Un nuevo equipo de especialistas acude en socorro de la gruta de la Anunciación | Custodia Terrae Sanctae

Un nuevo equipo de especialistas acude en socorro de la gruta de la Anunciación

Desde hace varios años, franciscanos y especialistas trabajan para resolver un problema espinoso: el desmoronamiento de la gruta de Nazaret. Lugar de devoción desde la primera época cristiana, tantas veces acariciada y remodelada por los peregrinos, esta gruta calcárea ha sufrido graves modificaciones en su equilibrio químico. La necesidad de una intervención urgente, según las palabras de fray Pietro Kaswalder que sigue las intervenciones, es debido al hecho de que «en un año, la gruta ha perdido cinco centímetros –y añade-; a esta velocidad, ¡en cincuenta años la gruta no dejará de existir!».

Como en todas las cavidades rocosas, el ecosistema de la gruta de Nazaret se base en la temperatura, la higrometría (cantidad de humedad contenida en el aire) y el intercambio de gases. Los distintos especialistas están de acuerdo: el desmoronamiento de la gruta se debe a un aumento de la humedad causada por dos factores, uno externo y otro interno.

El factor externo está debido a la sudoración y las exhalaciones de los peregrinos. Esto último provoca una humedad saturada de ácido carbónico que ataca el yeso de las paredes y las destruye de modo irreversible. Por tal motivo, la gruta ha estado cerrada al público con una verja de hierro forjado desde 2006. Por la misma razón, el sistema de iluminación ha sido modificado instalando luces frías. A pesar de muchas reparaciones, de la limpieza y los revestimientos paliativos de la roca, «la humedad y sus huellas vuelven insistentemente, aunque ni siquiera una gota de lluvia entre en esta gruta», explica fray Pietro.

Por esto, los frailes de la Custodia se están ocupando de las causas internas y geológicas de tal fenómeno. A tal fin han acudido y se han aconsejado por un nuevo equipo de especialistas de la empresa ACCO Solutions de Bolzano (Italia). Expertos en deshumidificación estos últimos años han realizado, en un primer lugar, un estudio documentado donde se explica este fenómeno de aumento de la humedad por efecto de la capilaridad. Esto significa concretamente que en algún punto, más o menos profundo en el subsuelo de la gruta, hay agua que no viene evacuada, generando una «humedad ascendente». Habiendo ya estudiado el problema en numerosas villas, museos, castillos e iglesias, como la prestigiosa basílica de Santa María de la Salud de Venecia, la empresa ACCO Solutions ha propuesto a la Custodia una serie de trabajos para crear una barrera horizontal, persistente y eficaz, que impida que el agua penetre en la estructura de las paredes.

Así, un equipo compuesto por arquitectos, geólogos, restauradores y especialistas en humedad ha iniciado los trabajos hace algunos meses. Poco después, como nos muestra fray Sinisha –sacristán de la basílica- se han colocado electrodos y sensores en pequeños orificios que detectan, durante la jornada, la presencia o desplazamiento de la humedad. Así, evitando una intervención invasiva y destructiva, el equipo se ha propuesto descubrir el origen del fenómeno para después atajarlo; un «verdadero milagro en el que no se creía», dice fray Pietro. Al mismo tiempo y por un fenómeno eléctrico y físico, estos electrodos conectados a una pequeña central eléctrica combaten literalmente la potencia natural del agua. El conjunto funciona como una pila, en la que el subsuelo representa el ánodo (polo +) y las paredes de la gruta, el cátodo (polo -). Ya que el agua se desplaza siempre del polo positivo al polo negativo, las descargas eléctricas intervendrán en este flujo.

Si la experiencia y discreción del equipo han seducido a los frailes, lo que mayormente les ha asombrado ha sido su propuesta de ayudar a la Custodia en la búsqueda de financiación para estas labores. Se han encontrado ya muchos patrocinadores religiosos, privados y públicos en Italia; muchos signos positivos de buena voluntad que permiten pensar en el futuro de la gruta con más serenidad, pero los frailes son conscientes de lo irreversible de la degradación ya sufrida. Fray Bruno, superior de la basílica, ha afirmado recientemente en una entrevista: «Los especialistas solo pueden trabajar para estabilizar el ecosistema, salvando lo que queda de la parte viva de la gruta». Dentro de algunos meses se podrán valorar los resultados de los trabajos y los franciscanos –que custodian este lugar desde 1620- sabrán si la acción destructiva de la humedad puede ser frenada.


E. R