Un arco iris en el cielo de San Salvador | Custodia Terrae Sanctae

Un arco iris en el cielo de San Salvador

El concierto del Coro de la Custodia de Tierra Santa ha cerrado la serie de conciertos que, en el mes de junio, el Instituto Magnificat ha propuesto al público. Todos han sido un auténtico éxito.

Después del dulce perfume del coro Jazmín – todo compuesto de niños-, y la potente y cálida voz del órgano de la segunda cita, han mostrado su talento los “gatitos”, los “osos”, los “tigres” y los “tiburones” (son los nombres de los diversos niveles de clase de los instrumentos), que es como decir los alumnos de los instrumentos, protagonistas de otros tantos conciertos sucesivos. En cuanto al Coro de la Custodia, se había propuesto ofrecernos un “arco iris” de cantos. Y realmente lo ha hecho presentando los colores tan variopintos de su repertorio, y haciéndonos viajar en el tiempo: desde el siglo XVII francés al XX árabe, pasando por la Italia y la Alemania de los siglos XVII y XIX, respectivamente.

Los instrumentos y los miembros del coro del Instituto Magnificat se pueden ver durante todo el año en San Salvador, donde se pueden apreciar sus progresos. Los del Coro de la Custodia son de tal cualidad que hacen dudar si los músicos que se han visto sean los mismos que la vez anterior. Se dice que la música transporta: la verdad es que este coro te lleva de estupor a estupor.

Después, cuando ha llegado el momento del concierto de clausura, se han presentado muchos solistas: Janet INOUE – que es también la profesora de canto-, Sandrine AMER y Teddy ABDALLAH. La mayor parte de los miembros del coro son estudiantes de instrumentos en el Instituto Magnificat, derigido por Hania SOUDAH-SABBARAH. Una directora satisfecha y que tiene todas las razones para estar orgullosa, junto al padre Armando Pierucci, de sus estudiantes. En una sala abarrotada, en presencia del Custodio de Tierra Santa, fra Pierbattista Pizzabala, y del Vicario custodial, fra Artemio Vítores, los miembros del coro han despedido con emoción, cantando, a dos de sus miembros que nos han dejado. El mismo canto ha sido un canto de amor para el público fiel que les anima en sus constantes esfuerzos.

Dios ha puesto el arco iris como signo, para recordar su alianza con los hombres. El Coro de Tierra Santa ha ofrecido un arco iris, para recordarnos que la música es un don de Dios y que ha sido creada para unir a los hombres entre ellos. No vemos la hora de escucharles de nuevo…

Buen verano a todos los estudiantes del Instituto y también a su público.

MAB