Vivir solo del amor de Dios: Santa misa por la profesión solemne de fray Sergio Galdi y fray Sergey Loktionov | Custodia Terrae Sanctae

Vivir solo del amor de Dios: Santa misa por la profesión solemne de fray Sergio Galdi y fray Sergey Loktionov

Basílica del Santo Sepulcro, Jerusalén. 6 de octubre de 2011

Una atmósfera de entrañable emoción y afecto ha envuelto a la comunidad de amigos que se han reunido en torno a fray Sergio Galdy y fray Sergey Loktionov durante la mañana del día 6 de octubre, con ocasión de la celebración de su profesión solemne en la Orden de los Hermanos Menores, que se ha desarrollado en la Basílica del Santo Sepulcro. Numerosas personas se han reunido delante de la anástasis, ante el edículo del Santo Sepulcro, para participar de corazón en la ceremonia y en la fiesta de estos dos jóvenes frailes, conscientes de que algo grande y profundo estaba a punto de realizarse. Fray Sergio y fray Sergey, con sus simples hábitos franciscanos y llevando juntos un ejemplar de la Regla de los Hermanos Menores, han abierto la larga procesión de hermanos y sacerdotes reunidos para la ocasión. Felices y emocionados, muy cercanos a todos los congregados y, al mismo tiempo, concentrados profundamente, han tomado asiento en el centro de la asamblea, a poca distancia de la entrada al Sepulcro. La santa misa ha estado presidida por el padre Custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, junto al que estaban presentes como concelebrantes fray Artemio Vítores, Vicario custodial, y fray Noel Muscat, Discreto de Tierra Santa. La familia de fray Sergio, los amigos de fray Sergey, religiosos y religiosas de todas las congregaciones, el grupo de católicos de lengua hebrea de Jerusalén –con el padre David Neuhaus, Vicario del Patriarcado latino para esta comunidad-, algunos fieles de la comunidad cristiana local de lengua árabe, otros amigos y voluntarios de la Custodia, han participado con gran intensidad en la solemnidad y la alegría de este momento.

Tras la proclamación del Evangelio, los dos candidatos, de pie ante el Custodio y la asamblea, han pedido ser admitidos a la profesión solemne y ser acogidos definitivamente en la fraternidad franciscana, comprometiéndose a observar con cela la Regla. En su homilía, fray Pierbattista ha presentado la esencia de la vida religiosa partiendo de tres elementos que han caracterizado este particular evento: la Palabra, en la que se recordaba la vocación de Samuel (1 Sam3,1-10) y la vocación del joven rico (Mc 10, 17-22)); el lugar, es decir el Santo Sepulcro, también cargado de un rico significado; y el evento mismo de la profesión solemne de fray Sergio y de fray Sergey. El joven Samuel, al servicio en el templo del sacerdote Elí, siente la llamada del Señor que irrumpe en su vida y lo llama con insistencia, מתייצב se pone a su lado, haciéndole entrar en la intimidad de su amistad y haciendo de él su profeta, que escucha y se identifica completamente con la Palabra. En el Evangelio, el encuentro no se realiza solo con un Dios que se hace cercano sino con su Palabra encarnada, con Jesús. También el joven rico, respetuoso y observante de la Ley, desea entrar profundamente en la relación con Dios, pero Jesús le dice que le falta aún algo, la capacidad de fijar su mirada en el Señor, que «le amó», y de fiarse completamente, confiarle a Él toda su vida, abrazar la pobreza y vivir solo del gran amor de Dios, como hizo san Francisco. La realidad del Sepulcro vacío y de la resurrección de Cristo nos abre definitivamente a esta dinámica de vida: Jesús mismo pasó por la muerte y después resucitó, haciéndose cercano al hombre de un modo absoluto, enseñándole a vivir, entregando lo que falta para conquistar la plenitud de la vida, es decir, la fe en su resurrección, la intimidad de su amistad, la comunión en su vida como resucitado. La opción por la vida consagrada se convierte entonces en la capacidad de aceptar la gracia de ser pobres, el privilegio de la pobreza en todas las dimensiones de la propia existencia para entrar plenamente en la relación con Dios y experimentar su riqueza. Con la profesión de los votos, la pobreza entra en todos los ámbitos de la vida consagrada incluso a través de la castidad, que significa entregar a Dios la necesidad más profunda que hay dentro de nosotros, la de amar y ser amados, con la confianza de que Él, y ningún otro, satisfará esta necesidad; y a través de la obediencia, que significa despojarse de la propia autosuficiencia y autonomía vital para reconocer que el hombre se realiza plenamente solo en el ámbito de una relación en la que recibe la vida, una vida de resucitado, una vida envuelta en el misterio de la compasión de Cristo.

