Una fiesta para revivir el atractivo por Cristo y san Francisco | Custodia Terrae Sanctae

Una fiesta para revivir el atractivo por Cristo y san Francisco

Para la Custodia de Tierra Santa la solemnidad de san Francisco reviste siempre un carácter particular. Además de los esfuerzos llevados a cabo en cuanto a la limpieza y preparativos para los recibimientos, limpieza que se hace un poco difícil en San Salvador de Jerusalén por los trabajos de reforma que se están desarrollando en la enfermería y la Curia, es sobre todo en la oración donde los frailes se han empezado a preparar desde hace ya algunos días para celebrar al Poverello, al que han decidido seguir.

Las primeras vísperas, presididas por el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, son tradicionalmente la ocasión en la que los profesos temporales renuevan sus votos. Este año eran diez. Antes de encaminarse hacia el Custodio, este último se ha dirigido a ellos para recordarles, como a los numerosos frailes presentes, a qué se van a dedicar. Basándose en el mensaje del Ministro General de la Orden, les ha recordado que san Francisco invita a elegir radicalmente entre Dios o el mundo. Se es franciscano en la Iglesia, y también en la vida conventual, aunque muchas comunidades de la Custodia estén compuestas por apenas tres frailes como máximo. “Un hermano es un don de Dios”.

Después de las vísperas, se ha hecho memoria del Tránsito de san Francisco, antes de que al fiesta prosiguiese entre los seminaristas franciscanos y sus invitados, los seminaristas del Patriarcado latino, los seminaristas salesianos y los seminaristas de los Padres Blancos.

Si el día anterior, para las vísperas, la iglesia estaba llena, para la santa misa del 4 de octubre estaba a rebosar. La santa misa, presidida como manda la tradición por un dominico, padre Guy Gardivy, prior del convento de san Esteban, contaba también con la presencia de Su Beatitud el Patriarca de Jerusalén, Mons. Fouad Twal, del Custodio de Tierra, además de noventa sacerdotes, y reunía desde las personalidades más importantes hasta las más humildes, de los más jóvenes hasta los más ancianos, desde los Cónsules generales de las cuatro naciones latinas protectoras de los Santos Lugares (Bélgica, España, Francia e Italia) o sus representantes hasta los parroquianos de Jerusalén, además de los religiosos y religiosas de numerosas congregaciones presentes en Jerusalén.

Todos estaban unidos con un solo corazón para dar gracias al Señor por el don de san Francisco a la Iglesia. El coro Magnificat de la Custodia interpretaba los cantos a los que la asamblea se unía formando una sola voz.

El nuevo director de la École Biblique, fray Hervé Ponsot op, ha pronunciado la homilía. Ha invitado a la asamblea a mirar más allá de la poesía de las Florecillas para seguir a san Francisco en el camino de la renuncia, a su imagen. “Esta renuncia no es sólo pena, es también reposo con Jesús, alegría con Francisco, paz y misericordia con Pablo (…) Aceptamos renunciar a aquello que creemos ser para reencontrarnos tal y como Dios nos quiere y nos conoce”.

Sólo quedaba, a continuación de la celebración, reconocer a Cristo en su Eucaristía. Seducidos una vez más por Cristo y el camino abierto por san Francisco para seguirlo, todos se han reunido, después de la invitación de fray Pierbattista a un refresco, y la comunidad de San Salvador y sus invitados han compartido un almuerzo fraterno.

Mab