Dirigiéndose hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a Betfagé, al pie del Monte de los Olivos. De aquí envió a dos de sus discípulos a buscar un asnillo. Después que se lo llevaron, colocaron sobre sus lomos algunos mantos. Jesús se subió sobre el asno y, rodeado de un grupo exultante, se encaminó hacia Jerusalén. Y le aclamaban diciendo: “El es el hijo de David, el profeta Jesús de Nazaret”.
El recuerdo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén comenzó a celebrarse desde los primeros tiempos de un modo muy parecido al actual - “ El domingo que da comienzo a las celebraciones pascuales todo el pueblo sube al monte de los Olivos y cuando se acerca la hora undécima (es decir: hacia las cinco de la tarde) se lee aquel paso del Evangelio en el cual se recuerda el momento en que los niños que van al encuentro de Jesús con ramos y palmas [...]. En ese momento el obispo se pone en pie y con él todo el pueblo. Desde allí, es decir, desde lo alto del monte de los Olivos, se hace todo el recorrido a pie mientras, el pueblo, precediendo al obispo, al cántico de himnos y antífonas, responde constantemente: - “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Y todos los niños de aquel lugar, aún los que no pueden caminar por su tierna edad y se encuentran en los brazos de sus padres, todos tienen en su manos ramos, quiénes de palma, quiénes de olivo; y del mismo modo que fue conducido el Señor, así viene acompañado el obispo.
Desde la cima del monte se llega hasta la ciudad y, después, atravesada la misma, se llega hasta la Anástasis” (Egeria, finales del siglo IV ). Desde el siglo IX la procesión comienza en un lugar más lejano: -“Cerca de una milla del lugar de la Ascensión se encuentra un lugar en el cual Cristo montó sobre el asno. Allí hay un olivo del cual todos los años cortan una rama, después de haber pagado el precio, y así entran en Jerusalén el día de las Palmas” ( El monje Epifanio ). Referente al mismo lugar tenemos noticia de la existencia de una Iglesia del s. IV que conservaba el recuerdo del encuentro de Jesús con Lázaro y sus hermanas, Marta y María, en el camino de Betania (Egeria).
En el año 1876 fue descubierta por un labrador una piedra cuadrangular con restos de pinturas de la época cruzada representando dos episodios de la resurrección de Lázaro y de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Después de haber sido comprado el terreno, se edificó, en el año 1883, un pequeño santuario que se denominó Betfagé. Fue restaurado tal como se conserva hoy, en el año 1954.
La procesión, suspendida al final del reino cruzado, se volvió a practicar en los siglos XVI -XVI por parte de los franciscanos con el P. Custodio de Tierra Santa que representaba la figura de Cristo montado sobre un asno. A partir del 1933, la procesión ha vuelto a adquirir la máxima solemnidad presidida por el Patriarca Latino de Jerusalén.
De Betfagé a Jerusalén:
1. Santuario y convento franciscano de Betfagé.
2. Monasterio de las carmelitas del “Pater Noster”.
3. Edícula de la Ascensión del Señor.
4. Capilla del “Dominus Flevit”.
5. Iglesia rusa-ortodoxa de Sta. María Magdalena.
6. Getsemaní.
7. Tumba de la Virgen María y Gruta del Prendimiento.
8. Lugar del martirio de San Esteban
9. Puerta de San Esteban.
10. Piscina Probática.
Jesús entra en Jerusalén
Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: - “Id a esa aldea que está enfrente y, al entrar en ella encontraréis atado un pollino, en el cual no ha montado nunca nadie; desatadlo y traedlo. Y si alguien os preguntara : -“¿Por qué lo desatáis?” Responderéis: “Porque el Señor lo necesita”. Fueron, pues, los enviados y encontraron conforme Jesús les había indicado. Mientras ellos estaban desatando el pollino, les preguntaron los dueños: -“¿Por qué lo desatáis?” Ellos respondieron: -“Porque el Señor lo necesita”. Lo llevaron, pues, ante Jesús; y echando encima del pollino sus mantos, hicieron que Jesús se montara en él. Mientras él caminaba, las gentes extendían sus mantos por el camino. Acercándose ya a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los prodigios que habían visto y exclamaban: - “¡ Bendito el que viene, el rey, en el nombre del Señor! ¡ Paz en el cielo y gloria en las alturas!” Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud, le dijeron: -“Maestro: reprende a tus discípulos”. Pero él contestó: -“ Yo os digo que, si éstos se callan, gritarán las piedras”.
(Lucas 19,29-40)
Convento de las Palmas
P.O.B. 186 - Betfagé
91001 Jerusalén
Tel.: 02-628.43.52
Fax: 02-628.43.52
Horario de apertura del santuario
verano (abril-septiembre) 8.00-12.00; 14.00-17.00
Invierno (octubre-marzo) 8.00-12.00; 14.00-16.30