen, desde hace más de ochocientos años, en los Santos Lugares. Se trata de un alojamiento confortable, a dos pasos de la Basílica del Santo Sepulcro y del corazón de los barrios judío y musulmán de Jerusalén. Un lugar donde sentirse como en casa, especialmente para los peregrinos italianos, que allí pueden disfrutar el calor de la hospitalidad de la familia.