Voces del Sínodo en Jerusalén | Custodia Terrae Sanctae

Voces del Sínodo en Jerusalén

El Sínodo sobre el Oriente Medio ha sido una exitosa experiencia de comunión y participación de las Iglesias en la multiplicidad de las expresiones manifestadas en plena libertad. Haber experimentado y realizado esta comunión es el auténtico resultado del Sínodo, que no tardará en dar sus frutos en un futuro inmediato. Ésta es, en síntesis, la sucinta valoración de los frailes de la Custodia de Tierra Santa que han participado en la Asamblea especial para el Oriente Medio del Sínodo de Obispos celebrado en el Vaticano, del 10 al 24 de octubre, y presentada en Jerusalén durante un concurridísimo encuentro que se ha celebrado el lunes 1 de noviembre en el convento de San Salvador.

La reunión fue presentada por el padre Marcelo Cichinelli, moderador de la formación permanente de la Custodia, y que posteriormente presentó a los relatores: P. Pierbattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa, y los padres Claudio Bottini y Fréderic Manns, del Studium Biblicum Franciscanum, estos últimos presentes en el Sínodo en calidad de expertos con la misión de ayudar a la Secretaría general y especial del Sínodo a través de la presentación de síntesis y observaciones, e incluso tomando parte en las discusiones “de los círculos menores” para la redacción de las “Proposiciones” a votar en el Aula y a presentar al Santo Padre.

El P. Bottini, ha ofrecido sobre todo un utilísimo enfoque general para ayudar a valorar el papel del Sínodo en lo que se refiere a las instituciones colegiadas de la Iglesia, presentando después el conjunto y funciones de los participantes que han representado las distintas realidades de la Iglesia en Oriente Medio: “Se ha tratado de una Asamblea especial para el Oriente Medio –por tanto no era una “Asamblea Ordinaria”, como por ejemplo la celebrada hace dos años bajo el lema de la Palabra de Dios- en la que se han reunido los distintos obispos para reflexionar sobre el tema de “La Iglesia Católica en Oriente Medio: comunión y testimonio”. El objetivo del Sínodo era doble: confirmar y reforzar a los cristianos en su identidad, gracias a la Palabra de Dios y los sacramentos; y renovar y promover la comunión eclesial entre las Iglesias particulares de Oriente Medio para que puedan dar testimonio de vida auténtica y eficaz, un testimonio que comprende también la dimensión ecuménica, el diálogo interreligioso y el aspecto misionero”. El p. Bottini ha manifestado también sus emociones por este evento eclesial que, por primera vez en la historia, ha visto unidos en torno al Obispo de Roma y Pastor Universal a todos los obispos de esta región. Respecto al Papa, el p. Bottini ha destacado su “presencia simple y discreta de padre y pastor. El Papa ha rezado y escuchado más que hablado, y ha sacado tiempo para almorzar con toda la Asamblea sinodal, dedicando algunos minutos para saludar a cada uno personalmente”.

El padre Pierbattista Pizzaballa en su intervención ha calificado al Sínodo como una “hermosa experiencia de Iglesia”, subrayando la libertad de expresión de todos los padres sinodales, sin ningún tipo de censura. “En la primera parte del Sínodo todos los padres sinodales estaban invitados a hablar durante cinco minutos. Ha habido incluso delegados de las iglesias ortodoxas que han manifestado aspectos críticos respecto del Papa. Las conferencias episcopales se han organizado, para evitar las repeticiones. Nosotros, en Tierra Santa, nos habíamos puesto de acuerdo ya desde julio.

Las materias a discusión eran principalmente dos: nuestra vocación aquí y el conocimiento de nuestras raíces y cómo vivir esta realidad cotidiana a la que hemos sido llamados. Durante todo el Sínodo han prevalecido las consideraciones de carácter social y pastoral sobre las de tipo teológico y espiritual”. Entre ellas, ha sido muy debatida la relación con el Islam, mientras que se ha hablado poco de las relaciones con el judaísmo. “Ante las exigencias de libertad religiosa y de conciencia para todos, se han alzado las voces de todos, desde las más trágicas y angustiosas de Iraq e Irán hasta las más positivas, como en Siria. Se ha hablado de “laicidad” positiva o, mejor dicho, de “plena ciudadanía”, según la expresión preferida por los obispos. Otros problemas que se han abordado han sido el diálogo ecuménico y la relación con los distintos movimientos, unas veces positiva y otras, problemática. Sin embargo, en las intervenciones se ha hablado poco del papel de los laicos y de la mujer, mientras que se ha hablado mucho de los medios de comunicación”. Oriente Medio es siempre especial.

El Custodio de Tierra Santa, de hecho, ha subrayado un aspecto que se podría definir como “geo-pastoral”: “Se ha visto claramente que ya no hay límites geográficos y que la expresión Oriente Medio es cada vez más relativa desde el punto de vista geográfico: si pensamos, por ejemplo, que el 1,80% de los católicos de Suecia son caldeos, que en los Estados Unidos hay iglesias maronitas de segunda y tercera generación con sus obispos, que el 50% de todos los cristianos de Oriente Medio –entre cristianos locales e inmigrantes filipinos- se encuentra en los Emiratos Árabes. Todo ello lleva consigo nuevos problemas pastorales y jurídicos”.

El recuerdo más hermoso del p. Manns está ligado a una meditación del Papa durante la liturgia de la hora de Tercia, el primer día del Sínodo; una elevadísima reflexión sobre el tema de la “caída de los dioses” (hoy, las ideologías terroristas la droga, los falsos estilos de vida inducidos por la opinión pública, la esclavitud económica producida por las multinacionales). La ocasión la ha propiciado el Salmo 82: “Yo había dicho: “vosotros sois dioses, todos vosotros, hijos del Altísimo”.
Pero ahora moriréis como el hombre, caeréis como un príncipe cualquiera” (puede leer aquí la meditaciòn del Santo Padre Benedicto VXI).