Tras ser interrogados por el Custodio sobre su propia voluntad de pronunciar la profesión solemne, fray Sergio y fray Sergey se han postrado con el rostro en tierra ante el edículo del Santo Sepulcro, mientras la asamblea ha entonado las letanías para invocar sobre ellos la intercesión de la comunidad de los santos de la Orden Seráfica y del resto de santos. El Custodio ha invocado después al Espíritu Santo para que les proteja y les sostenga. En este punto, presentándose por separado delante del Custodio y poniendo sus manos entre las manos del Custodio, cada uno de estos dos jóvenes frailes ha pronunciado su profesión solemne. Tras haber firmado el documento de la profesión –acercándose al altar, que se colocado sobre la Tumba vacía-, los dos neoprofesos han recibido la bendición y la consagración por parte del Custodio, que ha pedido a Dios que infunda en ellos, según el ejemplo de san Francisco, pobre, humilde y amante de la Cruz, «el Espíritu de santidad, para que lo que hoy han prometido, por tu gracia, puedan observarlo con santo celo hasta la muerte».

Fray Sergio y fray Sergey, una vez intercambiado el abrazo fraterno con el Custodio y con los hermanos, han sido acogidos plena e íntegramente en la familia franciscana. En el abrazo a los familiares y amigos, es la comunidad eclesial entera la que abraza a estos hijos, llamados a ofrecer su mejor aportación a la vida de la Iglesia y el más alto testimonio del Evangelio, contribuyendo a promover la salvación del mundo.

El momento final de la santa misa estuvo amenizado por una fina interpretación al órgano de fray Armando Pierucci, director del Instituto Magníficat, la escuela de música de la Custodia de Tierra Santa en Jerusalén, espléndidamente acompañado con la flauta travesera por la intérprete inglesa Stella Turner. Tras haber felicitado a los dos neoprofesos, todos los participantes en la ceremonia fueron invitados a un almuerzo fraterno en el maravilloso escenario de la terraza del Santo Sepulcro.

Nuestros mejores deseos para que fray Sergio y fray Sergey puedan experimentar realmente la intensidad de la amistad de Dios, puedan dedicarse, con todo su ser, a aquello que es esencial y duradero, ofreciendo a Dios y compartiendo con Él todos los aspectos concretos de la su vida y testimoniando por doquier el amor salvífico del Padre, a la luz de la comunión universal en la caridad. Escribe Martin Buber: «Exclusividad e inclusión incondicionadas son todo uno en la relación con Dios. A quien entra en la relación absoluta no le importa ya nada de lo que es particular, no le importa ya nada de las cosas y de los seres, del cielo o de la tierra; sin embargo, todo está comprendido en esta relación. De hecho, entrar en la relación pura no significa alejar la mirada de todas las cosas, sino verlas en el prójimo tú; no significa renegar del mundo sino colocarlo en su fundamento. Para alcanzar a Dios, no ayuda alejar la mirada del mundo, ni siquiera fijarla obstinadamente en él. Está en presencia de Dios quien ve el mundo en Él […] la relación perfecta es no excluir nada, no olvidar nada, es abrazar en el tú todas las cosas, todo el mundo, reconocer el derecho y la verdad del mundo de tal forma que nada esté cerca de Dios y, al mismo tiempo, de tal forma que todo esté en Él. No se encuentra a Dios permaneciendo en el mundo, y no se encuentra a Dios alejándose de él. Quien, con todo su ser, va hacia su Tú y le lleva todo ser del mundo, encuentra a aquel a quien no se puede buscar».

Texto de Caterina Foppa Pedretti
Fotos de Marie-Armelle Beaulieu