En Hamburgo, Alemania, existe una Ärzteorchester, una orquesta compuesta de médicos. La dirige Thilo Jaques. No es que los doctores de Hamburgo se hayan pasado a la musico-terapia, es simplemente que han encontrado un medio para relajarse del estrés de su profesión. Cada semana dedican una tarde a las pruebas orquestales, y cada año realizan una gira por el extranjero.
Este año han elegido Jerusalén, la ciudad que, quizá más que otras, tiene más necesidad de terapia musical para curar sus heridas. No es casualidad que los médicos de Hamburgo hayan titulado su viaje “El sonido de la Paz”.
Para hacer más manifiestas sus intenciones, han involucrado también al coro Magnificat de la Custodia de Tierra Santa y al coro Alei Gefen de Tel Aviv. El primero está compuesto de cantores palestinos y voluntarios provenientes de todo el mundo. El segundo, por cantores israelíes, también provenientes de todo el mundo.
Después de la parte orquestal, toda junta, esta masa coral que apenas hace sesenta años se encontraba enfrentada en las distintas ideologías de la guerra, ha entonado el Kyrie de Mozart y un Stabat Mater de Schubert. Han invocado la misericordia del único Dios, del Cristo salvador: Kyrie eleison, Christe eleison.
Han transmitido una onda de conmoción al numeroso auditorio, evocando el dolor de la Virgen del Calvario. El dolor de las madres no entiende de ideologías, ni colores, ni geografía.
AP
Este año han elegido Jerusalén, la ciudad que, quizá más que otras, tiene más necesidad de terapia musical para curar sus heridas. No es casualidad que los médicos de Hamburgo hayan titulado su viaje “El sonido de la Paz”.
Para hacer más manifiestas sus intenciones, han involucrado también al coro Magnificat de la Custodia de Tierra Santa y al coro Alei Gefen de Tel Aviv. El primero está compuesto de cantores palestinos y voluntarios provenientes de todo el mundo. El segundo, por cantores israelíes, también provenientes de todo el mundo.
Después de la parte orquestal, toda junta, esta masa coral que apenas hace sesenta años se encontraba enfrentada en las distintas ideologías de la guerra, ha entonado el Kyrie de Mozart y un Stabat Mater de Schubert. Han invocado la misericordia del único Dios, del Cristo salvador: Kyrie eleison, Christe eleison.
Han transmitido una onda de conmoción al numeroso auditorio, evocando el dolor de la Virgen del Calvario. El dolor de las madres no entiende de ideologías, ni colores, ni geografía.
AP