Así, el teólogo Frédéric Manns ha ofrecido doce proposiciones sobre el “Ser cristianos en Oriente Medio”. Ser cristiano en Oriente Medio es una vocación, no un privilegio; significa creer en un Dios-Trinidad, testigos de la esperanza futura, en la Iglesia inculturada en un mundo semítico que reconoce sus raíces propias en el Antiguo Testamento y en el judaísmo, buscando la imagen de Dios en cada hombre, especialmente en el musulmán, de quien se espera reciprocidad. El mundo globalizado lanza nuevos desafíos que requieren una catequesis apropiada, respondiendo con los dos pulmones de Oriente y Occidente. Un instrumento importante y específico podrá ser la atención a las peregrinaciones también a Egipto, Siria, Líbano, Jordania y Asia Menor, que permitirán encontrar las piedras vivas que son las comunidades y establecer nuevas formas de conocimiento y colaboración.

Sobre el argumento que se refiere a los Santos Lugares ha recaído la primera demanda de la asamblea, según la cual, en el Sínodo, a este tema se le ha dado escasa relevancia. El padre Pizzaballa ha respondido que, efectivamente, de los Santos Lugares se ha hablado poco y que, en el contexto del Sínodo, la misma Jerusalén ha adquirido unas proporciones reducidas ante la amplitud geográfica que se ha tocado y la preferencia dada a los aspectos de la vida social. Sin embargo, la séptima proposición final trata de las peregrinaciones a todo el Oriente Medio y sobre el tema, obviamente, ha intervenido en el aula el Custodio de Tierra Santa. Sin embargo, según el p. Bottini (que ha destacado el testimonio positivo del delegado fraterno de la Iglesia anglicana) a la cuestión se le ha dado la importancia justa. El p. Manns ha destacado las contribuciones en su grupo de estudio de los delegados del Líbano y Egipto, que denunciaban las dificultades de participación de sus propios fieles en las peregrinaciones.

A una pregunta sobre la evangelización de comunión entre las iglesias y sobre la “Nueva evangelización”, el p. Pizzaballa ha respondido que, en efecto, esta última expresión es mucho más vaga (algunos se refieren con ello a la relación con los movimientos, otros a la renovación dentro de las diócesis), pero que todos han advertido la exigencia de re-evangelizar. El argumento, no obstante, es delicado. El p. Manns ha contado que tres embajadores, que habían escuchado hablar mucho de “misiones”, se han acercado hasta el cardinal Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, pidiendo luces sobre lo que a sus oídos sonaba como una “nueva cruzada”. El p. Bottini ha subrayado que el Papa ha pedido a los obispos encontrar formas concretas de unidad y de colaboración.

En el Sínodo ha habido muchas intervenciones sobre la vida consagrada, y muchos han sido los obispos procedentes de comunidades religiosas. Los religiosos –ha dicho el p. Bottini- han sido elogiados y se les ha agradecido sus obras educativas y de caridad, elevándose incluso una proposición sobre tal argumento. El p. Manns, sin embargo, ha manifestado que algunos obispos orientales han criticado la vida contemplativa y el que el general de los Frailes Menores, fray José Rodríguez Carballo, ha asumido su defensa, recibiendo a continuación el agradecimiento personal del Papa.
Pero, ¿cuáles han sido los resultados concretos del Sínodo?, ¿qué hay de nuevo?, ¿cuáles son los nuevos caminos que deben recorrer los cristianos de Oriente Medio? El Sínodo no es un órgano deliberativo, ha recordado el p. Pizzaballa: se trataba simplemente de realizar esta experiencia de comunión y colaboración, que de por sí es muy importante y que ha sucedido por primera vez en la historia. Se han hecho amistades, se han conocido mejor y esto ya es un gran resultado. El p. Bottini ha manifestado que en las comisiones se han abordado incluso argumentos muy concretos que afectaban a cuestiones ligadas a la tierra, a las cooperativas, al retorno de los emigrantes y la venta de las propiedades. El p. Manns ha recordado que las decisiones concretas se tomarán por las Conferencias Episcopales y los Ordinarios y que es necesario atender todavía a la exhortación apostólica post-sinodal del Papa.

Y por último, la cuestión sobre la polémica según la cual el Sínodo se habría ocupado excesivamente de la política hasta asumir posiciones específicas en relación al conflicto israelo-palestino. El p. Pierbattista Pizzaballa ha dicho claramente que estas polémicas son infundadas y que, durante los trabajos del Sínodo, no se ha hablado nunca de esta cuestión. Sólo al final se ha añadido alguna frase en las redacciones escritas, casi por no desatender las expectativas de los que habrían querido ahondar en el tema.

El p. Bottini se ha lamentado de que muchos medios de comunicación se hayan interesado sólo de polémicas marginales relativas a intervenciones y textos sacados de su contexto. Así, por ejemplo, el Mensaje del Sínodo que los padres sinodales han rechazado en su primera lectura, pero que los periodistas han divulgado como si se tratara de un texto oficial. Es motivo de alegría, no obstante, que no pocos periódicos, radios y televisiones han descubierto en el evento sinodal un signo de amor sincero y políticamente desinteresado de la Iglesia Católica hacia la martirizada región del Oriente Medio y por su población, especialmente hacia los cristianos.

Fray Riccardo Ceriani