Una visita programada desde hace un año y que coincide precisamente con los días de mayor tensión en Israel, con la guerra en curso en Gaza y varios frentes que corren el riesgo de abrirse. El Ministro general de la Orden de los Frailes Menores, fray Massimo Fusarelli, en una entrevista para el sitio web de la Custodia, reflexiona sobre la situación y los desafíos de la comunidad de la Custodia de Tierra Santa, pero también sobre el significado de vivir el carisma de San Francisco en tierras marcadas por los “estigmas”, por las heridas de Jesús. Y luego también sobre la importancia del diálogo, de la presencia y del lenguaje del amor.
Cuando se organizó esta visita aún no había estallado esta última guerra. Usted llegó al día siguiente del ataque iraní. ¿Podemos decir que es también un signo de la Providencia el hecho de que esté aquí precisamente en estos días, cerca de sus frailes?
Esta visita debía llevarse a cabo a mayor escala, con la presencia de todos los hermanos del Definitorio general. Al final, las circunstancias obligaron a que viniera solo yo con el vicario general. Muchos nos desaconsejaron venir debido al gran peligro. Pero considerando que los frailes, y los cristianos viven aquí en peligro cada día, pensé que durante unos días también yo podía hacerlo. Vine precisamente con este espíritu de cercanía y de escucha. Entre otras cosas, creo que en mi servicio como Ministro general es importante venir a Tierra Santa no solo una vez en los seis años, sino de forma más constante, para acompañar esta presencia. No puedo resolver nada, pero puedo estar ahí, y eso es muy importante.
En este momento en que no parece posible encontrar puntos de encuentro y de entendimiento, ¿cómo percibe la importancia del diálogo, que siempre ha sido un punto central de la misión de los franciscanos en esta Tierra?
En el diálogo, cada una de las dos partes debe estar dispuesta a perder algo, cada uno debe estar preparado para dar un paso atrás, y me parece que en este momento es muy difícil. En el diálogo que San Francisco mantuvo con el sultán, Francisco estaba dispuesto a encontrar en ese hombre una palabra positiva, y el sultán también estaba abierto a Francisco: esto permitió su encuentro. Hubo una guerra, los cristianos fueron derrotados en el campo de batalla, Francisco no resolvió nada desde un punto de vista inmediato. Pero la fuerza de ese encuentro, de aquel paso atrás que dieron los dos, fue tan decisiva que hoy todavía estamos aquí hablando de ello. Creo que, si en este momento Francisco estuviese en medio del campo de batalla, intentaría ayudar a todos a dar un paso atrás y a mirar por el bien de estos pueblos y de esta tierra.
Este año celebramos el centenario de dos santuarios aquí en Tierra Santa – la basílica de la Transfiguración en el Monte Tabor y la basílica de la Agonía en el Getsemaní. ¿Qué significa para los franciscanos seguir custodiando hoy los Santos Lugares, en medio de tantas dificultades?
San Francisco utiliza a menudo el verbo “custodiar”. Custodiar no es guardar bajo un cristal, esconder. Custodiar es mantener, escuchar, observar, es entrar más en el misterio profundo que vivimos. Para nosotros custodiar los Santos Lugares significa estar en ellos de forma dinámica, en primer lugar, con la oración continua, con la intercesión continua. Custodiar significa también permitir que estos lugares hablen hoy, incluso con el lenguaje del arte. He admirado de nuevo la iglesia del Tabor, la del Getsemaní, la Flagelación. El mismo arquitecto supo, mediante el lenguaje del arte, expresar algo del misterio de Cristo que recordamos allí. El lenguaje del arte, de la oración, el lenguaje fundamental de la permanencia en estos lugares, nos dice que Dios ama esta tierra y ama al mundo. Estoy muy agradecido al lenguaje del arte y recuerdo los cien años de estas basílicas. Ver este contraste entre luz y oscuridad – es el título de la exposición en las Iglesias de Barluzzi (el arquitecto que las diseñó, ndr) – nos devuelve el sabor de nuestra misión aquí, nos la recuerda y espero que este Centenario nos ayude a revivir esta gracia.
Otro aniversario importante es el de los 800 años de los estigmas. ¿Qué significa vivir el carisma franciscano en los lugares que llevan estos signos de la Pasión? ¿Existe un camino franciscano hacia la paz?
Yo utilizo la expresión italiana estigmas, con G, que recuerda precisamente la herida. Francisco recibe las heridas del Señor y como Jesús, queda herido. Jesús siempre lleva dentro de sí los signos de la Pasión, la Resurrección no borró las heridas. Francisco nos recuerda que los estigmas, las heridas de nuestra condición humana, permanecen. El cristiano aprende a vivir en una realidad llena de estigmas, de heridas, con la mirada nueva de la fe. La primera mirada nueva de la fe que yo veo en mis hermanos y hermanas de todo el mundo es, ante todo, la mirada del amor: permanecer allí, estar cerca de estas personas amándolas. La gente entiende de inmediato este idioma. La segunda es la denuncia, convertirse en palabra de paz, especialmente para quienes no tienen palabras, quienes no tienen voz porque nadie la escucha, es decir, los pobres. Y después empezamos nosotros – tercer punto – a realizar obras de paz, signos concretos de paz dentro y a través de las heridas.
La Custodia es definida como la “perla de las misiones” de la Orden franciscana y en su próxima Carta a la Orden invitará a los frailes a estar disponibles para esta misión…
La expresión “la perla de las misiones” es típica nuestra y es un poco retórica porque la decimos y luego queda ahí. Es una perla que hay que buscar, que hay que amar, que hay que encontrar, no una perla para poner en un museo. Quiero recordar a los frailes que esta es la primera misión de la Orden, junto con Marruecos, y es un ejemplo, un modelo de las misiones de la Orden. Vivir entre personas de otra fe, de otra cultura, de otra lengua, como hermanos y menores. La Tierra Santa nos fue confiada por la Iglesia. Es la “perla de las misiones” porque respondemos a una llamada de la Iglesia. Quiero ayudar a los frailes a volver a ser conscientes de esta llamada. No se trata de “me gustaría ir allí” sino “respondo a una llamada”, como toda la misión
¿Cómo ha encontrado a los frailes de la Custodia y qué palabras desea dejarles?
He encontrado a los frailes mejor de lo que pensaba: dolidos por lo que está ocurriendo, pero también decididos a permanecer aquí. La primera palabra es “por favor, hermanos, quedaos aquí”. Muchos se están marchando de esta tierra, tanto de un pueblo como de otro. Incluso los cristianos se están yendo. Nosotros nos quedamos. Por supuesto, no tenemos a nuestras familias, no tenemos hijos, quizá para nosotros es más fácil, pero quedarse es un signo muy importante. Quedarse, no encerrados en casa, sino con las personas. Y también permanecer como intercesores – la segunda palabra. Quedarse como quien camina en medio de las dos partes, recordando a Dios que este es su pueblo, ofreciéndonos a Dios por la paz, como hicieron los amigos de Dios en la Escritura. Abraham dice “Si no tienes piedad de ellos, Señor, llévame también con ellos”. La tercera palabra es “mirad hacia el futuro”. Mientras estamos bloqueados por la guerra, miremos ya hacia el futuro.
Marinella Bandini