Una nochebuena en el Santo Sepulcro | Custodia Terrae Sanctae

Una nochebuena en el Santo Sepulcro


Son muchos los cristianos que viven la Nochebuena en Tierra Santa lejos de Belén. Pero sigue siendo Navidad. Así lo ha señalado el papa Benedicto XVI ante el nacimiento de la plaza de San Pedro montado en una vivienda y no, como es tradición, en la gruta de Belén, dando así a entender que “en todo lugar puede nacer Jesús”.
Para los periodistas es la búsqueda de la noticia: ¿qué se puede contar de original, una vez que sepa el número de los peregrinos que acuden?

Lo mismo nos ocurre con esta crónica de la Custodia. Por eso, este año he ido en busca de otra realidad custodial: He celebrado la Nochebuena en el Santo Sepulcro, con la fraternidad franciscana de la Basílica de la Resurrección.
Es una comunidad formada por diez hermanos. El mismo número de los reunidos para esta Noche: hay dos ausentes, uno que ha ido a Belén y otro que está disfrutando de su semana de vacaciones; pero son también dos los que se han sumado: el hermano Cristóforo, de la fraternidad de San Salvador, que ha venido para dirigir el canto y el hermano George, que llega de…Belén, para tocar el órgano.

El hermano George me confiesa que” allá o aquí, para mí es lo mismo; Navidad es Navidad. Y no hay otro para el órgano. Tampoco en Belén he podido celebrarlo siempre en la Basílica, a veces me ha tocado acompañar al Nuncio apostólico a la Universidad”.
Hablando con el hermano Victorio sobre lo que vamos a vivir, me dice: “Es la primera vez que vivo la Navidad en el Santo Sepulcro. Es una Navidad diferente y pienso que también va a ser muy emotiva. Hay una correspondencia entre el misterio que albergan las dos basílicas: si no hay nacimiento no puede haber Resurrección. Pero si no hay Resurrección, como nos lo recuerda san Pablo: “nuestra fe está vacía”. Por lo tanto, celebrar la Navidad y celebrarla en esta otra “gruta”, que es la tumba, es una vivencia muy intensa.

La cena de la comunidad, en su refectorio adornado para la ocasión, ha sido a las 18ºº. Después de la cena, ensayo de las antífonas que cantarán esta noche. Las puertas del Santo Sepulcro se han cerrado a la misma hora de siempre. Pero, mientras se suelen volver a abrir a las 3,30, mañana, 25 de diciembre, no se abrirán hasta las 8,30. la misma hora a la que se abren en la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo.

A las 8,45 los hermanos van a descansar un rato. llega hasta nosotros el estruendo de algunos petardos navideños. La Eucaristía va a ser a media noche. Mientras llega el momento, paseo por la galería del balcón que domina el edículo de la tumba. Abajo reina un impresionante silencio en un espacio desierto.
23,15. Desciendo para la Misa mientras los sacerdotes se revisten y los sacristanes van y vienen. Todo está preparado: manteles, candelabros, sede del celebrante principal, incienso…como en las solemnidades. La Misa será en la capilla del Ángel, dentro del edículo. A las 23,30 suena el órgano. En la capilla de las Apariciones, también llamada del Santísimo Sacramento, comenzamos con el invitatorio del Oficio de Lecturas. El órgano acompaña durante todo el rezo del oficio.

La liturgia de Belén tiene una vistosidad que va bien con una retransmisión televisiva. Aquí todo el tesoro de la liturgia está centrado en lo que se celebra: la manifestación de todo el amor de Dios. Más que la calidad musical, lo que a mí me embarga es la emoción de poder acercarme, en esta Navidad, al misterio de la soledad de José y María en la gruta.
Los Armenios cantan su habitual oficio de lecturas. No hay rivalidad en las voces. En el momento del Gloria, nos dirigimos hacia el edículo. Las campanas doblan en armonía con las de los Armenios y los Griegos. Es media noche y los petardos nos aseguran que también en el exterior se vive el momento: “Ha nacido un Niño divino”. Después de incensar el altar y la losa del Sepulcro, el hermano Victorio quita el velo que cubre la imagen del Niño Jesús colocada delante del altar. La Tumba, el Niño Jesús…contraste llamativo. Se hará aun más llamativo cuando, terminada la Misa, el padre Victorio tomará el Niño y saldrá de la Tumba llevando en brazos al recién nacido.

Acompañada por el órgano, la comunidad canta la Misa de Media noche. No hay homilía. La intensidad del momento lo dice todo. Después de la Eucaristía siguen los Laudes en la capilla de la Aparición y la habitual incensación de la Tumba. A la 1ºº, el Padre Victorio ha de celebrar otra Misa en el altar del Calvario. Va acompañado de un sacristán. Un monje ortodoxo reza arrodillado; al poco, lo reemplaza otro que espera al griego que hará las incensaciones de los altares durante lo noche. El padre Victorio celebra la Misa de la Aurora: “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, nos dice el evangelio de san Lucas que se lee en este altar de la Madre Dolorosa…

Cuando regresa el padre Victorio atravesando la desierta basílica, se escucha a los griegos que rezan el oficio en su coro. Nos han dejado pan en la capilla de la Aparición.
Subiendo al convento encontramos a algunos hermanos que siguen en la televisión la Misa de Belén.
Son las seis de la mañana: nueva celebración de la Eucaristía. La celebra el hermano Teófilo sobre la piedra de la tumba en presencia de dos sacristanes. Para esta Misa que se celebra diariamente en este lugar, ha elegido los textos de la Misa de la Aurora…Una nueva manera de hacer resonar conjuntamente estas dos auroras: la de la madrugada de Navidad y la de Pascua…

La Fraternidad del Santo Sepulcro celebra la Eucaristía, como cada mañana en la Tumba de Cristo, hoy con una especial solemnidad. Colaboran con esta solemnidad: el silencio de la basílica con las puertas cerradas y los primeros reflejos de la luz del sol. En la capillita tras el edículo, salmodia a media voz un monje copto. Mientras los hermanos participan en la Eucaristía comienza a escucharse el rumor de los peregrinos que esperan al otro lado de las puertas de la entrada de la basílica. Pero no se van a abrir hasta que los sacristanes hayan terminado de preparar todo. Los hermanos de otras confesiones se acercan para cerciorarse de que los preparativos avanzan. Un cirio es testigo de la presencia franciscana en el coro durante unos minutos más. El hermano Andrew dará, por fin, luz verde a la apertura de las puertas.

Entra la primera oleada de peregrinos…Los hermanos suben a desayunar. La vida retoma su curso normal en la Basílica de la Resurrección.
Verdaderamente, ¡el divino Niño ha resucitado!

Mab