Una mirada distinta y particular a Jaffa-Tel Aviv | Custodia Terrae Sanctae

Una mirada distinta y particular a Jaffa-Tel Aviv

Vivir en Jaffa para nosotros, los frailes, es como estar en contacto con todo el mundo. Y esto para los franciscanos es un elemento importantísimo para poder ejercitar el espíritu de acogida y servicio a todos aquellos que se acercan a los servicios e instituciones puestos a su disposición por nuestra querida Custodia de Tierra Santa: iglesia, convento y colegio. Este mes han concurrido dos celebraciones que han puesto de particular relieve la universalidad de nuestra comunidad.

El 30 de agosto se acogió al grupo filipino de inspiración carismática Couples for Christ, que organizó, inspirándose en los juegos olímpicos de Pekín, sus propios juegos olímpicos, con una participación de más de 200 personas, en su mayoría mujeres que trabajan en Israel y que siguen el curso catequético impartido por este movimiento. Entre ellos hay grupos de casados, solteros, adolescentes y niños. La característica esencial es la de hacer todo por Jesucristo. Hay sido algo verdaderamente excepcional. Los pobres, los que aman al Señor, tienen una gran fantasía, una gran alegría y saben cómo divertirse aunque sea con medios pobres y escasos. Como es habitual, se pusieron a su disposición los locales de nuestro colegio de Tierra Santa. Los concursos terminaron hacia las 24:00 horas.

El sábado 13 de septiembre, sin embargo, todos nuestros terrenos se transformaron en una pequeña India. Cerca de 2000 indios de las zonas de Kerala y Goa, al sur de la India, se acercaron hasta nuestra iglesia para celebrar la fiesta del nacimiento de la Virgen. La fiesta se había aplazado para poder disfrutar de la visita de S. E. Monseñor Berbard Moures, obispo de Bengalore, que se encontró con la comunidad y celebró la misa en lengua konkani.

Haciendo honor a su tradición, que hace de esta fiesta una gran expresión de alegría, compartieron después el almuerzo en común, ofrecido por todos ellos, degustando especialmente el arroz que había bendecido el sacerdote antes de la misa solemne. Hacia el mediodía, una veintena de jóvenes indios –sólo hombres- tomaron posesión del colegio. Cargados con sacos de arroz, verduras, bombonas de gas, enormes cacerolas y todo tipo de menaje, platos y demás, prepararon la comida para las dos mil personas que participaron en la fiesta. ¡Qué gran trabajo! A las 17 horas, al final de la misa, todos se reunieron en los patios del colegio, en torno a su obispo y al párroco, fray Tawfiq Bou Merhi, para celebrar el nacimiento de la Virgen: el regalo más bello que el Señor podía hacer al hombre.

El patio del colegio se transformó en un prado lleno de flores de bellísimos colores, a los que se añadían los saris multicolores que con tanta elegancia visten las mujeres indias. Realmente un gran, preciosísimo ramo de flores presentado a la Virgen.

fray Arturo Vasaturo ofm