Con el oficio de la Pasión del Señor, celebrado en el Gólgota, dirigiendo nuestros pasos hacia los de Cristo durante el Vía Crucis a lo largo de la Vía Dolorosa, o con la procesión fúnebre de Cristo hasta el Sepulcro, la liturgia de la Iglesia nos propone venerar la humillación de Dios, y su humillación salvadora.
Las televisiones de todo el mundo quizá hayan interpretado las celebraciones del Viernes Santo, aquí en Jerusalén y en otros lugares, como una manifestación sangrienta. Eso quiere decir que, una vez más, han mirado las cosas desde un punto de vista equivocado. Y, una vez más, la grandeza de la fe se les ha escapado.
La Cruz, que está en el centro de toda la jornada, es la fuente de la alegría cristiana. “Aquí está el leño de la Cruz, en el colgó el salvador del mundo. ¡Venid a adorarlo!”.
No hay nada de fúnebre en todo esto porque lo que se celebra es la semilla caída en tierra, lo que resucitará de la muerte, y que será eternamente Vivo.
Un misterio que se desvelará durante la celebración de la Pascua. De momento se trata de sumergirse en la contemplación de esta cruz para después renacer, también nosotros, a una vida nueva.
Mab
Las televisiones de todo el mundo quizá hayan interpretado las celebraciones del Viernes Santo, aquí en Jerusalén y en otros lugares, como una manifestación sangrienta. Eso quiere decir que, una vez más, han mirado las cosas desde un punto de vista equivocado. Y, una vez más, la grandeza de la fe se les ha escapado.
La Cruz, que está en el centro de toda la jornada, es la fuente de la alegría cristiana. “Aquí está el leño de la Cruz, en el colgó el salvador del mundo. ¡Venid a adorarlo!”.
No hay nada de fúnebre en todo esto porque lo que se celebra es la semilla caída en tierra, lo que resucitará de la muerte, y que será eternamente Vivo.
Un misterio que se desvelará durante la celebración de la Pascua. De momento se trata de sumergirse en la contemplación de esta cruz para después renacer, también nosotros, a una vida nueva.
Mab