Unidad de los cristianos: Visitémonos unos a otros | Custodia Terrae Sanctae

Unidad de los cristianos: Visitémonos unos a otros

“Imaginad que el mundo sea un círculo en cuyo centro esté Dios, y que los rayos sean los distintos modos de vivir de los hombres. Cuando los que, queriendo acercarse a Dios, se dirigen al centro del círculo, al mismo tiempo se acercan también entre ellos. Cuanto más se acercan a Dios, más se acercan los unos a los otros. Cuanto más se acercan los unos a los otros, más se acercan a Dios” (Doroteo de Gaza, Instrucciones VI).

¿Y qué es lo que desean hacer los cristianos de Jerusalén, hombres y mujeres, viviendo la semana de oración por la Unidad de los Cristianos sino acercarse un poco más a Dios y un poco más los unos a los otros?

En una de sus cartas, Doroteo de Gaza (la misma Gaza de la que tanto se habla en la actualidad y que, con tanta frecuencia, ha sido recordada en las oraciones de toda la semana), para el que la comunidad forma un solo cuerpo, y cada miembro ejercita una función particular, escribía: “Es necesario hacer lo que decía el abad Antonio: el bien que veía en cada uno de los que iba a visitar, él lo asumía y lo conservaba: de uno, la dulzura; de otro, la humildad; de un tercero, el amor por la soledad. Así, reunía en él las cualidades de cada uno. Eso es lo que nosotros debemos hacer: visitarnos los unos a los otros” (Carta 1, 181).

De este modo, durante esta semana, nos hemos visitado unos a otros. La presencia en Jerusalén de muchas confesiones cristianas permite experimentar, a lo largo del año pero en particular durante esta semana por la Unidad de los Cristianos, la diversidad de las Iglesias y de sus expresiones. Cada tarde, de hecho, la oración común se celebra en una Iglesia distinta.

Este año, como los anteriores, cada Iglesia había preparado una liturgia específica según las características del propio rito, permitiendo participar –en mayor o menor medida- a la asamblea, que es siempre numerosa. Al final de cada celebración los participantes se encuentran, todos contentos, para compartir un momento de amistad, aunque la barrera de los idiomas o de la timidez a veces dificulten la comunicación con los hermanos de otras Iglesias.

En cuanto a actos simbólicos, ciertamente son las Iglesias Orientales las que nos dan un mejor ejemplo. En cada celebración han dejado desempeñar un papel activo a las otras Iglesias. Sin duda lo más desagradable sea el hecho de que la oración en común con los griegos ortodoxos es todavía algo lejano pues, aunque nos permitieron asistir a su oficio del “Apodeipnon” (completas) en el altar del Calvario, no se hizo ninguna mención a aquello que nos une. Por lo menos, hay que reseñar que un sacerdote del patriarcado estuvo presente en cada una de las celebraciones de la semana.

“Necesitaríamos una oración ecuménica una vez al mes”, ha lanzado el Vicario Patriarcal greco-católico, Mons. Joseph Zerey, al final de la última oración.

A este deseo, ¿le seguirá algún acto concreto? Lo que es verdad es que ¡será estupenda la semana por la Unidad de los Cristianos en la que la Iglesia greco-ortodoxa de Jerusalén nos una a su oración!

Mab